El presidente
hablará en una universidad de Washington sobre la política de Estados Unidos en
la lucha contra el terrorismo.
YOLANDA
MONGE Washington
La Casa Blanca ha confirmado esta mañana durante su habitual rueda de
prensa diaria que el presidente insistirá el próximo jueves en “su
determinación de cerrar” el polémico centro de detención en la base naval de
Guantánamo. Barack Obama dará ese día un discurso sobre su política
antiterrorista en la Universidad de Defensa Nacional, en Washington, en el que
abordará también el controvertido uso de los aviones no tripulados, conocidos
como drones. En su discurso sobre el Estado de
la Unión, en enero pasado, el presidente Obama se comprometió a
que la lucha antiterrorista fuera más transparente y su discurso del próximo
jueves será el primer paso en ese sentido, ha asegurado la Casa Blanca.
El presidente vive estos días acosado por varios escándalos, entre ellos
el de la agencia tributaria, cuyas consecuencias políticas aún están por escribirse
y siempre despiertan el fantasma de Richard Nixon –dimisión incluida-. Con este
escenario –al que se suma el ataque de Bengasi el pasado 11-S y el registro
secreto de las llamadas de la agencia AP-, el presidente necesita despejar los
nubarrones que manchan su administración y dar buenas noticias –para lo que no
tiene mucha maniobra, vista la realidad-.
Guantánamo puede complicarle aún más su segundo mandato de lame
duck a Obama si no toma decisiones, y rápido. Con más de la mitad de los 166
reclusos que están recluidos en el penal en huelga de hambre,
el Pentágono ya alimenta por la fuerza a más de 30 para que no fallezcan. Ningún
mandatario desea tener sobre su Administración la mancha de un solo fallecido
por una huelga de hambre, como le sucedió a Margaret Thatcher a principios de
los ochenta, que llegó a sumar 10, entre ellos Bobby Sands, el oficial al mando
del IRA provisional, que antes de morir en la tristemente célebre prisión de
Maze llegó a convertirse en parlamentario británico.
El último día de abril, el presidente retomó con fiereza el
controvertido tema de Guantánamo al anunciar que debía de ser
cerrado y que lo iba a intentar. La declaración llegaba cuatro años después de
que en el primer día de su presidencia dijera que la cárcel sería historia en
un año. Aquella declaración no se cumplió y Guantánamo fue cayendo en el
olvido. Tanto que incluso la persona nombrada por la Administración demócrata
para manejar el traslado a terceros países de los reos fue relevado de su
puesto a principios de año y nadie le ha sustituido.
Frustrados, los presos iniciaron a principios de febrero una huelga de
hambre que ha ido sumando adeptos, hasta
alcanzar una cifra superior a 100. Ochenta y seis de los
reclusos tienen luz verde para salir de la isla. De esa cifra, 56 son
ciudadanos de Yemen, país vetado por Obama tras el atentado frustrado el día de
navidad de 2009 por parte de un yemení y la base de Al Qaeda en ese país
asiático frente al cuerno de África. Quizá en el discurso de Obama del jueves
esté el anuncio de suavizar las transferencias de presos como medida para
neutralizar una huelga de hambre que ya es una bomba de relojería para la
Administración.
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