El presidente
defiende en un discurso los beneficios económicos de la reforma.
CRISTINA F. PEREDA Washington
El presidente Obama saluda a varios líderes hispanos tras su discurso / S. LOEB (AFP)
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, instó este jueves al
Congreso a que apruebe una reforma del sistema de inmigración antes de finales
de 2013. Obama aseguró que la reforma es “lo correcto” para Estados Unidos en
un acto en la Sala Este de la Casa Blanca, donde compareció rodeado de los
líderes de la comunidad hispana que luchan desde hace varios años por la
legislación.
“Todos sabemos que nuestro sistema está roto desde hace mucho tiempo”,
aseguró Obama. “No es muy inteligente atraer a las mentes más brillantes del
mundo para que estudien aquí y luego dejar que marchen a crear empresas y
puestos de trabajo en otros países”. El mandatario estadounidense defendió que
la situación actual es injusta para los pequeños empresarios y la clase media
estadounidense, ya que el sistema da ventaja a algunas compañías que incumplen
la ley contratando a indocumentados para pagar salarios más bajos.
“Tampoco tiene sentido para los 11 millones de ‘sin papeles’ que viven
en el país y que no tienen ningún incentivo para salir de las sombras,
regularizar su situación ante la ley y seguir protegiendo a sus familias para
salir adelante”, afirmó el presidente. “Hemos dejado pasar este asunto
demasiado tiempo”.
Hay quienes
prefieren mirar desde el prisma político y no respaldar nada a lo que yo haya
dado mi apoyo”
Obama añadió que diversas fuerzas políticas y comunitarias han peleado
por la reforma en las últimas décadas y que sus beneficios económicos son ahora
más obvios que nunca. Según la Oficina de Presupuesto del Gobierno, la
regularización de indocumentados y su incorporación a la economía supondría un
crecimiento de 1,4 billones de dólares en las dos próximas décadas, además de
recortar el déficit en 1 billón de dólares.
El presidente reconoció asimismo que la división en Washington, que este
mes obligó a cerrar la Adminsitración y amenazó a llevar a EE UU a la
suspensión de pagos por primera vez en su historia, es un obstáculo importante
para la reforma migratoria. “Hay quienes prefieren mirar desde el prisma
político y no respaldar nada a lo que yo haya dado mi apoyo”, afirmó. “Les
recuerdo que mi predecesor [George W. Bush] también quiso la reforma y que
entonces yo apoyé a los 23 senadores republicano a favor de la ley”.
El impulso a favor de la reforma es el primero desde aquel intento,
fracasado en 2007 después de un amargo debate en el Congreso. El Senado avanzó
el pasado mes de junio un proyecto legislativo que todavía debe considerar la
Cámara de Representantes, donde la mayoría republicana ha bloqueado cualquier
debate, y que, según Obama, no contiene todos los elementos que a él le
gustaría, pero sí los necesarios para arreglar el sistema.
A diferencia de la legislación del Senado, que incluye reformas en las
principales áreas de inmigración -desde la regularización de indocumentados
hasta el aumento de la seguridad en la frontera o los controles a empresarios
que contratan a trabajadores ‘sin papeles’- los republicanos de la Cámara de
Representantes prefieren apostar por varias leyes que regulen cada uno de estos
asuntos de manera independiente.
“Los republicanos decidirán si se convierte en una ley o no. Muchos de
ellos están de acuerdo en que esto es algo que tenemos que solucionar. Pero
otros tienen diferentes ideas distintas de cómo debemos avanzar, así que
debemos escucharles, yo quiero escucharles”, dijo Obama. El presidente aseguró
asimismo que los legisladores deben actuar, en vez de volver a “enterrar el
asunto debajo de la alfombra”.
El avance de la reforma migratoria, una de las prioridades de Obama para
este segundo mandato, se ha visto obstaculizado en los últimos meses por varias
crisis políticas en Washington, desde el debate sobre la intervención en Siria
al cierre de la Administración dentro del marco de las negociaciones
presupuestarias. La derrota del líder republicano John Boehner, presidente de
la Cámara de Representantes, en el debate sobre la financiación de los
presupuestos federales y el techo de la deuda, ha abierto un interrogante sobre
sus posibles consecuencias para la reforma migratoria.
En respuesta, el Partido Republicano podría negar a Obama cualquier tipo
de colaboración para aprobar esta ley, como ya han expresado algunos de sus
miembros. Sin embargo, 2014 es un año electoral y la derrota de Mitt Romney
entre los votantes hispanos en 2012 (por más de 40 puntos) pesa demasiado como
para que los republicanos sigan ignorando a un sector del electorado tan
influyente.
El evento de este jueves en la Casa Blanca sirvió para subrayar también
el apoyo de diferentes sectores sociales a Obama, desde los sindicatos a la
comunidad religiosa o los líderes hispanos a favor de la reforma. Todos ellos
estaban presentes en la Sala Este y, con aplausos que recordaron más a un acto
electoral que a un discurso presidencial, recibieron el agradecimiento directo
de un presidente que les decepcionó en el primer mandato -cuando la reforma
también era una prioridad- pero que es ahora mismo su principal aliado para
sacar adelante una legislación pendiente desde hace décadas.
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