La histórica decisión tendrá enorme repercusión en
el funcionamiento del sistema político de EE UU.
ANTONIO
CAÑO Washington/EL PAÍS
El líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid. / WIN MCNAMEE (AFP)
En una
decisión histórica de enorme repercusión en el funcionamiento del sistema
político de Estados Unidos, los demócratas en el Senado, hartos de lo que
consideran una sistemática obstaculización de la acción de gobierno, eliminaron
este jueves la norma que durante décadas ha permitido a la minoría bloquear las
designaciones del presidente para puestos en el Gabinete y los principales
cargos judiciales.
Por 52
votos contra 48, los demócratas han sacado adelante una nueva reglamentación
que permite la confirmación de todos los nominados por la Casa Blanca, con
excepción de los miembros del Tribunal Supremo, por mayoría simple, lo que
reduce sustancialmente una tradición de filibusterismo que era una de las
características fundamentales del sistema político norteamericano.
Este
paso, tan grave que se conocía coloquialmente como “la opción nuclear”, es la
consumación del constante incremento de la polarización política desde que
Barack Obama llegó al poder y, probablemente, liquida cualquier posibilidad de
actuación bipartidista en todo lo que resta de la actual Administración.
Al
defender su propuesta, el líder de la mayoría demócrata, Harry Reid, manifestó
que “es hora de cambiar el Senado antes de que esta institución se haga obsoleta”.
En su respuesta, el líder de la oposición republicana, Mitch Mcconnell,
advirtió: “Lamentarán lo que han hecho, y lo lamentarán antes de lo que creen”.
Este obstruccionismo”, dijo el presidente, “no es la oposición a las
personas que yo escojo, es la oposición a la política que los norteamericanos
eligieron”
Obama
compareció ante los periodistas unos minutos después de la votación en el
Capitolio para respaldar la decisión tomada por sus compañeros de partido y
acusar a los republicanos de “abusar de tácticas y procedimientos
parlamentarios” para impedir que quienes fueron elegidos por los ciudadanos en
las urnas puedan cumplir con su obligación de gobernar. “Este obstruccionismo”,
dijo el presidente, “no es la oposición a las personas que yo escojo, es la
oposición a la política que los norteamericanos eligieron”.
La
necesidad de limitar el filibusterismo en las designaciones presidenciales, la
mayor parte de las cuales requiere confirmación del Senado, ha sido discutida
durante años en este país, tanto cuando los demócratas tenían mayoría como
cuando la tenían los republicanos, pero nunca nadie se había atrevido a avanzar
en una medida que pone en cuestión la esencia misma bajo la que ha funcionado
esta democracia desde su nacimiento: el respeto sagrado a las minorías.
Pero ese
funcionamiento, a juicio de los demócratas, se ha visto amenazado por la
decidida voluntad de los republicanos de torpedear el derecho del presidente a
elegir a los colaboradores que prefiera y a modelar la composición de los
principales tribunales de justicia de acuerdo a sus criterios, tal como han
hecho todos los presidentes antes de Obama. Aunque el recurso al filibusterismo
ha existido siempre, particularmente desde que en 1917 se aprobó la norma que
requiere 60 de los 100 votos del Senado para permitir que una propuesta sea
votada en el pleno, nunca se había utilizado con la frecuencia que ahora.
Cuando Lyndon Johnson era líder de los demócratas tuvo que hacer frente a un
caso de filibusterismo; Reid ha conocido ya más de 400.
La gota
que ha colmado el vaso ha sido el bloqueo en las últimas semanas de los tres
jueces designados por Obama para cubrir vacantes en el Tribunal federal de
Apelaciones del Distrito de Columbia, el segundo más importante del país, bajo
explícita confesión de los republicanos de que no iban a permitir que el
presidente hiciera más nombramientos en esa corte, esencial en la mayor parte
de los casos que pueden acabar en el Supremo.
Antes de
eso, numerosos cargos de relevancia en el equipo de gobierno de Obama, entre
ellos el último secretario de Defensa, han tenido que esperar meses antes
conseguir su confirmación, lo que frecuentemente ha ocurrido a cambio de
importantes concesiones políticas de parte de los demócratas o de la Casa
Blanca.
“Basta
ya”, dijo el senador Reid al asumir la gran responsabilidad de someter a
votación la norma aprobada este jueves. El propio Reid se opuso a hacerlo hace
tres años. Los demócratas podrían perder la mayoría en las elecciones
legislativas del año próximo o en 2016 y la nueva regla podría volverse en su
contra. Pero la situación había llegado a un punto en el que Obama se veía,
literalmente, con las manos atadas, no ya para sacar adelante las reformas
prometidas, sino para garantizar el funcionamiento básico de las instituciones
judiciales fundamentales.
EVA
SÁIZ, WASHINGTON
En lo
que va de año, 21 de los nombramientos que Obama ha propuesto para ocupar un
puesto en la Administración o en los tribunales federales, han sido bloqueados
en el Senado. La cifra se suma a los 27 cargos que los legisladores de la
cámara Alta se encargaron de obstaculizar en la anterior legislatura del
presidente.
La irrupción del Tea Party en el Congreso, tras las elecciones
legislativas de 2010, ha impuesto en las votaciones a cargos públicos una pauta
de obstruccionismo sin precedentes que ha provocado que queden vacantes sin
cubrir que se remontan a 2007. Este bloqueo hace imposible el correcto
funcionamiento de las instituciones.
La lucha más enconada se ha producido con los nombramientos a
los tribunales de distrito, muchos de cuyos puestos que se consideran un
escaparate en la carrera para el Supremo, además de los efectos que sus fallos
tienen en asuntos de tanta relevancia como el medio ambiente, la protección de
los derechos de los consumidores, o la regulación anti-trust, muchos en el
corazón de la pugna política diaria en el Capitolio.
En la última semana, los republicanos han bloqueado a tres de
los candidatos designadas por Obama para ocupar el estrado en el Tribunal del
Circuito del Distrito de Columbia. Antes, para impedir un nombramiento era
necesario que la incompetencia o la incompatibilidad para desempeñar la función
para la que habían sido designados fuera manifiesta. En estos días, varios
senadores republicanos han reconocido que la razón principal por la que se
oponen a las elecciones del presidente es el mero hecho de que no desean que
ninguno de sus nominados acceda a ese juzgado en concreto. En lo que va de año,
la práctica del filibusterismo ha bloqueado la investidura de 13 cargos para
ocupar puestos en tribunales federales.
El número de candidatos bloqueados desde que Obama llegó a la
Casa Blanca, contrasta con el de presidencias anteriores. George W. Bush sufrió
siete obstrucciones, Bill Clinton nueve, y Ronald Reagan y Jimmy Carter dos
respectivamente.
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