El intendente de Tigre buscará reforzar su campaña
en el sur del GBA con la figura de Giustozzi; la Casa Rosada apostará fuerte en
las comunas del norte de la Capital.
El Gobierno busca debilitar al intendente de Tigre. Foto: Archivo
Cristina Kirchner y Sergio Massa se
jugarán la batalla de la década sobre un escenario fracturado en dos: el
conurbano bonaerense. En ese paño, los intendentes aliados y el aparato del PJ
-oficialista y opositor- plantearán otra batalla menos visible, pero igual de
decisiva, en la que pondrán en juego sus lealtades y la gobernabilidad de sus
distritos.
Tanto la
Presidenta como el intendente de Tigre personalizarán sus campañas :
la primera, para plebiscitar en las urnas la "década ganada" y los
otros diez años que dice necesitar para "profundizar el modelo". El
líder del Frente Renovador, para buscar un atajo que lo lleve anticipadamente a
la Casa Rosada, en 2015.
Con un horizonte similar al de 2009, donde las
derrotas del kirchnerismo en los grandes distritos -Córdoba, Santa Fe y Capital
Federal- fueron compensadas por las victorias en el resto del país, lo que
decidan los habitantes del conurbano bonaerense, donde vota 1 de cada 4
argentinos, definirá la balanza a favor de uno u otro.
Pero, a
diferencia de aquellos comicios, los municipios que rodean la Capital Federal
dejaron de ser propiedad exclusiva del oficialismo: una fractura divide a los
intendentes del Sur, que reportan al Frente para la Victoria y los del Norte,
donde predomina la influencia Massa .
De los 24 distritos que rodean a la Capital
Federal, 15 son gobernados por intendentes kirchneristas: 9 de las 10
intendencias de la tercera sección electoral, al sur y el oeste del conurbano,
más otras seis de la primera sección, al noroeste de la ciudad de Buenos Aires.
La influencia que el aliado de Massa e intendente
de Almirante Brown Darío Giustozzi ejerza sobre los votantes de los distritos
vecinos al suyo, todos kirchneristas, resultará fundamental para los planes del
massismo. El compañero de fórmula de Massa cuenta a su favor con una gestión
reconocida en las urnas.
Pero difícilmente reciba la
"colaboración" que esperaba de intendentes kirchneristas que vieron
con celos la preferencia de Olivos por Insaurralde: para compensarlos, la Casa
Rosada les dio todo lo que pidieron en las listas de legisladores provinciales
y nacionales.
Giustozzi tiene aliados en otros municipios de la
tercera sección electoral, incluso en el territorio de Insaurralde: el rector
de la Universidad de Lomas de Zamora, Diego Molea, que supo enfrentar y
derrotar al vicegobernador bonaerense, Gabriel Mariotto.
El kirchnerismo le respondió en Almirante Brown con
un candidato sciolista que tres semanas atrás se mostraba cerca de Giustozzi:
Mariano Cascallares, titular del Instituto de Previsión Social bonaerense.
Más allá de lo que traccione Giustozzi en los
distritos vecinos del sur bonaerense, el massismo apuntará fuerte en otros dos
escenarios: La Matanza, con unos 900.000 votantes, y la franja que conforman
Lanús, Avellaneda y Quilmes, que suman otro millón de electores.
En los últimos tres distritos, el massismo cuenta
con un armado sólido en el PJ disidente, donde ya acercaron una mano los
sciolistas de La Juan Domingo, pero también espera aprovechar el desgaste en
las encuestas de los intendentes de Lanús (Darío Díaz Pérez) y Quilmes
(Francisco Gutiérrez).
DESVENTAJA
En La Matanza, el concejal Fernando Asencio, aliado
del diputado Felipe Solá, tendrá a su cargo el manejo operativo de la campaña,
con el apoyo no tan visible de gremios de las dos CGT. Pero Massa deberá
hacerse cargo personalmente para compensar una desventaja abismal: el
kirchnerismo de La Matanza llevará en su boleta de concejales a los únicos
apellidos conocidos en todo el municipio: el de su intendente, Fernando
Espinoza, seguido por María del Carmen Cardo de Balestrini, esposa del ex
vicegobernador.
Al norte de la Capital, el desafío de los
intendentes kirchneristas será, antes que nada, detener el avance del Frente
Renovador donde más pesa la imagen de Massa. Recibirán todo el apoyo del
Gobierno y, sobre todo, de las organizaciones que integran Unidos y
Organizados. Con todo, ya circulan rumores de conversaciones entre ambos bandos
para asegurar la gobernabilidad de los jefes comunales oficialistas, tras la
elección.
Pero el Gobierno no sólo planea defenderse en la
primera sección. También apuesta a jugar fuerte en San Martín, Hurlingham,
Pilar, Escobar y San Miguel. En el primero, el más populoso del norte del
conurbano, porque cree que la base de sustentación del intendente Gabriel
Katopodis es kirchnerista y no de Massa. En el segundo, porque con sumar
algunos concejales podrá cuestionar la gobernabilidad de Luis Acuña, al que ya
le "robaron" cinco concejales antes de la elección. Y en los últimos
tres, con menos posibilidades, porque cualquier ganancia servirá para mitigar
la traición de sus intendentes.
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