MIAMI.- Cuando entrevisté al ex presidente Jimmy
Carter hace unos días, me interesaba especialmente saber qué diría sobre la
crisis política de Venezuela. En el pasado, Carter -cuyo Centro Carter es
conocido por sus misiones de observación electoral- ha despertado la furia de
los opositores venezolanos por haber convalidado varias elecciones oficialmente
ganadas por el fallecido presidente y ex oficial golpista Hugo Chávez.
Me preguntaba qué diría Carter sobre las elecciones
de abril que, según el resultado oficial del Consejo Nacional Electoral de
Venezuela, fueron ganadas por el sucesor de Chávez, Nicolás Maduro. ¿Le daría
algún crédito a Henrique Capriles, quien afirma que le robaron la elección?
El gobierno venezolano no permitió observadores
internacionales independientes en las elecciones. Sólo permitió
"acompañantes" electorales que llegaron pocos días antes de la
votación. Hay una gran diferencia: mientras las misiones de observación
monitorean todo el proceso electoral durante meses, incluida la cantidad de
tiempo televisivo otorgado a los candidatos, los "acompañantes"
electorales sólo llegaron para el acto de la votación. Después de las
elecciones, el Consejo Nacional Electoral, controlado por el gobierno, anunció
que Maduro había ganado por el 1,5% de los votos. Capriles denunció grandes
irregularidades y afirmó que, si se eliminaban los votos fraudulentos, había
ganado por 400.000 votos.
Cuando le pregunté a Carter si creía que el proceso
electoral venezolano había sido limpio, afirmó que "la parte de la
votación" fue "libre y justa". "Venezuela probablemente
tiene el sistema de votación más excelente que yo haya conocido", dijo
Carter, en referencia a las máquinas de votación de pantalla táctil y a los
votos impresos. "Por lo que sé, Maduro logró un 1,5% más de votos que
Capriles, y eso ha sido corroborado por el recuento de las boletas impresas",
afirmó.
Pero Carter agregó que "la Comisión (Nacional
Electoral) aún no ha abordado por completo" las denuncias de Capriles
referidas a los presuntos nombres falsos o de gente muerta que aparecen en los
padrones, la intimidación de votantes, el uso cuestionable de las máquinas de
huellas digitales y otras irregularidades.
"El Consejo Nacional Electoral debería
investigar las alegaciones de Capriles para ver si son justificadas o no",
dijo Carter. "Mientras tanto, se asume que Maduro es presidente, sujeto a
la decisión final del Consejo Nacional Electoral". Luego agregó: "No
sé cuál será el resultado final, pero me gustaría que Maduro tendiera un puente
hacia el otro 50% de la población de Venezuela y les dijera: «Ustedes son parte
de mi administración, de mi gobierno»".
Cuando le pregunté si las reglas electorales eran
justas, Carter me dijo que Maduro tenía más fondos de campaña y había gozado de
"una tremenda ventaja" de tiempo televisivo durante la campaña.
Mi opinión: debo confesar que tengo una simpatía
personal hacia Carter, porque cuando yo era un estudiante opositor a la
dictadura militar en la Argentina, él fue el primer presidente de Estados
Unidos que se pronunció a favor de los activistas pro democracia y de las
víctimas de las violaciones a los derechos humanos. Pero me intriga que en los
últimos años no haya apoyado con la misma determinación a los activistas pro
democracia y las víctimas de los abusos de poder en Venezuela y otros países en
los que hay una nueva camada de presidentes autoritarios, aunque elegidos
democráticamente.
¿Es justo decir que "la parte de la
votación" fue "libre y justa", cuando las irregularidades
denunciadas por la oposición no han sido investigadas? ¿Es justo separar la
"parte de la votación" del resto del proceso electoral, cuando el
presidente tiene una ventaja de tiempo televisivo de más de 10 a 1? Y si la
elección fue limpia, ¿por qué Venezuela no permitió observadores
internacionales creíbles?
Para su crédito, Carter está exigiendo que se haga
una investigación de las denuncias de Capriles, y que Maduro le tienda puentes
a la oposición. Sólo le sugeriría que si va a decir que "la parte de la
votación" fue "libre y justa", debería decir también, sin
tapujos, que "el proceso electoral" fue "parcializado e
injusto".
© LA NACION.
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