Hace cinco años, la
producción estadounidense estaba debajo de 20 millones de barriles diarios de
petróleo. Ahora se acerca a los 25 millones y supera en crudo a Arabia Saudí.
SANDRO
POZZI Nueva York/EL PAÍS
Cada trimestre, los grandes gestores de fondos en Estados Unidos dan a
conocer sus estrategias de inversión. La de Berkshire Hathaway, el brazo financiero
de Warren Buffett, es de las más seguidas en
Wall Street. Es conocido su interés por las corporaciones “made in USA”,
sobretodo si son grandes. Lo que no esperaban en el parqué era que anunciara
que entraba en el capital de la petrolera Exxon Mobil.
Aunque sorprendente, la apuesta no es casual. Buffett lleva años
apostando por el renacimiento energético de EE UU. Tiene en posiciones en
ConocoPhillips y Suncor y es propietario de la compañía ferroviaria Burlington
Northern Santa Fe, con la que controla la infraestructura para dar salida al
petróleo y el gas natural que emerge de los nuevos yacimientos que se explotan
en el interior del país y Canadá.
La maniobra de Buffett es un reflejo la frenética carrera energética en
la que está inmersa EE UU, que va a tener importantes implicaciones para su
economía y en sus relaciones con el resto del mundo. Dennis Ross, antiguo
negociador para Oriente Medio, puso en evidencia recientemente como la
autosuficiencia energética puede trastocar el equilibrio de fuerzas en la
región.
El temor del diplomático es que haya un repliegue de EE UU como poder en
la zona, porque ya no depende del petróleo del Golfo Pérsico. Algo similar ven
otros analistas con Venezuela y otros países productores en América Latina.
“Los efectos de la evolución energética de EE UU se sentirá más allá de
Norteamérica y de la industria”, señala la Agencia Internacional de la Energía en
uno de sus informes sobre tendencias.
Las cifras están ahí. El pasado octubre, el Departamento de Energía
anticipaba que EE UU será ya este año el principal productor de petróleoy
de gas natural del mundo, con lo que supera a Rusia y Arabia Saudí. Se explica
por la cantidad de hidrocarburos que se están explotando en Texas y Dakota del
Norte, por no dejar de mencionar el gas natural que se extrae de la roca porosa
en algunos Estados de la costa este.
Hace cinco años, EE UU producía por debajo de 20 millones de barriles
diarios de petróleo y gas natural, repartidos a partes iguales. Rusia superaba
ese nivel combinando las dos fuentes fósiles, mientras que Arabia Saudí era el
mayor productor de crudo. Ahora la producción total estadounidense se acerca a
los 25 millones de barriles y supera en el petróleo al país árabe.
La clave de este repunte está en las exploración del esquisto. Hay una
docena de países tratando de dar con un modelo viable para explotar el gas
natural atrapado en las formaciones rocosas. Pero EE UU es la que va claramente
por delante, pese a la controversia que genera esta técnica de extracción. En
la actualidad representa más del 40% de la producción total de gas natural en
EE UU y el 15% en Canadá.
Y sería aún mayor, de no ser porque la capacidad de la infraestructura
para transportar toda esta energía es limitada. Volviendo al caso de Buffett,
la petrolera ConocoPhillips cuenta con numerosos proyectos en marcha en
Athabasca (Alberta) mientras que ExxonMobil tiene 4.000 millones de barriles en
reservas probadas en depósitos de esquisto en Canadá. Suncor, por su parte, es
el mayor productor en arenas petrolíferas.
La proyección del Departamento de Energía es que la producción de
petróleo de EE UU se mantenga en los 10 millones de barriles diarios entre 2020
y 2040. En el caso de los combustibles líquidos, subirá a 18 millones de
barriles diarios en dos décadas y media. Eso permitirá reducir las
importaciones netas al 25% en 2016 frente al 60% en 2005.
Este repunte en la explotación de los recursos fósiles no se está viendo
acompañado, sin embargo, por un incremento de la inversión en las denominadas
como energías limpias, que se presentó en el pasado como otro de los
componentes clave para abrir el camino hacia la independencia. Al contrario,
cayó un 41% en el último año. El gas natural es mucho más barato de extraer y
lucrativo para las petroleras.
La idea de la autoabastecimiento era impensable hace cinco años. Ahora
es posible que EE UU y Canadá se conviertan en exportadores netos de petróleo y
gas natural en 2025, superando a los países de Oriente Medio. El Departamento
de Energía está empezando a relajar las restricciones que aplica a las
exportaciones de gas natural. Su proyección es que para 2018 sea exportador
neto de todas las formas de gas natural.
Con todos estos depósitos a mano, la atención de EE UU rota claramente
hacia Asia. Es lo que está haciendo también Canadá, anticipando que su vecino y
principal socio comercial al sur del continente norteamericano ya no va a
necesitar tanto de sus recursos energéticos para alimentar su economía. Pero
este ajuste en el equilibro del poder en el mercado energético también puede afectar
a la relación con Europa.
Al producir su propia energía, reduce el desequilibrio en la balanza
exterior y la economía se beneficia de una reducción en el precio del
combustible que demanda su industria, lo que le da una importante ventaja
competitiva. Eso explica por qué algunas multinacionales están volviendo a
incrementar sus operaciones en el país. No solo se reducen los costes de
producción para la manufactura, también los del transporte.
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