La importancia del evento explica la huelga
general de los trabajadores, a la que se ha adherido el 90% de la empresa.
JUAN ARIAS Río de
Janeiro
Barrera cerca del hotel donde se realizará la subasta. / EFE
Brasil
podría ser este lunes diferente tras el resultado de la subasta del campo de
petróleo Libra de Petrobrás,
considerado uno de los mayores del mundo con reservas estimadas en 12.000
millones de barriles.
La
subasta, que se ha realizado por primera vez con nuevas reglas de participación
de empresas extranjeras en la exploración del presal del litoral de Santos,
está considerada de tal envergadura por el Gobierno de la presidenta Dilma
Rousseff que ya se habla de que el resultado podría cambiar “el mapa
geopolítico” de Brasil.
El país o
países cuyas empresas, estatales o privadas, pasen a explorar junto con
Petrobrás el petróleo brasileño realizarán, dicen los expertos, una especie de
“matrimonio” con Brasil, parecido al que un día llevaron a cabo Estados Unidos
con Oriente Medio o los países del este de Europa con Rusia. Esa geopolítica
del petróleo suele conllevar la creación de lazos internacionales muy fuertes
que no se limitan al simple negocio del fuel.
El
resultado de la subasta, que ha sido anunciado este lunes por la Agencia Nacional
de Petróleo (ANP), implica
el comienzo de una “gran amistad” en términos económicos con el vencedor, que
no se limitará al volumen de inversiones extranjeras sino también a una gran
cuantía de compras del país a partir de esos socios internacionales.
Quizás
sea la importancia y gravedad de lo que la subasta puede suponer para Brasil lo
que ha revestido este lunes de un clima casi de “guerra” promovido por los que
preferirían que la exploración del presal se quedara en manos de Brasil sin
dejar que empresas extranjeras se sienten a la misma mesa del festín.
Ello
explica el que hayan llegado en las últimas 48 horas 23 acciones a los
tribunales de justicia para intentar anular la subasta. Hasta el domingo 14
habían sido ya rechazadas por los tribunales de justicia que consideraron que
estaban movidas más por motivos “ideológicos que técnicos”. Las otras nueve aún
esperan a ser juzgadas este lunes.
La
importancia de la subasta explica también la huelga general de todos los trabajadores de Petrobras a la que se ha adherido
el 90% de la empresa. Este lunes han organizado una manifestación a las puertas
del local donde se ha realizado la subasta en el barrio de la Barra de Tijuca,
de Río de Janeiro, para intentar impedirla.
Los
ánimos están tan exaltados y es tal la preocupación del Gobierno Rousseff ante
los posibles actos incluso de violencia que podrían desplegar, por ejemplo, los grupos de los Black Bloc, que desde
junio pasado se infiltran en las manifestaciones con sus acciones de
vandalismo, que para proteger el hotel donde ha tenido lugar el acto ha sido
convocado el Ejército en colaboración con la Fuerza de Seguridad Nacional, la
Guardia Municipal y las dos Policías Militar y Civil de Río de Janeiro.
Toda la
región de Barra está desde la medianoche del domingo interrumpida al tránsito
en varios puntos y hasta la parte de la playa frente al hotel está vigilada por
las fuerzas del orden que solo permiten el paso a los habitantes de la zona. La
participación del Ejército se hizo necesaria porque las autoridades de Río
advirtieron que no se sentían en condición de asegurar la tranquilidad del acto
de subasta dado el clima de tensión creado en torno al mismo.
Para
entender mejor las precauciones tomadas para la subasta del campo de Libra,
basta recordar los números imponentes que se barajan con la operación del
presal y con los negocios en torno al petróleo brasileño.
Como ha
recordado el ministro de Economía brasileño, Guido Mantega, mientras las
empresas automovilísticas extranjeras han movilizado en los últimos 30 años en
Brasil 51.000 millones de dólares, el campo de Libra se calcula que podrá
movilizar en los próximos 30 años 181.000 millones de dólares, la mayoría llegados
de los socios extranjeros.
De ahí
que uno de los asesores de la presidenta Rousseff haya afirmado que “nunca
aconteció algo parecido en Brasil en los últimos 30 años”, refiriéndose al
capital extranjero que el presal va a traer al país. Esta es una de las
respuestas que el Gobierno da a los contrarios a la participación de consorcios
extranjeros en la extracción del crudo de Libra, y que Brasil por sí solo sería
incapaz de hacer frente a dicha operación.
Hoy Brasil es
incapaz de montar solo todas las estructuras necesarias para extraer esos miles
de millones de barriles de petróleo. Se necesitarán construir nuevos astilleros
y cerca de 12 nuevas plataformas. Además tendrá que encomendar 29 nuevas sondas
de perforación ya que el crudo se haya en aguas profundas de hasta 7.000
metros.
Se
calcula que entre 2013 y 2017 Petrobrás y sus socios van a invertir en
Exploración&Producción del presal 105.000 millones de dólares. Solo el
proyecto de las 29 nuevas sondas supondrá la creación de 150.000 empleos entre
directos e indirectos.
En total,
se calcula que todas las inversiones juntas supondrán para la economía
brasileña unas inversiones en los 30 próximos años de la friolera de 1,7
billones de dólares (3,7 billones de reales), casi como todo el PIB de 2012. En
esas tres décadas se calcula que el presal podrá crear hasta 87 millones de
puestos de trabajo.
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