Los inspectores revisarán los arsenales químicos
en noviembre y el armamento será destruido a mediados de 2014.
EE UU renuncia a incluir el uso de la fuerza en la
resolución de la ONU.
ANTONIO CAÑO Washington
ACUERDO EN GINEBRA. Rueda de prensa de John Kerry y Sergei Lavrov para anunciar el pacto para que Siria destruya sus armas químicas. / REUTERS/LIVE
Con un
acuerdo que prevé varios meses para su cumplimiento y que no incluye medidas
específicas de sanción, Estados Unidos y Rusia establecen un marco para la
destrucción del arsenal químico de Siria y alejan, quizá definitivamente, la
posibilidad de una intervención militar contra el régimen de Damasco. El
compromiso, alcanzado el sábado en Ginebra por el secretario de Estado
norteamericano, John Kerry, y su homólogo ruso, Sergei Lavrov,
tendrá ahora que ser plasmado en una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, para lo que
Washington ha renunciado al uso de la fuerza.
“Si este
acuerdo se cumple totalmente, se puede acabar con la amenaza que las armas
químicas representan, no solo para el pueblo sirio, sino para sus vecinos y
para toda la región”, declaró Kerry.
Lavrov, por su parte, aclaró que “en este acuerdo, por supuesto, no se dice
nada sobre el uso de la fuerza o sobre ninguna sanción automática”.
El pacto
da una semana al régimen sirio para que informe sobre las cantidades precisas
de sus depósitos de armas químicas, y abre un plazo hasta noviembre para que se
permita que inspectores internacionales certifiquen esos datos. Finalmente, se
calcula que esas armas deben de quedar bajo control internacional para su
destrucción hacia mediados del próximo año, sin fijar una fecha exacta.
En el
camino habrá que sortear una serie de obstáculos diplomáticos, políticos y
logísticos que hacen el cumplimiento final de lo pactado difícil e incierto. No
solo será necesario darle fuerza de ley internacional a lo que ahora mismo es
solo un acuerdo bilateral, sino que será preciso desplegar un considerable
equipo de verificación en un país en guerra. En sus planes de contingencia, el Pentágono calculaba que se requerirían 80.000
soldados para garantizar el control del arsenal químico sirio.
Una de
las primeras dudas es la de fijar con credibilidad el número de armas. EE UU
calcula que ese país tiene un millar de toneladas métricas de gases venenosos
distribuidas en unos 45 depósitos a lo largo de todo el país. Pero Rusia no
comparte esas cifras, y no se sabe cuál es la contabilidad de Damasco puesto
que el régimen no reconocía hasta ahora disponer de ese armamento.
Es
imprevisible cómo puede todo esto afectar a la marcha del conflicto. Lavrov
advirtió que, no solo el Gobierno, sino también los rebeldes sirios tendrán que
colaborar en la seguridad de los inspectores internacionales, lo que parece
sugerir que la oposición tendrá que contener su ofensiva para el cumplimiento
de un plan que, de forma indirecta, da por hecho la permanencia de Bachar el Asad en el poder.
El
general Salim Idriss, jefe de las fuerzas rebeldes sirias, manifestó en una
conferencia de prensa televisada en Estambul, que este acuerdo suponía un
fuerte revés para la oposición y un espaldarazo para “el asesino Bachar”. “Nos
sentimos abandonados por la comunidad internacional, no nos queda ninguna
esperanza”, afirmó.
Barack
Obama declaró que, aunque confía en que el acuerdo de Ginebra tenga éxito, no
renuncia a la opción militar. “Si la diplomacia falla, EE UU y la
comunidad internacional tienen que permanecer listos para actuar”, afirmó.
Pero su
Administración ha renunciado a que esa opción figure formalmente en el acuerdo
alcanzado con Rusia. De hecho, hoy mismo la delegación norteamericana retiró la
amenaza del uso de la fuerza que figuraba en el proyecto de resolución que
había circulado en días pasados en el Consejo de Seguridad y lo sustituyó por
una referencia vaga a que, en el caso de que Siria incumpla lo pactado, se
tomarían “otras medidas”.
EE UU ha
renunciado, igualmente, a señalar la responsabilidad directa de Asad en el
ataque del pasado 21 de agosto con armas químicas y acepta también retirar del
proyecto de resolución una referencia a que el régimen sirio respondiese por
ese crimen ante la justicia internacional. Este viernes, el secretario general
de la ONU, Ban ki-Moon, anticipó que el informe de los inspectores aportaría pruebas “abrumadoras” sobre el uso de armas químicas y acusó
a Asad de “muchos crímenes contra la humanidad”.
Un
portavoz oficial norteamericano explicó que la renuncia al uso de la fuerza en
el Consejo de Seguridad responde al convencimiento de que Rusia no hubiera
permitido jamás un acuerdo que incluyese ese aspecto, pero aseguró que eso no
significa que EE UU descarte definitivamente la posibilidad de una intervención
militar de forma unilateral.
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