No hay nada peor
que tener miedo a decir la verdad.
ÓSCAR
ARIAS SÁNCHEZ/EL PAÍS
Quiero sumar mi voz a un coro de preocupación que recorre buena parte de
nuestra América.
Miles de estudiantes y opositores al gobierno del Presidente Nicolás
Maduro en Venezuela fueron brutalmente atacados con armas de fuego por los
cuerpos de seguridad.
En ningún país verdaderamente democrático uno va a prisión o es
asesinado por pensar distinto o por querer manifestar su oposición a las
políticas del gobierno. Venezuela puede hacer todos los esfuerzos de oratoria
que desee para vender la idea de que es una verdadera democracia, pero con cada
violación a los derechos humanos que comete niega en la práctica esa
afirmación, porque reprime la crítica y la disidencia.
Todo gobierno que respete los derechos humanos debe respetar el derecho
de su pueblo a manifestarse pacíficamente. El uso de la violencia es
inaceptable. Recordemos la advertencia de Gandhi: “Ojo por ojo y todo el mundo
acabará ciego”.
Siempre he luchado por la democracia y estoy convencido de que en una
democracia, si uno no tiene oposición debe crearla, no reprimirla y condenarla
a un infierno de persecución, que es lo que parece hacer el gobierno del
Presidente Maduro.
Venezuela debe respetar los derechos humanos, sobre todo los derechos de
sus opositores, porque no tiene ningún mérito respetar sólo los derechos de sus
partidarios.
En algún momento de su vida dijo Martin Luther King Jr. que “…los
lugares más calientes del infierno están reservados para aquellos que en un
período de crisis moral mantuvieron su neutralidad. Llega el momento en que el
silencio se convierte en traición”.
Por ello estoy consciente de que al hacer estas afirmaciones me expongo
a todo tipo de críticas de parte del Gobierno venezolano. Me acusarán de
inmiscuirme en asuntos internos, de irrespetar su soberanía y, casi con
certeza, de ser un lacayo del imperio.
Sin duda, soy un lacayo del imperio: del imperio de la razón, de la
cordura, de la compasión y de la libertad. No voy a callarme cuando se vulneran
los derechos humanos.
No voy a callarme cuando la sola existencia de un gobierno como el de
Venezuela es una afrenta a la democracia. No voy a callarme cuando se pone en
jaque la vida de seres humanos, por defender sus derechos ciudadanos. He vivido
lo suficiente para saber que no hay nada peor que tener miedo a decir la
verdad.
Óscar Arias fue presidente de Costa Rica y obtuvo en 1987 el Premio Nobel de
la Paz.
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