En su blog The Big Picture [Panorama General], el escritor y analista Barry Ritholtz nos remite a un informe publicado por el Banco de
Según
el informe, titulado El contenido estadounidense del “Fabricado en China”, los
productos y servicios procedentes de China supusieron solo un 2,7% del gasto de
consumo personal de EE UU en 2010, menos de la mitad del cual reflejaba los
costes reales de las importaciones chinas. El resto fue a parar a empresas y
trabajadores estadounidenses que transportan y comercializan productos con la
etiqueta “Fabricado en China”.
El
motivo por el que esto es importante – o al menos uno de los motivos - es el
debate sobre la austeridad, los estímulos y demás. A menudo recibo comentarios
como “Bien, puede que los estímulos funcionaran en los viejos tiempos, pero
ahora solo significa gastar más en productos chinos”. En realidad, eso dista
mucho de ser cierto.
¿Por
qué? Para empezar, gran parte del gasto de consumo va destinado a los
servicios, de los cuales pocos son realmente comercializables. Por otro lado,
aunque en el artículo que compramos en Walmart ponga “Fabricado en China”, el
precio incluye mucho valor añadido estadounidense en forma de transporte y
costes de venta al por menor. Según los cálculos del informe (disponible
en frbsf.org), Estados Unidos sigue siendo un país en el que alrededor de 85
centavos de cada dólar de consumo se gastan en el país, de un modo u otro. Y
esto significa, entre otras cosas, que las reglas de la macroeconomía no han cambiado
tanto como la gente se imagina.
Apple y aglomeración
El
reciente artículo de The New York
Times sobre
los procesos de fabricación de Apple, Cómo EE UU salió perdiendo con el iPhone, de Charles Duhigg y
Keith Bradsher, era excelente, y tendré más que decir al respecto cuando
disponga de tiempo.
No
obstante, merece la pena recalcar ya mismo que el artículo es en gran parte un
ensayo sobre la economía de la aglomeración. “En este momento, toda la cadena
de suministro se encuentra en China”, decía otro ex alto directivo de Apple.
“¿Necesita 1.000 juntas de goma? Las tiene en la fábrica de al lado. ¿Necesita
un millón de tornillos? La fábrica está a una manzana de distancia. ¿Necesita
que le fabriquen un tornillo un poco diferente? Lo tendrá en tres horas”.
La
cuestión es que las fábricas no existen en un estado de aislamiento; se
benefician en gran medida de formar parte de un grupo de fabricación, con
proveedores especializados y una gran reserva de trabajadores con las
cualificaciones adecuadas. Estas son las cosas que subrayaba en mi trabajo
sobre comercio y geografía económica. Las repercusiones políticas no están tan
claras como cabría imaginar.
Pero
seguiremos con el tema cuando tenga tiempo de hacerlo bien.
Traducción de News Clips.
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