Boehner transmite a
sus congresistas que participan en “una batalla épica”. Obama se pasea por
Washington en el cuarto día de cierre administrativo.
ANTONIO
CAÑO Washington
El presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner. / MICHAEL REYNOLDS (EFE)
“Esto no es un maldito juego”, ha
salido a decir este viernes, con gesto de ira, John
Boehner, el presidente de la Cámara de Representantes y máxima
autoridad republicana en el Capitolio, para desmentir rumores de que estaba
considerando ceder y darle a la Casa Blanca el presupuesto que reclama. Lejos
de eso, miembros de la oposición aseguran que su líder les ha comunicado que
esto es “una batalla épica” en la que “no habrá marcha atrás”.
Todo sigue igual en Washington, quizá algo peor. En el Congreso no hay
movimiento. Lo que se observa, si acaso, es un mayor distanciamiento. En el
cuarto día del cierre de la administración federal, la inactividad en la
capital de la nación es aún más visible. Los pequeños negocios empiezan a
resentirse. La ciudad ofrece un deprimente aspecto de desolación. Barack Obama
ha salido a pasear un rato por el centro y comer un sándwich para tratar de
compensar ese vacío. Aprovechó para decir que no va a negociar “con una pistola
apuntando a la sien del pueblo norteamericano”.
El daño económico
se hace más evidente, sobre todo para las personas que han sido cesadas en sus
trabajos, los bonos del Tesoro se empiezan a resentir en el mercado
Los republicanos insisten en hay
que sentarse a hablar. Los demócratas y Obama les contestan que lo
harán solo cuando aprueben la extensión presupuestaria que tienen bloqueada.
Los republicanos confían en que el público castigará esa resistencia de sus rivales
al diálogo y les obligará a hacer concesiones. Los demócratas creen que los
ciudadanos culpan al otro bando por esta crisis y es solo cuestión de esperar a
que esa presión se les haga irresistible.
Mientras tanto, el daño económico se hace más
evidente, sobre todo para las personas que han sido cesadas en sus
trabajos, los bonos del Tesoro se empiezan a resentir en el mercado, las dudas
sobre la solvencia política de la mayor potencia mundial se acrecientan y el
riesgo, que hasta ahora parecía menor, de una suspensión de pagos empieza a
hacerse más real.
Ya se sabe que, en todas las negociaciones, hay que esperar a que las
cosas se pongan muy mal para que empiecen a ponerse bien. Cada bando explota al
máximo las debilidades del contrario antes de hacer las primeras concesiones.
Podría ocurrir también en este caso. Hay que recordar que EE UU estuvo ya en
2011 al borde de la suspensión de pagos y se encontró una solución en el último
instante. En aquella ocasión, el conflicto se produjo sobre qué recortes del
gasto público estaba dispuesto a hacer Obama a cambio del levantamiento del
techo de deuda.
Hay que recordar
que EE UU estuvo ya en 2011 al borde de la suspensión de pagos y se encontró
una solución en el último instante
Como en esta ocasión, aquello era un chantaje: no cumplo con un trámite
al que estoy obligado constitucionalmente si no me das algo a cambio. Como le
ha dicho por cartael líder demócrata en el Senado, Harry Reid, a
Boehner, es como si los demócratas le hubieron dicho a George W. Bush: no
elevamos el techo de deuda si no se detiene la guerra de Irak.
La diferencia de la crisis actual es que el margen de la negociación es
mucho más estrecho, en realidad, nulo. En 2011, aunque Obama también denunció
el chantaje, podía, y finalmente pudo, darle a los republicanos algunos de los
recortes de gastos que pedían. La solución fue mala y provisional, como el
tiempo demostraría, pero se evitó la catástrofe.
Esta vez, lo que piden los republicanos es la
reforma sanitaria de Obama, al completo o parcialmente, una ley que
es el emblema de su presidencia y, probablemente, la razón principal por la que
será recordado en la historia. Es un precio demasiado alto que el presidente no
puede pagar sin infligir un daño descomunal a su prestigio y a su gestión.
Pero Boehner insiste en que esta crisis no se va a resolver si Obama no
cede, aunque sea un poco, con esa reforma. “Le recordé al presidente la otra noche
–estuvieron reunidos en la Casa Blanca el miércoles- que el es famoso por decir
que, en toda negociación, nadie consigue el 100%. Pues bien, no lo va a
conseguir tampoco esta vez”, advirtió el presidente de la Cámara de
Representantes.
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