Majestuoso testimonio de un poder agostado

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martes, 19 de noviembre de 2013

Bachelet se queda corta en el Congreso

 

 

Pese a la gran diferencia con sus rivales, el resultado obligará la socialista a pactar con la derecha las grandes reformas.

 

 

ROCÍO MONTES / WALDO DÍAZ Santiago de Chile 


El holgado primer lugar que obtuvo el domingo la exmandataria Michelle Bachelet, que alcanzó un 46% en las presidenciales chilenas, han tenido un sabor un poco amargo. No solamente porque la candidata de centroizquierda no logró vencer en primera vuelta, como la propia postulante esperaba, sino porque la fuerza de su coalición en el Parlamento no es suficiente para aprobar algunas reformas clave de su programa sin el acuerdo de la derecha.

 

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Una de las propuestas emblemáticas pasa por un profundo cambio a la Constitución de 1980, aprobada por Augusto Pinochet en un cuestionado plebiscito. Para llevar adelante esa iniciativa, requiere de dos tercios del Congreso, es decir, 80 diputados y 25 senadores. La Nueva Mayoría, sin embargo, logró 68 representantes en la Cámara Baja y 21 en la Alta. La candidata socialista quiere establecer un Estado laico, asegurar derechos sexuales y garantizar “la igualdad social”, entre otras cosas.
Bachelet pretende que las reformas constitucionales se acuerden en el Congreso, entre todos los sectores políticos, pero no ha descartado el mecanismo de llamar a una Asamblea Constituyente. La socialista es reticente a esa fórmula, ya que produciría una polarización política y dificultaría la puesta en marcha de su programa. En las elecciones del domingo, un 8% de los electores escribió las letras “AC” en su voto para pedir la participación social en el cambio constitucional, después de una fuerte campaña de un movimiento llamado Marca tu Voto.
La socialista obtuvo 21% de ventaja sobre la candidata de derecha, Evelyn Matthei, que celebró como una victoria su 25% de respaldo y su paso a la segunda vuelta del 15 de diciembre. La diferencia deja a Bachelet a un paso de regresar a la Moneda en marzo, pero antes deberá sobrellevar un mes de campaña con ciertas dificultades.
La expresidenta se ha comprometido a cambiar el sistema electoral vigente, binominal. Instalado en últimos meses de la dictadura con el objeto de garantizar estabilidad entre las dos grandes fuerzas políticas, su reforma ha sido uno de los emblemas de la campaña de Bachelet, que busca un modelo de mayor proporcionalidad. Para esta reforma necesita tres quintos en el Senado y la coalición Nueva Mayoría tampoco los tiene.
El escenario es menos complejo en las reformas que buscan la gratuidad universal en la educación y el fin del lucro en todo el sistema educativo que use recursos del Estado. Para llevar adelante esta iniciativa, Bachelet necesita de cuatro séptimos en la Cámara de Diputados y en el Senado, un apoyo que podría alcanzar sumando a independientes.
El conglomerado opositor ganó 11 diputados en la Cámara: de 57 pasó a 68. En el Senado ganó un representante y, de los 20 que tenía, llegó a los 22. Esta fuerza le permitirá aprobar las medidas que requieren de una mayoría simple, como la reforma tributaria y las laborales. También logrará llevar adelante cambios a los sistemas de pensiones.

Pretende que las reformas constitucionales se acuerden en el Congreso, pero no ha descartado el mecanismo de llamar a una Asamblea Constituyente

Las altas expectativas de dar un golpe de efecto en la presidencial y conseguir un triunfo arrollador en la parlamentaria, terminaron por convertirse en una trampa para la candidata socialista. La confianza del centroizquierda convirtió su holgado triunfo en un interrogante respecto de la fuerza que tendrá para llevar a cabo las profundas reformas que contiene su programa de Gobierno. Sobre todo considerando que la participación con un sistema de voto voluntario fue del 56%, la cifra más baja desde el regreso a la democracia en 1990.
Bachelet obtuvo una votación similar a la que alcanzó en la primera vuelta electoral en 2005, cuando logró un 45,96% de los sufragios. Para algunos analistas, la sociedad no está completamente en sintonía con los cambios de la socialista, sino con posturas vinculadas con los beneficios del modelo de mercado. En 2012, poco después de las protestas de los estudiantes, una encuesta del Centro de Estudios Públicos mostró que buena parte de los chilenos valora la sociedad capitalista e ideas como la distribución de la riqueza en base al esfuerzo.

Las altas expectativas terminaron por convertirse en una trampa para la candidata socialista

Una de las incógnitas es cómo se comportará el electorado que no acudió a votar o votó por el exsocialista Marco Enríquez-Ominami, que obtuvo el segundo lugar con el 10,98%, y del empresario Franco Parisi, que logró el 10,11%. Los ya excandidatos no endosaron su apoyo a Bachelet ni a Matthei, pero ambas candidatas apelan a capturar parte de su respaldo.
Pese a que la derecha transita por uno de sus momentos más complejos, con la campaña presidencial más accidentada de los últimos años, evitó una debacle en el Parlamento e impidió que se rompiera una cierta correlación de fuerzas que ha estado vigente en Chile durante los últimos 23 años. Mantuvieron su número de senadores en 16, aunque perdieron seis representantes en la Cámara de Diputados, bajando de 55 a 49. 

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