El uniformado se
enfrenta a un máximo de 90 años de cárcel.
Antes de la
apelación el fallo debe ser aprobado por el responsable del Distrito Militar de
Washington.
EVA SAIZ Washington
El soldado Bradley Manning ha sido
condenado a 35 años de cárcel por la mayor filtración de documentos
diplomáticos y militares secretos de la historia de EE UU. El uniformado de 25
años se enfrentaba a una pena máxima de 90 años en prisión por los 20 delitos
de los que fue encontrado culpable por la juez militar encargada del caso el
pasado 30 de julio, entre ellos violación de la Ley de
Espionaje, robo y fraude informático. De acuerdo con el código
militar, Mannind deberá cumplir un tercio de su pena antes de poder solicitar
la libertad condicional.
Durante la fase final de alegaciones del pasado lunes, la fiscalía
solicitó a la juez, la coronel Denise Lind, que impusiera a Manning una pena de
60 años que sirviera “de ejemplo disuasorio”. “Esta sala debe enviar un claro
mensaje a cualquier soldado que esté sopesando robar información clasificada”,
señaló la acusación. La defensa del soldado, sin embargo, pidió una condena que
“le permita tener un futuro”. El abogado de Manning aspiraba a que se le
sentenciara a un máximo de 25 años, el periodo que debe pasar para que los
documentos secretos puedan hacerse públicos.
El soldado también ha sido expulsado con deshonor del Ejército y será
obligado a devolver parte de su salario, de acuerdo con la resolución leída por
Lind. De la pena total impuesta a Manning, la juez deducirá los tres años y
medio que ha pasado en prisión a la espera de juicio y otros 112 días por el
por el “trato injusto” que recibió durante su estancia en la base de los
Marines en Quantico (Virginia). De acuerdo con el código militar, antes de
cualquier apelación, la sentencia de Lind ahora debe ser aprobada por el
responsable del Distrito Militar de Washington, el general Jeffery Buchanan,
quien incluso podría rebajarla. Si da el visto bueno al fallo, el caso pasará
automáticamente al tribunal militar de Apelaciones.
Desde que en 2007
decidiera alistarse en el Ejército hasta que se ha hecho pública su condena se
han sucedido seis años en los que Bradley Manning ha pasado de ser un soldado
inseguro a un mártir de la libertad de expresión, para unos, y un traidor, para
otros.
§ Octubre de 2007.
Bradley Manning se alista en el Ejército de EE UU
§ Octubre de 2009.
Aterriza en la base Hammer en Irak con 21 años como parte del equipo de la
Segunda Brigada de Combate.
§ Febrero de 2010. El
soldado realiza la primera filtración a la web fundad por Julian Assange,
Wikileaks.
§ Abril de 2010.
Wikileaks publica ‘Muerte Colateral’, el vídeo que muestra a soldados
estadounidenses disparando desde un helicóptero Apache sobre civiles iraquíes y
dos periodistas en Bagdag.
§ Mayo de 2010. Manning
es detenido en Irak y trasladado a Kuwait.
§ Junio de 2010. El
soldado es acusado de robo de documentos clasificados y enviado a la prisión
militar de Quantico (Virginia).
§ Marzo de 2011.
Manning es acusado de un delito de ayuda al enemigo
§ Febrero de 2013. El
soldado declara por primera vez en una vista preliminar del juicio y asegura
que filtró la información secreta para “generar un debate entre la sociedad
estadounidense” sobre las prácticas del Ejército y la diplomacia de ese país.
§ Junio de 2013.
Comienza el juicio contra el soldado Manning por la mayor filtración de
documentos militares y diplomáticos de la historia de EE UU.
§ Julio de 2013. La
jueza militar encargada del caso encuentra a Manning culpable de 20 de los 22
cargos que pesaban sobre él. Lo absuelve del más grave, ayuda al enemigo.
§ Agosto de 2013. El 14
de este mes, Manning pide perdón por las filtraciones y el daño causado a EE
UU. Una semana después, la juez lo condena a 35 años de prisión.
Mientras las asociaciones de derechos civiles demandaban una sentencia
proporcional, el Gobierno esperaba obtener un fallo ejemplarizante que sirviera
de precedente para impedir futuras filtraciones en el Ejército. La decisión de
la juez ha decepcionado a las primeras. "Cuando a un soldado que ha
compartido información con la prensa se le impone un castigo mayor que ha otros
que han torturado o asesinado a civiles es que algo funciona extremadamente mal
en nuestro sistema de justicia", ha asegurado en un comunicado la Unión
Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU).
