Los líderes y precandidatos del país sudamericano apoyaron un
referéndum, pero la población no.
Mujer votando durante el referéndum para despenalizar el aborto / SANTIAGO MAZZAROVICH (EFE)
La despenalización del
aborto es cosa juzgada en el Uruguay. El fracasado intento de convocar a un
referéndum para anular la ley aprobada este año y que permite el aborto
cumpliendo determinadas condiciones, cerró en este país un largo debate, que
incluyó varios proyectos frustrados en el Parlamento.
Los promotores de la derogación debían lograr este domingo que el 25 %
del cuerpo electoral concurriera a las urnas para habilitar un posterior
referéndum, pero estuvieron lejos del objetivo, ya que sólo obtuvieron un 8.9
%.
Lo paradójico es que la
unanimidad de los líderes políticos y los precandidatos de todos los partidos
para las elecciones nacionales del año próximo, sí concurrieron a votar para
habilitar el referéndum. No es la primera vez que ocurre eso en Uruguay: en
1994 una reforma constitucional promovida por todas las colectividades
políticas, fue rechazada por la población en consulta popular.
La polémica sobre el
aborto, de todos modos, atravesó de forma horizontal a todos los partidos.
Aunque el oficialista Frente Amplio fue el promotor del proyecto en el
Parlamento, su principal figura, el ex presidente Tabaré Vázquez (2005-2010),
estuvo en contra y votó a favor del referéndum. Médico de profesión, Vázquez
había vetado una ley similar aprobada por el Poder Legislativo, cuando fue
presidente de la República.
Como contrapartida el
también ex presidente Julio Sanguinetti (1985-1990 y 1995-2000), se constituyó
en uno de los principales defensores de la despenalización del aborto, a pesar
de que su Partido Colorado estaba en contra.
Los defensores de la
despenalización basaron sus argumentos en el alto número de abortos
clandestinos que se realizan sin otorgar las más mínimas condiciones sanitarias
a las mujeres, en especial a las de menores recursos.
Los opositores a la norma,
argumentaban que el ser humano es tal desde el momento mismo de la concepción y que la ley fue aprobada por muy
escaso margen en el Parlamento, sin la debida discusión.
La campaña por el
referéndum, de todos modos, fue calma y no supo de discusiones extremas ni
campañas agresivas.
Temas polémicos
La despenalización del
aborto forma parte de un paquete de iniciativas legales que refieren a
polémicos asuntos sociales y que incluye el matrimonio igualitario para los
homosexuales y la legalización del consumo de marihuana.
En Uruguay, a diferencia
de lo que ocurrió en otros países, laaprobación parlamentaria del
matrimonio igualitario, también se concretó este año sin mayores
conflictos y contó el voto de legisladores de todos los partidos políticos.
Sobre este tema no hubo
consulta pública, pero las encuestas exhibieron un apoyo mayoritario de la
población a la ley.
El proyecto de la
marihuana, una iniciativa personal del presidente José Mujica, no corre por
ahora la misma suerte. Por una parte, el proyecto todavía no logró consenso
dentro del propio oficialismo; y por otra, las encuestas muestran un amplio
rechazo de la población. Como en los otros casos, sin embargo, el tema no ha
generado hasta el momento controversias radicalizadas.
Liberalismo, laicidad y masonería
¿Cómo entender la ausencia
de debates dramáticos en Uruguay en temas tan sensibles como el aborto y el
matrimonio homosexual?
En materia política y
social, en el Uruguay predomina un fuerte sentimiento liberal, asociado a una
característica que lo hace único en América Latina: Uruguay es el país más
laico de la región, con una temprana separación de Estado y la Iglesia.
En Uruguay los presidentes
no juran sobre la Biblia desde comienzos del siglo XX, no existen crucifijos en
los hospitales públicos ni en las escuelas y liceos públicos, no hay capellanes
en las Fuerzas Armadas, no se reconocen los casamientos religiosos, y la
influencia de la Iglesia Católica, es mucho menor, por ejemplo, de lo que
ocurre en Argentina.
La Iglesia participó del
debate previo a la aprobación de la norma que habilita al casamiento de las
personas del mismo sexo, pero sus posturas no tuvieron mayor eco, ni siquiera
en el Partido Nacional o Blanco, el más afín a la religión católica. En cuanto
al aborto, la Iglesia llamó reiteradamente a respetar la vida, pero no tuvo un
papel especialmente protagónico.
El relativo peso de la
religión en Uruguay, tiene una contracara: la fuerza de la Masonería,
tradicionalmente adversaria de la Iglesia. La Masonería ha estado ligada, sobre
todo, al Partido Colorado, el que más años ha ejercido el gobierno en Uruguay,
pero sin embargo su influencia alcanza a numerosas esferas de la vida del país
y a todos los partidos. Entre otros la integran, por ejemplo, Tabaré Vázquez.
Fue un presidente
colorado, José Batlle y Ordóñez (1903-1907 y 1911-1915), quien se propuso a
comienzos del siglo XX separar al Estado de la Iglesia.
Autor de numerosas
reformas sociales que constituyeron un adelanto para su época, Batlle y Ordóñez
mantuvo un fuerte enfrentamiento con la Iglesia.
A pesar de su formación
católica, dio el ejemplo con su propia actitud desafiante a la costumbres de la
época, al convivir con su mujer sin casarse y luego fue impulsando una serie de
medidas que tuvieron su momento culminante con la aprobación de 1917 que separó
la Iglesia del Estado.
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