El presidente de EE UU cree
que “aún hay oportunidad de solución diplomática" del conflicto iraní.
EL PAÍS/ ANTONIO
CAÑO Washington
Por encima de cualquier
discrepancia temporal, Barack Obama y Benjamin Netanyahu han exhibido este
lunes una unidad inquebrantable ante la posibilidad de una guerra con Irán.
“Estados Unidos siempre le cubrirá las espaldas a Israel”, ha asegurado el
presidente norteamericano ante lo que pronosticó como “una serie de meses
difíciles a lo largo de 2012” .
Las palabras elegidas
por Obama para exponer su apoyo a Israel, precisamente cuando el Gobierno de
Netanyahu ha manifestado su voluntad de paralizar el programa nuclear iraní por
la fuerza de forma urgente, hacen pensar que el presidente norteamericano
comprende la ansiedad de su aliado y da luz verde a una acción militar.
Obama ha introducido,
sin embargo, algunos elementos de precaución y ha insistido, como dijo el
domingo ante la conferencia del Comité
de Asuntos Públicos Americano Israelí (AIPAC), que “todavía hay una oportunidad de solución diplomática de
este conflicto”.
La entrevista de Obama y
Netanyahu en la Casa
Blanca ha dejado la impresión de que esa oportunidad es cada
día más escasa. El primer ministro israelí ha recordado que “Israel tiene el
derecho soberano a tomar sus propias decisiones” en materia de seguridad, y
Obama ha admitido su sospecha de que nos esperan momentos muy comprometidos
este año.
Ante esa eventualidad,
que no es más que el peligro cierto de una guerra con Irán, ambos líderes han
hecho una demostración de unidad como nunca se había visto desde que están al
frente de sus respectivos países. Netanyahu, con su claridad habitual, lo ha
manifestado en los siguientes términos: “Para ellos (los líderes iraníes),
ustedes son el gran Satán y nosotros, el pequeño Satán. Para ellos, ustedes son
nosotros y nosotros somos ustedes. Y, al menos en este punto, creo que tienen
razón: nosotros somos ustedes y ustedes son nosotros. Estamos juntos”.
De forma más precisa,
Obama ha añadido: “Los niveles de coordinación entre nuestro Ejército y
nuestros servicios de inteligencia sobre este asunto no tienen precedentes.
Quiero que esto quede claro durante lo que serán, sospecho, una serie de meses
difíciles a lo largo de 2012” .
El mensaje para Irán no
puede ser más claro: si se empeña en la construcción de una bomba atómica
tendrá que enfrentarse a una guerra contra Israel y contra EE UU. Israel no va
a actuar por su cuenta –al menos, no sin advertir antes a EE UU–, pero, aún si
lo hace, tendrá a Washington al día siguiente protegiendo sus espaldas.
Esta es la realidad en
la que, a partir de ahora, habrá que afrontar el problema iraní. Obama va a
seguir haciendo esfuerzos para que el régimen islámico se avenga a la
negociación y llegue a un acuerdo para permitir la inspección de su programa
nuclear por parte de la
ONU. Obama aún confía en que las sanciones económicas
actuales, más las que los países europeos aplicarán a partir de julio a la
industria del petróleo, más otras medidas de presión que aún están bajo
consideración sirvan para doblegar a las autoridades iraníes. Pero, si eso no
ocurre, habrá otra guerra en Oriente Medio antes de final de año.
El plazo es,
precisamente, el principal factor de incertidumbre en estos momentos. El
Gobierno israelí tiene su propio cálculo sobre el momento en que Irán entrará
en lo que los israelíes llaman “la zona roja”, es decir la fase en la que el
proceso de producción de armas nucleares sea ya irreversible. Washington cree que esa fase es todavía lejana y que el liderazgo iraní ni siquiera
ha decidido aún si dar ese paso. Israel, en cambio, entiende que esa amenaza es
ya inminente.
Tras lo observado este
lunes en el Despacho Oval, esa discrepancia empieza a ser ya irrelevante.
Dentro de la lealtad que Netanyahu ha garantizado y que le obligaría a
comunicar a EE UU sus intenciones, la guerra podría empezar cuando quisiera
Israel.
Obama ha aceptado que
“es inaceptable para Israel la perspectiva de tener un país con armas nucleares
que ha prometido la destrucción de Israel”. Ha dicho “la perspectiva”, que es
lo mismo que dar el respaldo a una acción preventiva. Además, ha advertido que
“también se corresponde profundamente con los intereses de EE UU prevenir que
Irán obtenga un arma nuclear”.
Obama y Netanyahu han
tenido múltiples disputas desde que se sientan cara a cara –lo que ha ocurrido
ya nueve veces en tres años–, casi todas relacionadas con el proceso de
negociación con los palestinos. Pero, en esta ocasión, ninguno de los dos podía
darse el lujo de un desacuerdo. Obama no puede aparecer antiisraelí en un año
electoral y Netanyahu no puede pretender ganar el respaldo de sus ciudadanos a
una guerra a la que se opone EE UU.
Tras el encuentro con
Obama, el primer ministro israelí ha insistido en su postura ante otro
público –esta vez, el principal grupo de presión judío en EE UU–. Netanyahu ha
advertido de que "nunca" pondrá en riesgo la seguridad de Israel.
"Ninguno de nosotros puede esperar más tiempo. Nunca permitiré que mi
gente viva a la sombra de la aniquilación", ha insistido.
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