Irán, Rusia, la Liga Árabe y Hezbolá condenan el ataque perpetrado en
territorio sirio.
Poco más de 24 horas tardaron los portavoces gubernamentales sirios en
amenazar a Israel tras los bombardeos efectuados por sus aviones en el país
vecino. “Damasco tiene la capacidad de emprender un ataque de represalia por
sorpresa”, advirtió el embajador sirio en Líbano, Ali Abdul Karim Ali, en
referencia al presunto ataque israelí en territorio sirio. Damasco sostiene que
fue bombardeado un centro militar de investigación de Yamraya, una localidad a unos 15 kilómetros de la frontera
sirio-libanesa. Sin embargo, varias fuentes diplomáticas
occidentales y rebeldes sirios hablaron de ataques que golpearon un convoy que
transportaba armas antiaéreas a la milicia chií Hezbolá en Líbano. Israel, como
de costumbre en estos casos, no confirma ni desmiente las informaciones.
Rusia, el principal socio internacional de Siria, calificó de
“inaceptable” la operación. “De confirmarse el ataque”, dijo el ministro de
Exteriores de Moscú, Serguéi Lavrov, “se trataría de una manifiesta violación
de la legislación internacional”. Irán, gran aliado del régimen
de Bachar el Asad, aseguró que los ataques tendrían “implicaciones
significativas para Israel”, según las palabras del viceministro de Asuntos
Exteriores, Amir Abdollahian, citado por la agencia iraní Fars.
Ali Abdul Karim Ali, embajador sirio en Líbano
El secretario general de la Liga Árabe, Nabil el Arabi, condenó el ataque,
que definió como una “agresión flagrante contra la soberanía de un país árabe”.
El titular de la organización panárabe apeló a la intervención de la comunidad
internacional al señalar que “el silencio mostrado después de otros bombardeos
previos de Israel contra objetivos sirios en el pasado le ha animado a efectuar
nuevos ataques”, en relación a la destrucción de refiriéndose al reactor nuclear
golpeado en septiembre de 2007 y a otra operación aérea contra campos de
entrenamiento de la Yihad Islámica tras un atentado terrorista acaecido en
Haifa en 2003.
Más contundente resultó la respuesta de la organización
islamista chií Hezbolá, que expresó “su total solidaridad con los
dirigentes, las fuerzas armadas y el pueblo de Siria. En la misma línea del
Gobierno sirio, la milicia únicamente reconoció el ataque aéreo contra el
centro de investigación, el cual interpretó como una “acción encaminada a
mermar las capacidades militares de la resistencia” ante un hipotético
escenario de confrontación bélica similar al del verano de 2006.
Desde que tuviera lugar esta guerra entre Israel y Hezbolá —que
duró 33 días y terminó gracias a la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de
la ONU y el posterior despliegue de la Fuerza Interina de Naciones Unidas para
Líbano (FINUL)— Israel ha denunciado constantemente la posibilidad de que Siria
estuviera permitiendo la entrada de armas, munición y explosivos procedentes de
Irán para la guerrilla islamista. Pero de la misma forma que bombardeó una supuesta fábrica de cohetes junto
a la ciudad de Jartum y previamente destruyó un presunto cargamento de armas
transportadas por carretera en territorio de Sudán que aparentemente se dirigían a la Franja de Gaza, hasta ayer no
había atacado los sistemas de armamento ubicados en territorio sirio.
No obstante, según se desarrollaba la actual guerra civil en el país
vecino, varios dirigentes y mandos militares israelíes han manifestado su
preocupación porque el régimen de Bachar el Asad, de sentirse amenazado,
pudiera bien hacer uso de sus arsenales de armas químicas contra los
rebeldes o bien transferir sistemas avanzados de armamento (misiles antiaéreos,
tierra-mar o Scud) a Hezbolá, que se está demostrando como el gran aliado del
régimen sirio a la hora de reprimir la revuelta. Distintos expertos sitúan
entre 1.000 y 5.000 el número de efectivos de la milicia presentes en
territorio sirio y apuntan a que podrían estar coordinados por oficiales de la
Guardia revolucionaria iraní.
de un país árabe”
Por otro lado, a primeros de semana el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, había advertido de los peligros de
las “armas letales sirias” en un país, dijo, que vive en un proceso de
desintegración y que bien podría convertirse en un Estado fallido. En la misma
jornada, el Ejército desplegaba en las ciudades de Haifa y Safed dos baterías
antimisiles patriot que forman parte del sistema Cúpula de Hierro. Las autoridades no
confirmaron que este despliegue se debiera al incremento de número de alertas
recibidas en las últimas semanas por sus fuentes de inteligencia, asegurando
que en el pasado ya había desplegado estas baterías en su frontera norte. Allí,
al igual que en otras partes del país, la ciudadanía vive con cierto
desasosiego los últimos acontecimientos, habiéndose hasta cuatriplicado la
demanda de máscaras antigas.
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