Majestuoso testimonio de un poder agostado

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martes, 11 de junio de 2013

S.O.S. con tonada: las economías regionales están al borde del abismo

En caída libre

La escalada de los costos internos pulveriza la competitividad y amenaza a sectores que generan miles de puestos de trabajo en el interior del país; medidas alternativas a la devaluación; los paradójicos efectos de un modelo que pregona la lucha contra la concentración.


Por Maria Florencia Carbone  | LA NACION


Ilustración: Alejandro Álvarez. 
El pedido de auxilio no distingue tonadas: el S.O.S. de las economías regionales retumba en cada rincón del país. Poco importa si se habla de aceite de oliva, vino, yerba, frutas, miel o pescado. Todos esos sectores vivieron en los últimos años una realidad común en la que el fuerte incremento de costos le ganó por varios cuerpos a los precios internacionales y se encargó de pulverizar la competitividad.
Lejos de ser novedosa, la situación que comenzó a insinuarse entre 2008 y 2009 no hizo más que profundizarse con el paso del tiempo. Si se toma como base 2007 (momento en el que había "un dólar razonable"), la mayoría de los productos de las economías regionales sufrieron hasta hoy una caída de entre 20 y 57% del tipo de cambio real sectorial, según un trabajo de Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (Ieral).
"La cotización del dólar oficial viene aumentando a menor ritmo que la inflación, y posiblemente la situación se mantenga, al menos, hasta las próximas elecciones legislativas como una estrategia para controlar la inflación", dicen en Ieral y consideran que eso complicará a los exportadores porque "sus costos seguirán creciendo en dólares".
Jorge Day, economista de Ieral-Mendoza, explica que la devaluación de 2002 permitió resurgir a muchas economías regionales "a las que les fue muy bien hasta 2008/2009", cuando el mundo empezó a crecer a menor ritmo y el dólar perdió mucho valor en el país. "Si le preguntás a un empresario cuál es su principal problema, responde: el dólar. Una vez que se acomoda ese tema aparecen otras cosas importantes como los altos costos del transporte, la burocracia y demora en la aduana, la demora en la devolución del IVA. La devaluación trajo un diferencial tan bueno que eso tapó el resto de los problemas", dice Day.
Marcelo Loyarte, director ejecutivo de la Cámara Argentina de Fruticultores Integrados (CAFI), apela a un ejemplo sencillo para graficar el aumento de costos: para pagar un salario promedio del sector en 2005 se debían exportar 48 cajones de fruta; hoy hace falta vender 68. Si se tiene en cuenta que una característica intrínseca de las economías regionales es la mano de obra intensiva, las cifras cobran aún mayor relevancia.
El director de la cámara que representa el 65% de las exportaciones de peras y manzanas del país, añade que entre 2007 y 2012, los costos medidos en dólares aumentaron 100% mientras que los precios internacionales de las frutas crecieron entre 35 y 50% según las variedades.
Máximo Daga, licenciado en comercio exterior que, vive en Villa Regina, explica que la pérdida de rentabilidad tiene un impacto directo en la productividad. "Hoy se producen entre 30.000 y 40.000 kilos de fruta por hectárea cuando deberían ser 60.000 kilos, pero muchos productores no pudieron hacer la reconversión en su momento -reemplazar plantas y variedades- y hoy están en una encrucijada".
Marcelo Elizondo, director de la consultora DNI, aporta un dato curioso si se tiene en cuenta la promocionada cruzada oficial contra los grandes grupos: "Mientras en 2005 las exportaciones de los 5 sectores más relevantes integrados por multinacionales (granos, oleaginosas, harinas y aceites y autos) representaban sólo el 38% del total, mientras las de los demás sectores (donde están las frutas, los vinos, los ajos y cebollas, los químicos, las hortalizas, las industrias derivadas de la madera como el papel y el cartón, etc.) representaban el 61%. Hoy, los 5 sectores principales representan el 54% y los demás el 46%".
Dentro de las "particularidades" que se observan en los últimos años, figuran cuestiones como que a los exportadores les resulte más rentable vender yerba mate sin valor agregado ("canchada") o aceite de oliva y vino a granel en lugar de envasado.
Mario Bustos Carra, gerente de la Cámara de Comercio Exterior de Cuyo y gerente general de la Asociación Olivícola de Mendoza (Asolven) comenta que el aceite de oliva, que es un producto con proceso industrial, no tiene reintegros para la exportación; las aceitunas, sí.
¿Qué significado tiene eso? ¿Se debe a errores o falencias de la política pública para fomentar la exportación con valor agregado?
Elizondo cree que la primera razón de esa primarización es la inflación de costos que saca a los productos locales de mercados externos por el alza de precios: "Inflación más atraso cambiario", dice. La segunda razón -agrega- es que no se han compensado con procesos de innovación, agregación de valor, generación de intangibles y características singulares que permiten mejores precios (como compiten quienes vienen de países con tipos de cambios más "duros", como los alemanes y los ingleses).
"En esto hay problemas macroeconómicos, problemas de falta de asistencia técnica por parte de las agencias de gobierno que deben proveer servicios en la materia (a las empresas) y problemas del sector privado para generar mejores atributos", destaca Elizondo.
Otro dato: entre agosto de 2010 y agosto 2011, del total de las exportaciones de vino, 70% era embotellado y 30% a granel. Entre agosto de 2011 y agosto de 2012, las cifras se invirtieron: 70% de las ventas fueron a granel y 30%, embotellado.
Un trabajo de Ieral ayuda a comprender un poco más la cuestión. "La retención no es un impuesto que grava sólo el valor agregado, sino todo el producto. En el caso del vino fraccionado no sólo se grava el costo del líquido sino todos los insumos que lo «visten»: botella, caja, corcho, etiqueta, etc. Para darse una idea de la importancia de esos costos, una botella de vino malbec exportado vale en promedio cinco veces más que el mismo vino sin embotellar. O sea, para una botella de vino de $ 50, la retención no cae sobre los $ 10 que cuesta el líquido sino sobre el precio total".
Tras recordar que la industria de alimentos y bebidas representa el 25% del PBI industrial y el 28% de los puestos de trabajo del sector manufacturero, Daniel Funes de Rioja, presidente de la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (Copal) observa "con preocupación" la caída que las exportaciones del sector -en particular un gran número de productos regionales- tuvieron durante 2012 y los dos primeros meses de este año (alrededor del 40% del total producido se destina a los mercados internacionales).
¿Cuáles son los principales factores en la pérdida de competitividad? Funes de Rioja identifica "denominadores comunes" que afectan y generan inquietud en toda la industria de alimentos y bebidas: el incremento del costo de las materias primas, los insumos (algunos estratégicos como la energía), la presión fiscal, el costo del flete y las discusiones salariales.
Mario Bustos Carra agrupa esas coincidencias en una "matriz común", y enumera sus componentes:

