Majestuoso testimonio de un poder agostado

Majestuoso testimonio de un poder agostado

viernes, 5 de abril de 2013

El fin de un idilio y el derrumbe de una estrategia


 

 

Unas pocas palabras bastaron para destrozar en segundos el idilio político entre Mujica y Cristina Fernández.

 

 


Unas pocas palabras bastaron para destrozar en segundos el idilio político que habían exhibido en los últimos años el presidente de Uruguay, José Mujica y su colega argentina, Cristina Fernández; y volvieron a tensar las relaciones entre los gobiernos del Río de la Plata, luego de tres años de una distensión que en realidad ocultaba múltiples problemas sin resolver en las relaciones bilaterales.
“La vieja es peor que el tuerto”. La lapidaria frase de Mujica estaba siendo tomada por un micrófono abierto, sin que Mujica lo supiera, y refería a la mandataria argentina y a su difunto esposo, el ex presidente Néstor Kirchner (2003-2007). El incendio demoró muy poco: los medios tomaron la frase de inmediato, los portales se ocuparon de potenciarla y las redes sociales ardieron. Miles de mensajes de los lectores en los portales de los principales diarios argentinos mostraban el impacto que habían tenido las expresiones del presidente uruguayo, que se ha vuelto muy popular en la vecina orilla.
En realidad los dichos de Mujica habían sido un poco más extensos: también dijo que Cristina Fernández no sabe lo que hace y que es más “terca” que Kirchner y se burló de la conversación que la presidenta mantuvo con el papa Francisco cuando le regaló un mate argentino. “A un papa argentino que vive 77 años, ¿le va a explicar lo que es un mate y un termo?".
Mujica intentó una explicación que no convenció a nadie, asegurando que públicamente no había hablado del tema. Pero no pudo negar sus dichos y la Cancillería argentina reaccionó con gran dureza.
Mujica fue traicionado por un micrófono abierto, pero también por dos elementos fundamentales de su propia forma de actuar: una incontenible verborragia que lo hace hablar todos los días de los más diversos temas, a veces contradiciéndose consigo mismo; y un estilo recargado de expresiones que no pocas veces caen en el agravio.
En realidad, este inesperado hecho, no hizo más que dejar el descubierto la verdadera situación de las relaciones bilaterales, con múltiples temas pendientes por falta de aprobación del gobierno argentino.

Al desnudo

El gobierno uruguayo quedó completamente descolocado y el presidente Mujica al desnudo. Los medios de comunicación actuales –Internet mediante- no perdonan y la velocidad con la que se propagó la información dejó al presidente uruguayo sin margen de maniobra. Su frase derrumbó en instantes la paciente estrategia de acercamiento a la Casa Rosada que Mujica tejió desde la Presidencia, intentando dejar atrás el complicado período los gobiernos de Néstor Kirchner en Argentina y el socialista Tabaré Vázquez (2005-2010) en Uruguay, caracterizado por una confrontación permanente. La llegada simultánea al gobierno de Kirchner y Vázquez, hizo pensar en su momento en la apertura de un período fructífero en las relaciones de los dos países, bajo su presunta identidad ideológica. Sin embargo ocurrió lo contrario.
El principal motivo de aquel enfrentamiento, fue la oposición del gobierno argentino a la construcción de una planta de celulosa en la limítrofe ciudad de Fray Bentos sobre el río Uruguay y la consecuente decisión de un grupo de ciudadanos –con claro apoyo del gobierno nacional- de cortar un puente que une en ese lugar a los dos países. En represalia, Vázquez vetó a Kirchner como presidente de la UNASUR, encendiendo la furia del gobierno argentino. Incluso mas recientemente –en octubre de 2011-volvió la polémica, cuando Vázquez admitió en una charla con un grupo de estudiantes, que había solicitado apoyo al entonces presidente de los Estados Unidos, George Bush y su secretaria de Estado, Condoleezza Rice, en el conflicto con Argentina; y les pidió que hicieran público que Estados Unidos era amigo y socio de Uruguay.

