Las autoridades
cifran en 75 los muertos en Kiev en las últimas 48 horas. Solo hoy ha habido
35. La presencia de francotiradores en las calles genera pánico.
Los ucranianos de a pie de Kiev no dan crédito a sus ojos: en esta
ciudad europea amable y llena de bellos edificios, las armas comienzan a
imponer su ley. Las noticias sobre la actuación de francotiradores desde los
tejados en el centro asustaron a los pequeños comerciantes que cerraban las
puertas de sus establecimientos mucho más allá del perímetro de la zona directa
de riesgo, en la avenida Kreschatik y en las calles que llevan a los edificios
gubernamentales.
Los francotiradores (un conjunto cuyo número y características es un
tema a investigar) estuvieron entre los protagonistas de otra macabra jornada,
ya que a ellos se les atribuye la responsabilidad por una parte de los muertos
que se registraron el jueves. El ministerio de Sanidad informó de que habían
perecido 75 personas y más de 500 heridos en los enfrentamientos ocurridos en el centro de Kiev del
18 hasta el 20 de febrero a las 18 horas (una hora menos en
España). El servicio informativo Ukrainskaya Pravda afirmaba que 58 muertos
habían sido identificados y que entre ellos había 10 policías, pero esta
información no especificaba si estas muertes eran resultado de los
enfrentamientos del jueves o del periodo transcurrido desde que se recrudeció
la violencia el 18 de febrero.
En la noche del miércoles al jueves los tres líderes de la oposición,
Vitali Klichkó, Arseni Yastseniuk y Oleg Tiagnibok, se reunieron con Yanukóvich
y consiguieron garantías de una tregua nocturna entre los manifestantes
concentrados en la plaza de la Independencia (el “Maidán"), por una parte,
y las fuerzas del orden público y las unidades especiales (las Berkut), por la
otra.
La tregua se rompió cerca de las nueve de la mañana, cuando, según una
de las versiones, los Berkut habrían intentado atacar el conservatorio y los
manifestantes atrincherados en él habrían respondido disparando.
Fuera este el detonante o no, lo cierto es que los manifestantes, bien
organizados y en columnas, emprendieron una contraofensiva y avanzaron hacia
los edificios gubernamentales y también por la avenida Krishatik, donde
recuperaron el edificio de la Casa de Ucrania.
El vestíbulo del hotel Ucrania, donde están alojados muchos de los
corresponsales occidentales y sobre todo de cadenas de televisión, se
acumulaban 13 cadáveres que la médico Olga Bogomólets, atribuía a la acción de
francotiradores. En los cristales del hotel había impactos de balas, según
informaba la BBC. Antes, una docena de cuerpos habían sido trasladados al hotel
Kozatski, en la plaza de la Independencia. El partido “Patria”, de la
encarcelada primera ministra Yulia Timoshenko, anunciaba que en la plaza un
francotirador había asesinado Alexandr Shcherbaniuk, miembro del partido y
veterano de Afganistán. La bala le había alcanzado en el corazón. También en la
plaza de San Miguel, frente al monasterio del mismo nombre (ahora convertido en
hospital) habrían actuado los francotiradores. Miembros del servicio de Autodefensa
en una conversación informal contaban que un francotirador había matado a tres
personas en las inmediaciones, tras lo cual había sido detectado y echado al
vacío desde el tejado en el que se habría apostado. Esta información no está
verificada, pero da idea de cuán caldeado está el ambiente en la capital de
Ucrania.
El jueves en diversos hospitales operaban a heridos. Frente al hospital
número 17 montaban guardia un grupo de ciudadanos de pocas palabras que se
definían como “voluntarios”. A juzgar por su aspecto y estilo, lo mismo podían
ser activistas del Maidán que vigilaran ante la posible llegada de la policía
(para evitar que desalojen a los heridos y los lleven a las comisarías) o ser
ellos mismos policías. El ministerio del Interior confirmó en su página de
Facebook que la policía había utilizado las armas para que agentes desarmados
pudieran ponerse a salvo de los tiros contra ellos. Activistas del Maidán
habían escoltado a agentes de los Berkut que, según el servicio de defensa de
los manifestantes, se habían pasado a sus filas.
