Majestuoso testimonio de un poder agostado

Majestuoso testimonio de un poder agostado

viernes, 22 de febrero de 2013

Si Berlusconi gana, Europa se hunde




Por:  |

Toda disciplina científica busca el máximo de unidad en el estudio del objeto que le ocupa. La ciencia política no es diferente. Pero toda norma tiene una excepción que la confirma. Ahí es donde entran nuestros vecinos italianos que, como premio por su empeño en sorprender todo el rato a todo el mundo y hacer incomprensible para los extranjeros lo que ocurre en su país, han logrado algo único: desgajar el estudio del sistema político italiano del estudio de los sistemas políticos comparados para convertirse en una disciplina propia: “Política Italiana” o, en su versión anglosajona “Italian Politics”. No hace falta mucho sentido común para darse cuenta de que esta distinción no es motivo de envidia, sino de preocupación.

Las elecciones italianas de este domingo confirman de nuevo la procedencia de esta etiqueta. ¿Cómo digerir si no el magma de sensaciones que supone ver, a la vez, el contra todo pronóstico más que exitoso retorno de Silvio Berlusconi, los problemas del tecnócrata Monti para ganarse al electorado, la marea de apoyo popular y callejero del cómico Beppo Grillo y las dificultadas del centro-izquierda de Bersani para hacerse con una victoria electoral que, después de años fuera del poder, debería ser más que obvia?

Al histrionismo y desmesura de algunos de los candidatos, hay que añadir un sistema electoral enormemente complicado, que otorga al Partido más votado el 55% de los escaños en el Congreso y, también, en el Senado (aunque allí el voto para por regiones y sólo pueden votar los mayores de 25 años) y luego reparte el resto de escaños entre el resto de los partidos de forma proporcional. Ese sistema, que buscaba corregir la inestabilidad política, fruto de un sistema excesivamente proporcional y fragmentado que desembocaba en gobiernos de coalición débiles, ha tenido resultados paradójicos. Donde los politólogos italianos se ufanaban de haber creado una democracia “potenziata” o democracia “riforzata” nos hemos encontrado con una democracia que se ha convertido en un problema de primer orden, tanto para los propios italianos como para la misma Unión Europea.

Y en esas estamos. Muchos en Europa piensan que si Berlusconi gana, la reacción de los mercados será de pánico y el euro acabará en la UVI, cuando no en el tanatorio. La frase “si Berlusconi gana, Europa se hunde”, escuchada ayer en Berlín, no es tanto un pronóstico como una constatación del desconcierto, y también, del impacto que la crisis está teniendo sobre los sistemas políticos nacionales, la democracia, los partidos políticos y los ciudadanos.

No estamos en los años 30, ni dirimimos una lucha entre fascismo y comunismo, pero no conviene olvidar que Hitler llegó al poder mediante unas elecciones (no ganadas mayoritariamente pero sí con una amplia mayoría que le permitió formar un gobierno minoritario y, desde ahí, capturar el poder). No estamos ahí, en ese sentido los europeos somos típicamente posmodernos, pero sí que estamos constatando hasta qué punto esta crisis ha generado un círculo vicioso entre tecnocracia y populismo. Cuanto más populismo emerge en la política nacional, más necesario se hace el gobierno de los tecnócratas, únicos capaces de restaurar el sentido común y tomar medidas que sean eficaces. Pero cuánto más tiempo gobiernan los tecnócratas, más crece el populismo, pues la ciudadanía acaba rechazando los sacrificios que estos imponen.

El populismo de Berlusconi, prometiendo rebajas de impuestos a sabiendas de que estas hundirán el país precisamente en un momento en el que los esfuerzos de austeridad están dando resultado (Italia ha logrado un superávit presupuestario primario, esto es, sin contar el servicio de la deuda, del 3.5%) es escalofriante. Como lo es también la incapacidad de Mario Monti o Per Luigi Bersani de despegarse de Berlusconi en las encuestas. ¿De verdad que es posible que el futuro de un país y, por extensión, el destino de muchos europeos, se juegue en una elección que, vista desde fuera, parece algo así como el lanzamiento al aire de una moneda? El domingo, esperemos no tener que frotarnos los ojos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario