El país asiático
abandona definitivamente su posición pacifista y sube el presupuesto de defensa
para comprar aviones, drones, vehículos anfibios; y crear su cuerpo de
'marines'.
JOSE
REINOSO Pekín
El primer ministro japonés, Shinzo Abe / KIMIMASA MAYAMA/POOL (EFE)
El creciente poder de China y la constante amenaza de Corea del Norte han
decidido al primer ministro de Japón, Shinzo abe, a dar un vuelco a la política
de defensa del país asiático, que desde el fin de la Segunda Guerra Mundial ha
estado marcada por su Constitución pacifista. Tokio ha anunciado este martes un
ambicioso programa de reorganización militar, que incluye la redistribución
geográfica de sus efectivos y un incremento del 5% del gasto en el conjunto de
los próximos cinco años, con la adquisición de nuevo material bélico, incluidos
submarinos, aviones de combate, drones de vigilancia y vehículos anfibios.
El programa, para el periodo 2014-2019, contempla un presupuesto de 24,7
billones de yenes (174.000 millones de euros) para gasto en defensa, frente a
23,5 billones de yenes (165.000 millones de euros) en el quinquenio anterior.
La cifra podría reducirse 700.000 yenes (4.900 millones euros) si se cumplen
los planes de recorte de costes previstos.
La decisión da marcha atrás a una década de bajada del gasto militar y
es una clara señal de la intención de Abe, que llegó a la jefatura de Gobierno
hace ahora un año, de dotar a Japón de un ejército más potente para hacer
frente a las tensiones territoriales marítimas que tiene con Pekín y
la imprevisibilidad de Corea del Norte. El plan viene a sumarse a la creación,
anterior, de un Consejo de Seguridad Nacional, que se prevé que concentre mayor
poder en las manos de un grupo más reducido de personas.
"China está intentando modificar por la fuerza el status quo en los
cielos y los mares de China Oriental y del Sur de China y en otras áreas,
basándose en sus propias reivindicaciones, que son incompatibles con el orden
internacional", asegura Tokio en el plan de estrategia de seguridad
nacional, informa Reuters. "La actitud de China hacia otros países y los
movimientos militares, unido a una falta de transparencia en sus políticas
militar y de seguridad nacional, suponen una preocupación para Japón y la
comunidad internacional y requieren una vigilancia de cerca".
El plan contempla el desplazamiento de tropas del norte del archipiélago
a las islas remotas en el suroeste y la creación de su primera unidad de
vehículos anfibios, similar a los marines estadounidenses, para responder con
velocidad en caso de invasión extranjera de las islas. Tokio prevé desplegar
sistemas de alerta temprana, submarinos y sistemas de defensa antimisiles en el
área.
Durante la Guerra Fría, el ejército japonés era más bien estático, y la
mayoría de los recursos estaban concentrados en el norte y el este para
proteger frente a una potencial invasión rusa. Los cambios geopolíticos y, en
particular, el ascenso de China –cuyo presupuesto de defensa crece año tras año
a ritmos superiores al 10%- han decidido a Japón a situar sus tropas más al sur
y al oeste. El plan insta también al Gobierno a reforzar su sistema de defensa antimisiles para contrarrestar
"una grave e inminente amenaza" de Corea del Norte.
El programa de defensa quinquenal incluye la compra de cinco submarinos,
17 aviones híbridos de despegue vertical o en pista Osprey, 52 vehículos
anfibios y tres drones –probablemente Global Hawk- para mejorar la vigilancia
marítima y la defensa, así como el desplazamiento de un avión dotado con radar
E-2C a la isla de Okinawa, donde el número de escuadrones de aviones caza
pasará de uno a dos. También adquirirá dos destructores equipados con sistemas
antimisiles Aegis y 28 nuevos aviones de combate F-35A, un aparato furtivo muy
superior a los F-15 que tiene actualmente.
La lista de compras forma parte de los esfuerzos de Abe de
normalizar el Ejército de Japón, un país que ha sido oficialmente pacifista
desde su derrota en la Segunda Guerra Mundial. Sus fuerzas armadas, muy bien
equipadas y profesionales, están limitadas a un papel denominado de
autodefensa, algo que Abe quiere cambiar.
Las nuevas pautas de defensa, para un periodo de 10 años, impulsadas por
el primer ministro y aprobadas hoy por su gabinete afirman que Tokio
introducirá "una fuerza de defensa conjunta dinámica" para que los
cuerpos de tierra, mar y aire trabajen juntos de forma más efectiva.
"Esperamos hacer una mayor contribución a la paz y la estabilidad de la
comunidad internacional mediante un pacifismo proactivo. Esto muestra con
transparencia las políticas diplomática y de defensa de nuestro país", ha
dicho. Una frase que ha parecido dirigida a China. Estados Unidos y analistas
extranjeros afirman que es difícil saber qué está incluido en el presupuesto
militar que cada año hace público Pekín, y que las cifras reales son dos o tres
veces superiores.
El plan de Abe señala que aunque la alianza de seguridad con Estados
Unidos sigue siendo la piedra angular de su defensa, Tokio debe incrementar al
mismo tiempo su cooperación con otros países asiáticos, como Corea del Sur,
Australia e India.
Algunos países vecinos de Japón –y algunos ciudadanos japoneses- temen
que la nueva estrategia de defensa aleje el país de su Constitución pacifista.
En Pekín, que mantiene muy frescos los recuerdos de la brutal invasión japonesa
en el siglo pasado, la portavoz de Exteriores Hua Chunying ha dicho hoy que la
agresión japonesa durante la Segunda Guerra Mundial plantea interrogantes sobre
el programa de defensa y las intenciones de Tokio. "Los países asiáticos y
la comunidad internacional, incluida China, no podemos sino prestar mucha
atención y estar en gran alerta frente a los movimientos pertinentes de
Japón".
El gasto militar japonés cayó durante 10 años hasta que Abe lo
incrementó un 0,8% este ejercicio. A pesar de ello, en las dos últimas décadas
hasta el año pasado, Tokio se ha mantenido como el sexto mayor comprador de
armamento del mundo, justo detrás de Reino Unido. El gasto ha subido un 13% en
dólares constantes de 2011, según International Peace Research Institute, con
sede en Estocolmo. El de China, se ha multiplicado por más de
cinco y ha pasado del puesto siete al dos. Pekín anunció en marzo un
presupuesto de defensa de 720.168 millones de yuanes (86.170 millones de euros)
para 2013, lo que representa un incremento del 10,7% respecto a lo gastado en
2012.
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