La violencia está presionando al partido de las Regiones y también al
flamante alcalde de Kiev, Vladímir Makeenko, quien en una alocución distribuida
por youtube anunció su salida del partido. Makeenko, que llegó a ser jefe del
comité de reglamento de la Rada Suprema (el parlamento), calificó de “tragedia
de todo el pueblo ucraniano” lo que está sucediendo, reprochó a los políticos y
a los oligarcas el no interponerse en el enfrentamiento y exhortó a todos los
diputados de la Rada, con independencia de su partido, a formar un escudo entre
los “ciudadanos de Ucrania civiles y en uniforme”. Makeenko dijo tener que
ocuparse cada día de enterrar a “docenas de muertos”. El alcalde dio orden de
acelerar la inspección del Metro con el fin de que pueda reanudarse cuanto
antes este servicio de transporte público.
Varios diputados más anunciaron su salida del partido de las Regiones e
incluso la creación de un “grupo anticrisis” en el partido gubernamental, pero
los intentos de tomar las riendas de la racionalidad en el parlamento y
comenzar a producir resoluciones que enderecen la situación resultaron vanos.
Medios de la oposición señalaban que tanto el jefe de la cámara, Vladímir
Ribak, como el jefe del aparato de la misma, boicotearon la sesión.
Los tres ministros de Exteriores de la UE que visitaron el jueves Kiev,
Laurent Fabius de Francia, Radoslaw Sikorski, de Polonia, y Frank-Walter
Steinmeyer de Alemania, se entrevistaron con el presidenteYanukóvich en
un segundo intento, después de que les dieran un portazo en el primero. Medios
periodísticos ucranianos informan que Yanukóvich interrumpió la conversación
con los ministros para llamar al presidente de Rusia, Vladímir Putin. Los
ministros intentaban convencer al presidente de que adelantara a este año el
final de su mandato (en 2015). El jefe de gobierno polaco, Donald Tusk, dijo
que Yanukóvich había mostrado disposición a realizar elecciones anticipadas,
según la agencia Reuters. Pero el líder del partido “UDAR”, Vitali Klichkó,
manifestó que no se ha logrado ningún acuerdo para resolver la crisis en el
país. Klichkó hizo estas declaraciones tras una reunión con los ministros de
Exteriores europeos. “La toma de decisiones depende del presidente y después de
esto podremos decir algo”, señaló. Klichkó no dijo si los líderes de la
oposición se iban a entrevistarse anoche con el jefe del Estado.
NYT / EL
PAÍS
En provincias también las armas adquieren protagonismo. En la región de
Ternópol, en el oeste del país, el partido Libertad informó que los Berkut
locales habían entregado las armas y se habían puesto del lado de los
manifestantes. Por su parte, la policía de Lvov, también en el Oeste, informó
de que se habían recuperado más de la mitad de las 1189 armas robadas en las
revueltas locales, lo que equivale a decir que varios centenares de armas están
en manos de los amotinados. El alcalde de Lvov manifestó también que se había
podido evitar el asalto al consulado ruso local.
Desde Rusia, el secretario de Prensa del presidente Vladímir Putin,
anunciaba que Moscú continuará prestando ayuda económica a Ucrania cuando se
normalice la situación. En diciembre, Rusia compró obligaciones emitidas por el
gobierno ucraniano por valor de 3000 millones de dólares, lo que supone el
primer tramo del total de 15.000 millones de dólares prometidos según los
acuerdos bilaterales del 17 de diciembre. La compra de las obligaciones se
realiza a través de la bolsa de Irlanda, pero Rusia no puede comprar el segundo
tramo porque el ministerio de Finanzas de Ucrania no ha emitido una nueva
partida de obligaciones.
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