Majestuoso testimonio de un poder agostado

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miércoles, 1 de febrero de 2012

Esclarecer la confusión sobre el "Fabricado en China"


Por:  | en El País

En su blog The Big Picture [Panorama General], el escritor y analista Barry Ritholtz nos remite a un informe publicado por el Banco de la Reserva Federal de San Francisco el pasado verano que plantea un argumento que parece haber dejado a mucha gente confusa: pese a la mundialización y todo eso, la mayor parte de cada dólar de consumo gastado en Estados Unidos se destina a artículos y servicios producidos en ese país. 
Según el informe, titulado El contenido estadounidense del “Fabricado en China”, los productos y servicios procedentes de China supusieron solo un 2,7% del gasto de consumo personal de EE UU en 2010, menos de la mitad del cual reflejaba los costes reales de las importaciones chinas. El resto fue a parar a empresas y trabajadores estadounidenses que transportan y comercializan productos con la etiqueta “Fabricado en China”. 
El motivo por el que esto es importante – o al menos uno de los motivos - es el debate sobre la austeridad, los estímulos y demás. A menudo recibo comentarios como “Bien, puede que los estímulos funcionaran en los viejos tiempos, pero ahora solo significa gastar más en productos chinos”. En realidad, eso dista mucho de ser cierto. 
¿Por qué? Para empezar, gran parte del gasto de consumo va destinado a los servicios, de los cuales pocos son realmente comercializables. Por otro lado, aunque en el artículo que compramos en Walmart ponga “Fabricado en China”, el precio incluye mucho valor añadido estadounidense en forma de transporte y costes de venta al por menor. Según los cálculos del informe (disponible en frbsf.org), Estados Unidos sigue siendo un país en el que alrededor de 85 centavos de cada dólar de consumo se gastan en el país, de un modo u otro. Y esto significa, entre otras cosas, que las reglas de la macroeconomía no han cambiado tanto como la gente se imagina. 

Apple y aglomeración

El reciente artículo de The New York Times sobre los procesos de fabricación de Apple, Cómo EE UU salió perdiendo con el iPhone, de Charles Duhigg y Keith Bradsher, era excelente, y tendré más que decir al respecto cuando disponga de tiempo. 
No obstante, merece la pena recalcar ya mismo que el artículo es en gran parte un ensayo sobre la economía de la aglomeración. “En este momento, toda la cadena de suministro se encuentra en China”, decía otro ex alto directivo de Apple. “¿Necesita 1.000 juntas de goma? Las tiene en la fábrica de al lado. ¿Necesita un millón de tornillos? La fábrica está a una manzana de distancia. ¿Necesita que le fabriquen un tornillo un poco diferente? Lo tendrá en tres horas”. 
La cuestión es que las fábricas no existen en un estado de aislamiento; se benefician en gran medida de formar parte de un grupo de fabricación, con proveedores especializados y una gran reserva de trabajadores con las cualificaciones adecuadas. Estas son las cosas que subrayaba en mi trabajo sobre comercio y geografía económica. Las repercusiones políticas no están tan claras como cabría imaginar. 
Pero seguiremos con el tema cuando tenga tiempo de hacerlo bien. 

Traducción de News Clips. 

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