El Gobierno de Peña Nieto pretende aprovechar la
visita del presidente Xi Jinping para corregir el déficit comercial y atraer
inversiones del gigante asiático.
Xi Jinping en gira por Latinoamérica / HECTOR RETAMAL (AFP)
La visita
de Estado del presidente chino, Xi Jinping, a México el martes es vista por el
Gobierno de Enrique Peña Nieto como una ocasión para dar un golpe de timón a
unas relaciones estancadas en los últimos años y comenzar a desarrollar su
potencial económico. Entre las prioridades figura corregir la brutal
asimetría comercial que existe entre los dos países así como atraer inversiones
directas del gigante asiático en la segunda economía más grande de América
Latina, actualmente en un nivel mínimo.
Los dos
líderes volverán a verse
tras el encuentro mantenido en abril en el Foro Boao para Asia, conocido
como el Davos chino. La reunión sirvió para relajar la tensión entre ambos
países heredada del presidente Felipe Calderón y para que México expusiera a
sus interlocutores la necesidad de reequilibrar la relación comercial.
“La
actitud china fue muy positiva y quedó patente su compromiso para facilitar las
exportaciones mexicanas. Se creó un grupo de empresarios de alto nivel y se
identificaron áreas de oportunidad en el sector agropecuario y en el textil”,
afirma Francisco de Rosenzweig, subsecretario de Comercio Exterior.
El
déficit comercial de México con China superó en 2012 los 50.000 millones de
dólares –por cada 10 unidades que importa, exporta una- y no para de crecer: en
el primer trimestre de este año, según el Banco de México, alcanzó casi los
13.00 millones, un crecimiento del 73%, el más alto en un periodo similar en el
último lustro. Pero como subraya Enrique Dussel Peters, profesor de Economía de
la UNAM, además de esas cifras, que se refieren solo al comercio legal, es
importante destacar la composición del intercambio: “Menos del 5% de lo que
exporta América Latina, México incluido, a China tiene nivel tecnológico medio
o alto, mientras que al revés supera el 60%”.
A
diferencia de otros países latinoamericanos, México no se ha beneficiado de la
auténtica bacanal que ha supuesto la demanda de materias primas por parte de
Pekín y además las dos naciones son rivales por el acceso al mercado de Estados
Unidos. “El obstáculo principal es que compiten fuertemente por los productos
que exportan y ambos son importantes socios comerciales de Washington”, opina
Michael McDonough, economista de la agencia Bloomberg basado en Hong Kong. En
esa competencia, la geografía juega a favor de México: exportar un producto a
EE UU desde el Estado de Sonora tarda tres días y desde China 20.
Luis
Miguel González, director del diario El Economista, añade:
“China no ha pisado con fuerza México hasta ahora, en buena medida por la
intensidad de nuestra relación con el vecino del norte, que acapara casi
el 80% de nuestro comercio exterior y más de la mitad de las inversiones
que llegan a nuestro país”. Dussel Peters rebaja esa concentración al 62% “por
la creciente presencia de los países de Asia en los últimos años” y relaciona
la falta de inversiones chinas con la tensión generada por las críticas de
Calderón a la política de derechos humanos de Pekín: “El 87% de las
exportaciones chinas son de propiedad estatal y el sector público de ese país
decidió no invertir aquí”.
Las
inversiones chinas en México no llegan ni a 300 millones de dólares, según la
Cámara de Comercio y Tecnología México-China, muy por detrás de otros países
asiáticos como Japón, Singapur, Corea del Sur o Taiwán. En el periodo
1999-2011, China ocupa el puesto número 12 en inversiones directas en México
con un raquítico 0,05% del total, a años luz de EE UU (50,6%) o España (14,7%),
que copan los primeros lugares, tal como recogen los investigadores François
Duhamel y Diana Bank en el volumen colectivo Características de la inversión
extranjera directa china en América Latina, publicado por la UNAM.
Por el contrario los capitales chinos no dejaron de fluir a Suramérica durante
esos años.
Sin
embargo, esta tendencia podría comenzar a cambiar. Amapola Grijalva,
vicepresidenta de la Cámara de Comercio y Tecnología México-China, anunció la
semana pasada que China proyecta invertir en este país 81.000 millones de
dólares de aquí a 2018 en infraestructuras, sector petrolero y
telecomunicaciones. Y días atrás el embajador de Pekín anticipó que su país
estaría dispuesto a financiar el tren rápido México-Toluca, un proyecto
anunciado por Peña Nieto en su toma de posesión el pasado 1 de diciembre, a
cambio de contrapartidas, que, según algunos expertos, podrían ser diplomáticas
como que México ejerciera su influencia para aislar a Taiwán en la región. La
isla es reconocida por todos los países de Centroamérica, salvo Costa Rica.
El
experto de Bloomberg afirma que China está interesada en el petróleo –“a
comienzos de este año Pemex firmó un acuerdo tecnológico con la china Sinopec”-,
el acero y los minerales. Hacia futuro, apunta que “a medida que los chinos
continúen incrementando su nivel de ingresos, habrá una creciente demanda de
calorías, y América Latina se encuentra en una excelente posición para
ofrecerlas a través de exportaciones agrícolas”.
Dos proyectos de inversión en el sector del
automóvil en Michoacán y Guanajuato fracasaron y un centro de negocios en
Cancún está parado
Aunque se
espera un importante anuncio económico durante la visita del presidente Xi, es
muy prematuro echar las campanas al vuelo. El hecho de que la mayoría de las
inversiones chinas sean estatales motiva recelos y conflictos. Dos proyectos de
inversión en el sector del automóvil en Michoacán y Guanajuato fracasaron en
2009 y está frenada por el momento la construcción del centro de negocios
Dragon Mart Cancún. Además, México ha denunciado a China ante la Organización
Mundial de Comercio (OMC) por prácticas desleales en el sector textil.
La visita
tiene también una dimensión geopolítica. México quiere acercarse a Asia como prueba
la formación de la Alianza del Pacífico junto con Colombia, Perú y Chile, y
para ello debe redefinir su relación con China, un país que, como dice Dussel,
“juega a su conveniencia unas veces como emergente dentro de los BRICS y otras
como gran potencia en un G2 de facto”.
De
Rosenzweig destaca que “que China ha pedido mantener un diálogo de alto nivel
para conocer desde dentro cómo avanza la Alianza”. En el horizonte está también
el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés), que
impulsa EE UU como contrapeso a Pekín. En este contexto, el subsecretario de
Comercio Exterior mexicano cree que su país puede jugar un papel de “puente
“entre los dos gigantes.
El
presidente Xi Jinping llega acompañado por su esposa, la soprano Peng Liyuan, y
una amplia delegación de funcionarios y empresarios. Además de entrevistarse
con Peña Nieto tiene previsto un acto en el Congreso y una reunión con hombres
de negocios. La pregunta que se hacen los expertos es cuán agresivo será México
en sus demandas de reciprocidad comercial. Dussel opina que la cita llega sin
demasiada preparación y que generará frustración en el sector privado mexicano.
“No estamos preparados institucionalmente para tratar con Asia y China”,
afirma.
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