·         Dólar atrasado
·         Inflación galopante
·  Falta de insumos (complicación surgida a partir de las trabas oficiales a las importaciones)
·         Demora en el pago de reintegros

El circuito parece repetirse: la devaluación sirvió para que gran parte de las firmas -de todos los sectores- recompusieran la complicada situación financiera y económica en la que quedaron luego de la década del '90. Algunos también lograron modernizar sus máquinas, adquirieron tecnología o mejoraron las especies, y la gran mayoría salió al mundo gracias al empujón inicial de un tipo de cambio favorable.
Oscar Fortunato, presidente del Consejo Empresario Pesquero Argentino (CEPA), aclara que el desarrollo de las economías regionales no sólo se dio por la devaluación. "Hubo algo que fue muy importante: la acertada política de mantener hasta 2007 un acompañamiento de la variación de la paridad cambiaria con los niveles de inflación o aumento de los costos de producción".
Fortunato señala que a partir de 2009 no sólo cambió esa política sino que sumó la retracción de la demanda externa por la irrupción de la crisis internacional. Hoy la industria pesquera -que genera más de 40.000 empleos- está "en situación de quebranto productivo". Según el empresario, urge instrumentar cambios.
"Buena parte de las medidas que ayudaban mucho, como la ventaja Dejuauto que permitía pagar los Derechos de Exportación una vez cobrada la exportación, o el Sistema de Mis Facilidades para pagar las cargas sociales en planes de 3 y 6 cuotas fueron eliminadas. Hoy, a pesar de estar en situación de quebranto productivo, debemos pagar los derechos antes de exportar y tenemos muchos reintegros sin cobrar desde hace mucho tiempo. Es decir, siendo acreedores del Estado debemos pagar anticipado los derechos de lo que todavía no exportamos ni cobramos."
¿Por qué pasó lo que pasó? Desde Mendoza, Bustos Carra, responde: "Es la muestra de que falta un plan económico para decidir qué camino hay que recorrer. El actual modelo no contempla a las economías regionales, que son las grandes generadoras de puestos de trabajo. Como no hay un plan, se adoptan resoluciones parciales y coyunturales movidos por ejemplo por el aumento de las importaciones de combustible".
¿Cómo imaginan el futuro inmediato? Loyarte, de CAFI, es contundente: "Preocupante en términos de aumento de los costos internos al tiempo que habrá menos demanda del mercado internacional".
Saben que no son tiempos sencillos. Aseguran que la devaluación no figura en su lista de prioridades (ver recuadro) y que tienen una batería de medidas paliativas con las que el panorama podría mejorar sustancialmente. Guardan una esperanza: que el Gobierno los escuche.
DÉFICIT

La infraestructura y la logística se suman a la lista de factores que restan competitividad a las economías regionales. "Tenemos una tasa de inversión privada que no soporta el incremento de la demanda local más la externa porque es baja y en términos de inversión en infraestructura, una tasa de inversión pública que es la mitad del promedio de Latinoamérica, por lo que hay demandas insatisfechas. La energía no satisface proyectos de crecimiento de oferta exportable", dice Elizondo. Y agrega: el país tiene, en relación a su extensión territorial, la mitad de los caminos que Brasil y casi la cuarta parte de España. El transporte ferroviario tiene una incidencia menor y, adicionalmente, se necesitarán muchos aeropuertos en breve plazo.. 

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