Obama acepta la
nueva estrategia de seguridad del Gobierno de Peña Nieto.
ANTONIO
CAÑO / LUIS
PRADOS México
Los presidentes Barack Obama y Enrique
Peña Nieto sentaron este jueves, en su encuentro en Ciudad de México, las bases
de una relación estratégica que buscará potenciar la integración económica
entre ambos países con vistas a convertir a Norteamérica en un gran polo de
influencia mundial. A ese fin, los mandatarios anunciaron la creación de un
grupo de diálogo binacional de alto nivel, al que se sumará el vicepresidente
Joe Biden, para explotar sus potencialidades y convertir a la región en la más
competitiva del mundo. La primera reunión de ese grupo se celebrará en otoño.
En el frente de la seguridad y de la lucha contra el narcotráfico, Obama
aceptó el cambio de estrategia del nuevo Gobierno mexicano, centrada en la reducción
de violencia, pero sin aflojar el puño en el combate al crimen organizado. “Dos
objetivos”, subrayó Peña Nieto, “que no se contraponen ni riñen entre sí”.
En una conferencia de prensa conjunta celebrada en el Palacio
Nacional, en el Zócalo de la capital mexicana, Peña Nieto insistió
en una nueva relación que “no esté centrada en solo tema”, como ha sido el de
la seguridad en los últimos años, sino que ponga el énfasis en la
“complementariedad económica” de los dos países, a partir del Tratado de Libre
Comercio de América del Norte (TLCAN) firmado hace ahora casi
20 años.
Obama recordó que el comercio anual entre las dos naciones supera los
500.000 millones de dólares y destacó la necesidad de avanzar en la integración
económica para “competir juntos en el mercado mundial”. “Cuando un país
prospera, también lo hace el otro”, destacó.
México se ha convertido en una prioridad para la Administración
norteamericana. Siempre lo ha sido en términos de seguridad fronteriza e
inmigración. Pero ahora lo es también como posible socio económico dentro de un
reacomodo estratégico que incluye el desarrollo creciente de todo el continente
y su apertura hacia el Pacífico.
México crece a un ritmo anual en torno al 4%, es uno de los principales
centros de inversión internacional y posee todos los ingredientes –territorio,
población, estabilidad política- para actuar como potencia emergente en el
siglo XXI.
Este propósito compartido de mayor integración económica se llevará a
cabo también en el campo de la educación, la innovación y en el impulso a la
pequeña y mediana empresa.
La visita a México es la segunda, después de Israel, que el presidente de Estados Unidos hace al extranjero en su
segundo mandato y la primera bajo la presidencia de Peña Nieto, cuya
política aperturista y reformista ha cautivado la atención de Washington. Obama
regaló los oídos de su homólogo y socio al manifestar su admiración por la
“audacia” de la agenda de reformas estructurales emprendida por el jefe del
Estado mexicano.
En cuanto a la cooperación en seguridad, Obama declaró su apoyo a la
estrategia de reducción de la violencia anunciada por el Gobierno de México y
reconoció su compromiso para “reducir la demanda de drogas” en EE UU así como
“el flujo de armas” a través de la frontera. Peña Nieto agradeció los esfuerzos
del presidente de EE UU a favor de un mayor control de armas en su país y
reafirmó su intención de seguir combatiendo la introducción ilegal de armas en
México compradas en el vecino del norte.
El presidente de México subrayó también que la cooperación en seguridad
se institucionalizará por “canales claros y únicos”, con el fin de evitar la
descoordinación habida durante el sexenio anterior entre las diferentes
instancias del Gobierno mexicano y las distintas
agencias de seguridad estadounidenses como la DEA, la CIA o el FBI. Este cambio
había suscitado preocupación en EE UU cuyos agentes temen que su libertad de
movimiento en territorio mexicano se vea restringida con la nueva
Administración del PRI.
En el tercer tema central de las conversaciones entre los dos Gobiernos,la reforma migratoria que impulsa Washington para
regularizar a 11 millones de emigrantes indocumentados, el 60% de ellos
mexicanos, Obama se mostró optimista sobre su aprobación. “Nuestra frontera
común es más segura que nunca. El número de intentos ilegales para cruzarla ha
bajado mucho en los últimos tiempos. Soy optimista sobre la aprobación de la
reforma y que EE UU, por tanto, siga siendo un país de inmigrantes”.
Como era inevitable, a Obama se le preguntó en la conferencia de prensa
sobre una futura intervención norteamericana en el conflicto de Siria.
El presidente de Estados Unidos afirmó que su Administración está “evaluando
permanentemente la situación” y reveló que el régimen de Bachir el Asad “está
recibiendo asistencia letal” por parte de otros países. Obama subrayó que su
objetivo es favorecer “una transición que estabilice el país y que los sirios
sean los que decidan su destino”.
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