El ciclo positivo que experimenta América Latina corre el peligro de
transformarse en frustración si los cambios se detienen.
La Gran
Recesión ha modificado la situación de las clases sociales de las zonas
afectadas. Al análisis de estos cambios se programó el seminario Las
clases medias y el impacto de la crisis en Europa, América Latina y Estados
Unidos, organizado por la Fundación Areces y con la participación
del Banco Mundial.
Su
economista jefe para América Latina (AL), Augusto de la Torre, presentó un
informe (La movilidad
económica y el crecimiento de la clase media en AL) cuya
metodología puede ser muy útil para conocer lo que ha sucedido con la
estratificación social en cualquier parte del planeta desde que en 2007
asomaron los primeros indicios de la tormenta perfecta. Según tal informe, en
AL ya no hay tres grandes clases sociales sino cuatro, pues entre los pobres
(un 30% del total de la población) y la clase media (otro 30%) se ha incrustado
un número considerable de personas que parecen llegar a fin de mes con
suficiente holgura como para que no se les incluya entre los pobres, pero que
tampoco gozan de la seguridad económica que se requeriría para pertenecer a la
clase media. A esta nueva clase (un 37,5% del total) se la denomina la de “los
vulnerables”.
El
crecimiento de la clase media y de los vulnerables en AL puede modificar la
esencia del contrato social de la zona, que el BM califica de “truncado”. Se
entiende como contrato social la combinación de acuerdos implícitos y
explícitos que determinan lo que cada grupo contribuye al Estado y lo que
recibe de él. A grandes rasgos se ha caracterizado por un Estado pequeño al que
la élite contribuía con impuestos bajos y del que se beneficiaba en gran parte
mediante un conjunto “truncado” de pensiones, indemnizaciones por despido,
etcétera, al cual solo tenían derecho los trabajadores formales del sector
privado, no la gigantesca bolsa de economía sumergida.
Ya no hay tres grandes clases sociales, sino cuatro: alta, media, baja
y “los vulnerables”, entre la media y la baja
El
informe del BM propone tres factores de actuación para mejorar ese contrato
social y unir al mismo a la universalidad de la ciudadanía. Primero, la
incorporación más explícita del objetivo de la igualdad de oportunidades en las
políticas públicas, para asegurar que las clases medias sienten que viven en
una sociedad donde esforzarse merece la pena y los méritos son recompensados,
en lugar de una sociedad que tiende a favorecer a los grupos privilegiados. En
segundo lugar, embarcarse en una nueva generación de reformas del sistema de
protección social, abarcando la ayuda social y la seguridad social. Por último,
romper el círculo vicioso de los impuestos bajos y la mala calidad de los
servicios públicos que lleva a las clases medias y altas a optar por
desvincularse de estos últimos.
Se trata
de que la región no pierda la oportunidad iniciada en la primera década del
siglo: crecimiento económico, disminución de la desigualdad y reducción de la
pobreza. Un entorno benigno que correría el peligro de transformarse en
frustración si los cambios se detuviesen.
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