Si gana las elecciones de 2015, el primer ministro
británico quiere renegociar la relación de Londres con Bruselas.
La consulta se celebraría antes del fin de 2017.
La iniciativa va más lejos de lo que se esperaba y
puede ser vista como un chantaje en la UE.
Tras
meses de dudas y cavilaciones, David Cameron se ha decidido a abrir la caja de
Pandora de Europa. El primer ministro británico ha anunciado este miércoles que
convocará antes de 2018 un referéndum sobre la permanencia de Reino Unido en la
UE. El anuncio ha provocado euforia entre los euroescépticos del Partido
Conservador pero cautela en el mundo económico: aunque muchos empresarios
defienden el modelo de Europa de Cameron, temen que tantos años de espera
provoquen demasiada incertidumbre entre los inversores.
·
Bruselas veta un cambio de
Tratado ante la deriva euroescéptica de Londres
Los
británicos podrán elegir entre permanecer en la UE o abandonarla una vez que
Londres haya negociado una profunda reforma que favorezca los intereses
británicos y que incluiría la devolución a los parlamentos nacionales de
diversas políticas que ahora dependen de Europa. ¿Qué políticas? “Nada ha de
estar fuera de la mesa [de negociación]”, se limitó a decir el primer ministro.
“Ha
llegado el momento de que los británicos hablen. Ha llegado el momento de
sellar la cuestión europea en la política británica”, declaró, solemne, en la
sede de la agencia Bloomberg, en el centro de Londres. Su esperado discurso,
tantas veces aplazado y que incluso tuvo que cancelar la semana pasada, cuando
la crisis de Argelia le impidió pronunciarlo el viernes en Amsterdam, fue mucho más allá de lo que se esperaba hace tan solo
unas semanas.
Hasta ahora había rechazado siempre la posibilidad de
convocar un referéndum sobre la permanencia o la salida de Europa
Cameron
endulzó su mensaje con evocaciones a la importancia que la construcción europea
ha jugado para pacificar y estabilizar el continente tras dos guerras mundiales
en el siglo XX. Aunque enseguida añadió que el objetivo de la UE hoy “no es
conseguir la paz, sino asegurar la prosperidad”. Y por eso ha de cambiar.
El primer
ministro se fijó un horizonte de reformas “para la Europa del siglo XXI” a
partir de cinco principios: competitividad,
porque “el corazón de la UE tiene que ser, como es ahora, el mercado único”; flexibilidad (“La UE tiene que actuar con la
velocidad y la flexibilidad de una red, no con la pesada rigidez de un
bloque”); flujo de poder hacia los Estados
miembros, no sólo hacia Bruselas, por lo que hay que examinar
qué hace la UE y qué debería dejar de hacer; rendición de cuentas democrática,
o sea, “un papel mayor y más significativo de los parlamentos nacionales”; y justicia,
sobre todo para evitar que los países que no están en el euro, como Gran
Bretaña, sean tratados de forma distinta a los que están dentro. Y citó en
concreto la coordinación fiscal y la unión bancaria, es decir, la City, en
contradicción aparente con su credo de que el mercado único es el eje de la UE.
·
1973:
Reino Unido entra en la CEE, pero un año después ya pide "métodos más
justos de financiar el presupuesto".
Hasta
este miércoles, Cameron había rechazado siempre la posibilidad de convocar un
referéndum sobre la permanencia o salida de Europa. A lo máximo que parecía
aspirar es a renegociar la posición de Reino Unido en la UE y someter el
resultado de ese paquete a los británicos. Pero esa estrategia tenía dos
grandes inconvenientes: por un lado, dejaba en el aire qué ocurriría si los
votantes rechazaban ese acuerdo; por el otro, corría el riesgo de no atajar el
auge del partido antieuropeo UKIP, que amenaza con robar muchos votos a los
conservadores y facilitar así una victoria laborista en 2015.
Y eso, el
auge del UKIP, es lo único que ha cambiado en los últimos meses. Ahora, el
debate europeo queda amortiguado hasta después de las elecciones. Por eso su
cambio de posición parece explicarse sobre todo por razones de interés personal
y de partido. Así lo denunció el líder de la oposición, el laborista Ed
Miliband. También recibió ácidas críticas del ex primer ministro Tony Blair,
que rompió su tradición de no hablar de sus sucesores al declarar que la
estrategia de Cameron “es un desastre”. Y le comparó con el policía de una
comedia de Mel Brooks que amenaza con dispararse a si mismo en la sien si los
malos no hacen lo que él les pide. También se desmarcó el número dos de la
coalición, el líder liberal-demócrata y conocido europeísta, Nick Clegg.
Cameron sin duda ha reforzado su posición personal al rechazar
las presiones de Estados Unidos y Alemania
las presiones de Estados Unidos y Alemania
Cameron
pareció, sin embargo, ganarse por completo a los euroescépticos de su propio
partido. Pero cosechó una mezcla de elogios y críticas de empresarios y
economistas: muchos alaban su objetivo de britanizar Europa pero no su
calendario, que temen que provoque cinco años de incertidumbre entre los
inversores.
La apuesta
de Cameron ha forzado a los laboristas a rechazar el referéndum, aunque su
posición puede acabar cambiando. Y el primer ministro ha reforzado su posición
personal al rechazar las presiones de Estados Unidos, que desconfía de un
referéndum sobre la permanencia británica.
El líder
tory confía en que la crisis del euro acabe forzando una reforma de los
tratados para acomodar la UE a la nueva situación. Y ve ahí su gran
oportunidad. No solo porque eso abre las puertas a una reforma más amplia que
le permitiría introducir sus demandas sino porque tendría la fuerza del derecho
de veto: si no le hacen caso, podría paralizar el nuevo tratado. Los alemanes
ya han dicho que eso es chantaje, pero ya se sabe que el chantaje es una de las
fórmulas habituales para forzar el consenso en Europa. Y, con la nada
sorprendente salvedad de Francia, la cauta reacción de los socios, y sobre todo
de Angela Merkel, hace pensar que Cameron tiene ya el compromiso alemán de
hacer algún apaño con sus demandas.
Su gran
problema sería que el núcleo duro de la zona euro, es decir, la propia
Alemania, decida que en realidad no es necesario reformar los tratados para
acomodarlos a la nueva Europa del euro. “Mi preferencia es que esos cambios
afecten no solo a Gran Bretaña, sino a toda la UE. Pero si no hay apetito para
un nuevo tratado para todos nosotros, Gran Bretaña debe estar preparada para
afrontar los cambios que necesitamos en una negociación con nuestros socios
europeos”, advirtió, desafiante.
No fueron
sus únicas palabras con aromas de amenaza. “Con valentía y convicción creo que
podemos conseguir una situación en la que Gran Bretaña esté cómoda y todos
nuestros países puedan prosperar. Y déjenme decir que cuando llegue el
referéndum, y si podemos negociar un acuerdo como ese, haré campaña [por la
permanencia] con todo mi corazón y toda mi alma. Porque hay algo en lo que creo
profundamente: que el interés nacional de Gran Bretaña está más garantizado en
una UE flexible, adaptable y abierta y que esa UE es mejor con Gran Bretaña dentro”.
Es decir, aunque no quiso aclararlo, que puede acabar haciendo campaña por la
salida de Europa si no le dan lo que pide…
No hay comentarios:
Publicar un comentario