Etapa nueva, problemas viejos

Argentina llevó el tema de la plana de celulosa a la Corte Internacional de La Haya pero el fallo le fue adverso, lo que dejó en una situación incómoda al gobierno de ese país. El final de la gestión de Vázquez y la llegada de Mujica al gobierno, abrieron las puertas a una nueva etapa que dejara atrás los resentimientos. Así, desde la propia asunción de Mujica, abundaron los gestos de cercanía entre el mandatario uruguayo y Cristina Fernández destinados muchas veces a marcar el contraste con lo que había ocurrido con Tabaré Vázquez.
Sin embargo persistieron problemas de todo tipo: la permanente postergación de la profundización del canal Martín García en el Río de la Plata (fundamental para los puertos uruguayos), denuncias de intento de coima a un diplomático uruguayo para favorecer a una empresa en el mantenimiento del mismo canal, falta de un permiso por parte de Buenos Aires para construir nuevos muelles en un puerto uruguayo, dificultades crecientes en el comercio bilateral, trabas al turismo argentino (muy importante para la economía uruguaya) y la demora en construir juntos una planta “regasificadora”, entre otros temas, siguieron complicando las relaciones.
La persistencia de las dificultades pese a los reiterados gestos de buena voluntad de Mujica, le provocaron duras críticas de la oposición y generaron dudas en filas oficialistas. El presidente Mujica llegó a aceptar por presión argentina que el actual embajador uruguayo en Madrid, y ex embajador en Buenos Aires, Francisco Bustillo, fuera retirado de la Comisión Administradora del Río de la Plata, un escenario de reiterados choques en los últimos años entre los dos países. Buenos Aires veía en Bustillo –un hombre de confianza de Tabaré Vázquez y del actual canciller Luis Almagro- un obstáculo por sus duras posturas en las negociaciones.
El conjunto de las dificultades, fue haciendo perder la paciencia a Mujica, quien en los últimos meses había emitido más de una señal de disconformidad sintetizada en otra frase contundente: las relaciones con Argentina, señaló, son una “misión imposible”.
Este nuevo episodio protagonizado por Mujica trasciende por mucho la anécdota y cala hondo en las relaciones bilaterales, y sin duda impacta en el MERCOSUR y los vínculos entre los gobiernos “progresistas” o de izquierda de la región.
Los dichos de Mujica también pueden dar a la presidenta argentina un motivo, ahora sí, para justificar muchas de las trabas que ya existen en las relaciones bilaterales.

Pasado y futuro

Este episodio hace recordar a otro similar que ocurrió durante la Presidencia del colorado Jorge Batlle quien en 2002 ante una cámara que creía apagada, dijo que los argentinos eran unos “ladrones, del primero al último”. Entonces Batlle debió concurrir a Buenos Aires a pedir perdón al presidente argentino Eduardo Duhalde, en una conferencia de prensa en la que llegó a derramar lágrimas. Tal vez por eso, precisamente, Mujica dijo ahora que no iba a andar pidiendo perdón.
El padre de Jorge Batlle, Luis Batlle, también fue presidente entre 1947 y 1951 y durante su gobierno se vivió uno de los peores momentos en las relaciones bilaterales de los dos países, cuando los enemigos de Juan Domingo Perón se refugiaban en Uruguay.
Cuando Jorge Batlle calificó de “ladrones” a los argentinos, Mujica era diputado y opinó que lo grave no era lo que el presidente pensaba, sino que lo hubiera dicho, aún creyendo que la cámara estaba apagada. Ahora le tocó el turno al propio Mujica que al menos sinceró la situación y dejó en claro su verdadero pensamiento sobre su colega argentina y su fallecido esposo. Lo que casi todo el mundo se pregunta, es cómo habrán de evolucionar las cosas ahora. Y la respuesta no parece para nada clara.
Alfonso Lessa es periodista uruguayo, escritor, magíster en Ciencia Política y Dr. en Diplomacia.

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