El Gobierno
interino de Egipto inicia una ofensiva diplomática para defender sus acciones.
El ministro de
Exteriores anuncia una comisión de investigación sobre las cargas militares.
DAVID
ALANDETE / AGENCIAS El Cairo
Varios soldados vigilan la sede del Constitucional en El Cairo. / AL YOUM ELSABAA NEWSPAPER (EFE)
El nuevo hombre fuerte de Egipto, el general Abdel
Fatah Al Sisi, se ha referido a la situación del país este domingo
por primera vez desde la matanza de cientos de islamistas por parte de las
fuerzas de seguridad. Al Sisi, jefe del Ejército y ministro de Defensa, ha
advertido este domingo de que la violencia "no doblegará al Estado" y
que las autoridades no permanecerán "impasibles ante la destrucción del
país y las amenazas contra la población".
Ante mandos de las fuerzas de seguridad, que han protagonizado una dura
represión de las protestas islamistas por el golpe, aseguró que los militares
respetan la voluntad popular y no ansían el poder. Al Sisi pidió a los
seguidores del depuesto presidente Mohamed Morsi que reflexionen,
refiriéndose a aquellos que "se imaginan que la violencia hará
arrodillarse al Estado y a los egipcios". Y a los medios de comunicación
occidentales les dijo que no permitirá que den una imagen "errónea de que
existe una lucha entre el pueblo".
Los Hermanos Musulmanes han decidido cancelar algunas de las
manifestaciones de protesta convocadas en Egipto para este domingo tras recibir
informaciones de que hay francotiradores apostados. En El Cairo, los islamistas
habían convocado marchas desde cinco mezquitas hacia la sede de la Corte
Constitucional, como protesta contra el anuncio del primer ministro interino,
Hazem Beblaui, de que ha propuesto a su Ejecutivo disolver legalmente la
hermandad. Ante las protestas, y la represión del gobierno, que en los pasados
cuatro días se han cobrado al menos 800 vidas, el Gobierno interino del país ha
iniciado una ofensiva diplomática y política en la que busca dotarse de
legitimidad en la escena internacional.
El ministro interino de Exteriores, Nabil Fahmi, ha anunciado este domingo
la formación de una comisión de investigación sobre lo acontecido en el país
desde el 30 de junio, día de las multitudinarias manifestaciones que
precedieron al golpe de Estado, desde las que han fallecido al menos 1.000
personas. “Estos no son tiempos fáciles para nosotros con muchos de nuestros
amigos en la escena internacional o con Estados Unidos”, admitió el primer ministro en
conferencia de prensa. “Pero somos gente seria y racional, y tenemos confianza
en nosotros mismos y mantendremos, firmemente, las decisiones que afectan a
Egipto en manos de los propios egipcios”, añadió.
El gobierno interino busca así aplacar los ánimos de sus aliados
internacionales, justo en una jornada en la que la Unión Europea ha anunciado que reevaluará
de forma inminente sus relaciones con la nación árabe. Herman Van Rompuy y Jose
Manuel Durao Barroso, presidentes del Consejo y de la Comisión europeos
respectivamente, dijeron en un comunicado que “la UE seguirá decididamente sus
esfuerzos para promover el fin de la violencia, el restablecimiento del diálogo
político y volver al proceso democrático”, y para ello “reconsiderará con
urgencia en los próximos días sus relaciones con Egipto, y tomará medidas para
lograr esos objetivos”.
El jueves, el presidente norteamericano, Barack Obama, condenó
“enérgicamente” las recientes matanzas y ordenó la suspensión de unos
ejercicios militares conjuntos del Pentágono con Egipto, pero, de nuevo, evitó
calificar lo ocurrido el 3 de julio de “golpe de Estado”. Hacerlo le obligaría
a suspender los 1.300 millones de dólares de ayuda militar que cada año su país
concede a las fuerzas armadas de Egipto. "Deploramos la violencia contra
civiles. Apoyamos los derechos universales a la dignidad humana, incluido el
derecho a protestar de forma pacífica", dijo Obama.
Aun así, y ante las amenazas de numerosos países de que revisarán las
ayudas que conceden a Egipto, el propio Gobierno egipcio ha dicho este domingo,
a modo de represalia preventiva, que también reevaluará esas ayudas, para
evitar injerencias extranjeras. “Las ayudas extranjeras no deben suponer una
intervención sobre nuestros asuntos internos”, dijo el ministro de Exteriores
en su rueda de prensa, añadiendo que solventar la crisis interna del país es
más importante “que preocuparse ahora por ayudas extranjeras”.
El sábado, la agencia estatal de noticias Mena dijo que la fiscalía
pública investiga a 250 islamistas, partidarios de los Hermanos Musulmanes, por
intento de homicidio y actos de terrorismo. En prisión se hallan varios líderes
de la hermandad, como su poderoso número dos, Jariat el Shater, o el propio
presidente depuesto, Mohamed Morsi, al que el ejército mantiene en paradero
desconocido.
El viernes, bautizado como “día de la ira” por los islamistas, acabó con
más de 170 muertes, el segundo día con más fallecidos desde el golpe de Estado.
Al menos 1.000 personas fueron detenidas en las marchas convocadas por los
Hermanos Musulmanes. El gobierno de Egipto declaró el estado de emergencia el
miércoles, y ordenó el toque de queda a las 19.00. Durante los pasados cuatro
días la mayoría de comercios de El Cairo permanecieron cerrados, muchas calles
desiertas. Este domingo, en el arranque de la semana, la capital ha comenzado a
recuperar cierta normalidad.
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