La semana pasada, el soldado pidió perdón por haber
filtrado los documentos y reconoció que con su conducta había “perjudicado a EE
UU”. Manning aseguró que le hubiera gustado volver atrás pero que,
dado que era imposible, aspiraba a poder “retomar la relación con su familia y
graduarse en la universidad”. Este miércoles terminará para el uniformado una
pesadilla que comenzó en febrero de 2010 cuando envió a Wikileaks los primeros
documentos sobre las guerras de Irak y Afganistán.
Desde ese momento, el soldado continuó filtrando nuevo material, cables
diplomáticos, declaraciones de presos de Guantánamo, vídeos sobre la guerra,
entre ellos las famosas imágenes del helicóptero Apache disparando sobre un
grupo de iraquíes -entre ellos niños- y dos periodistas en Bagdag. De acuerdo
con sus abogados, la frágil personalidad de Manning no soportó la impresión de
los acontecimientos a los que asistió en Irak, lo que, unido a su idealismo le
llevó a dar a conocer los documentos y la realidad de lo que sucedía en las
guerras que estaba llevando a cabo EE UU. El propio Manning en la vista previa
del juicio en febrero reconoció que su intención había sido la de generar un debate.
“Yo creía que iba a ayudar a la gente, no a perjudicarla”, insistió el soldado
la semana pasada.
La versión que ha ofrecido la fiscalíadurante las ocho semanas que ha
durado el juicio ha sido muy distinta. Lejos de la bonhomía que
defendía la defensa, el Pentágono ha presentado a Manning como un narcisista y
un traidor que en todo momento era consciente de lo que estaba haciendo y que
sabía que con las filtraciones ayudaría a los enemigos de EE UU. Pese a su
empeño, el fiscal no ha conseguido que al soldado se le reconociera culpable
del delito de ayuda al enemigo, el más grave de los 22 cargos que pesaban sobre
él y que acarrea la cadena perpetua.
El desarrollo del juicio a Manning ha coincidido con el escándalo provocado por otro
filtrador, Edward Snowden, cuyos documentos sobre las prácticas de
espionaje del Gobierno y su posterior huida y concesión de asilo por Rusia han
puesto en jaque a la Administración Obama. Como Manning, Snowden también ha
sido acusado de espionaje, es la séptima persona imputada por filtrar información
secreta a los medios de comunicación desde que el actual presidente llegó a la
Casa Blanca.
El proceso ha cuestionado la función de los filtradores en el mundo de
Internet, levantando las dudas sobre si, con la cesión de datos a los medios de
comunicación, se ejerce una labor de servicio público en aras de la libertad de
expresión e información o se pone en riesgo la seguridad nacional. Un debate
que está lejos de apagarse tras el goteo de filtraciones de Snowden.
Tras su detención el 27 de mayo de 2010, Manning ha recibido el apoyo
internacional de miles de seguidores que lo consideran un héroe, una palabra
que muchos de quienes estaban en el tribunal de Fort Meade (Maryland) le han
gritado tras conocerse la sentencia. La red de apoyo a Manning , The Bradley
Manning Support Network, va a centrar ahora sus esfuerzos en solicitar el
indulto del soldado al presidente de EE UU y crear un fondo para que éste pueda
ir a la universidad cuando sea definitivamente liberado.
Las asociaciones de
derechos civiles se han apresurado a criticar la condena a 35 años de cárcel al
soldado Bradlley Manning. La mayoría coinciden en argumentar que esta pena es
mucho más severa que la que han recibido otros soldados acusados de delitos de
guerra por matar a civiles inocentes en Irak o Afganistán y que tampoco se
puede considerar proporcional atendiendo a los castigos impuestos a otros
militares implicados en torturas.
Jeremy Morlock, uno de los soldados
que reconoció haber participado en matanzas indiscriminadas de civiles en
Afganistan durante 2010, fue condenado a 24 años de cárcel. De los soldados
relacionados con los tratos vejatorios implicados en las torturas de Abu
Grahib, el que recibió la mayor pena -en la mayoría de los casos se trató de
sanciones menores- fue condenado a 10 años de cárcel.
Respecto de los miembros del ejército acusados de violar la Ley de
Espionaje, la sentencia de Manning también es la más alta, aunque, en su caso,
también estaba acusado de muchos más delitos. El último militar condenado por
espionaje, fue William Colton Millay, sentenciado a 16 años de cárcel el pasado
mes de marzo por intentar acceder a información privilegiada. Millay fue
detenido en 2011 por el FBI y nunca llegó a sustraer documentos secretos. En
1991, Albert Sombolay fue condenado a 34 años por espiar para Irak durante la
primera Guerra del Golfo. Sólo cumplió 12 años. En 1987 y 1989, en los
estertores de la Guerra Fría, Michael Peri y Clayton Lonetree, fueron
sentenciados a 30 años por pasar información de Defensa a la República
Democrática Alemana y ceder planos de la Embajada de EE UU en Moscú a un agente
soviético, respectivamente.
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