El presidente de
Estados Unidos reconoce que las diferencias entre demócratas y republicanos son
"demasiado grandes".
Los periodistas preguntaron al presidente si su encuentro con los
republicanos había dado un resultado similar al que pocos minutos antes se
había producido en Roma, cuando una fumata blanca anunciaba al
mundo la elección de un nuevo papa. “Están estirando mucho la
analogía”, respondió Barack Obama sin ofrecer más información, pero la
contestación directa debía de haber sido no.
En Washington sigue sin haber humo blanco y parece que el color va a
seguir dominando los encuentros entre ambas partes. De nada ha servido hasta ahora el
acercamiento del presidente al Capitolio en su semana dedicada a esparcir su
táctica de la ofensiva amable. Como parece haber caído en saco roto
el dato que ofrece un sondeo y que dice que una amplia mayoría de los
norteamericanos quiere que ambos lados del Congreso lleguen a un acuerdo que
reduzca los déficits federales crónicos y la deuda.
Si esta semana debía de estar dedicada a estrechar lazos que acercaran
posiciones, parece estar sucediendo todo lo contrario. Tras el encuentro de hoy
entre Obama y republicanos de la Cámara, su presidente, John Boehner, calificó
la visita de “productiva”. Pero lo que parecía un signo de optimismo se tornó
en decepción cuando Boehner acabó su frase, ya que puntualizó que existían
“diferencias reales” entre ambas partes. “Los republicanos quieren equilibrar
el presupuesto. El presidente no quiere”, declaró Boehner. “Los republicanos
queremos resolver el problema de la deuda arrastrado tanto tiempo. El
presidente, no. Nosotros queremos abrir nuestras fuentes de energía para poner
a más americanos a trabajar. El presidente, no”.
Aun así, Boehner agradeció a Obama su visita al Capitolio. “Creo que
hemos tenido una conversación muy franca, con un cándido intercambio de ideas”,
puntualizo el líder de la mayoría republicana. Obama también se congratuló por
los 90 minutos de encuentro, a pesar de que no arrojaron resultados. “Ha estado
bien”, dijo el presidente. “Útil”, terminó.
Obama pretende impulsar desde la Casa Blanca una
política económica expansiva y de atención social; los republicanos, que
controlan el Congreso, exigen austeridad y reducción del déficit por encima de
todo.
Por segundo día consecutivo, el presidente Obama recorría la distancia
entre la Casa Blanca y Capitol Hill, aunque la distancia que separa las
posiciones de ambos lados es bastante más grande. El problema de fondo sigue
siendo la visión irreconciliable de republicanos y demócratas sobre el modelo
de sociedad que desean. Obama pretende impulsar desde la Casa Blanca una
política económica expansiva y de atención social; los republicanos, que
controlan el Congreso, exigen austeridad y reducción del déficit por encima de
todo.
El déficit –su reducción- lo empaña todo. La Administración quiere
atacarlo con una combinación de aumento de impuestos y recortes de gastos,
mientras que los republicanos se niegan en redondo a cualquier incremento
fiscal. Tras el encuentro de hoy, Boehner confirmó que esas posiciones seguían
siendo las mismas. “El presidente entiende que tenemos un problema de gasto que
viene de lejos y que tenemos que enfrentarnos a él, pero insiste en que tenemos
que subir los impuestos de nuevo. Y así no vamos a llegar muy lejos”, dijo
Boehner.
En una entrevista exclusiva
concedida por el presidente a la cadena ABC antes de los
encuentros de estos días en el Capitolio —y de la que están dando extractos—,
Obama se muestra pesimista sobre la posibilidad de alcanzar un acuerdo sobre el
presupuesto. “Las diferencias son demasiado grandes”, reconoció el mandatario.
“No va a ser posible alcanzar un acuerdo debido a las posiciones ideológicas,
tales como ‘no podemos aumentar las tasas’ o 'sólo podemos aumentarlas si
cortamos Medicare o la Seguridad Social o Medicaid".
Muchos de los republicanos que
asistieron al encuentro con el presidente expresaron su impresión de que Obama
solo se ha embarcado en esa cruzada de acercamiento bipartidista por razones de
cinismo político, para dar la impresión al electorado de que está intentando
trabajar con la oposición. John Carter, representante de Tejas, resumía así el
sentir general: “Cuando el presidente solo te da lecciones, al menos logras
entender cómo piensa. Y yo discrepo de todo lo que piensa”, finalizó Carter. El
de hoy ha sido el primer encuentro de Obama con los representantes republicanos
—muchos de los cuales llegaron a Washington de la mano del Tea Party— en dos
años.
Obama debe comer mañana con los republicanos del Senado y por la tarde
reunirse con los demócratas de la Cámara de Representantes para seguir
promoviendo lo que ha venido en denominarse el gran negocio o la
gran ganga a la que aspira el presidente, lograr un acuerdo que mezcle
impuestos y gastos para acabar de una vez por todas con las recurrentes crisis
económicas que lastran y paralizan Washington desde hace unos años.
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