Obama
ha estabilizado su ventaja en los sondeos y ha resucitado su discurso
integrador.
Superado ya el Sandy, la
campaña electoral de Estados Unidos se adentra en su fase más crítica con
Barack Obama en ascenso y Mitt Romney estancado. Mientras el presidente
ha sido capaz, a la estela de esa catástrofe natural, de recuperar su mensaje
de unidad nacional, el candidato republicano se ha visto obligado a
regresar a los ataques personales para lograr una victoria que se le empieza a
escapar de las manos tras su portentosa remontada de octubre.
El estado de una
campaña se mide por las encuestas, por los mensajes y por el estado
de ánimo de sus protagonistas. Todos ellos son indicadores confusos y
peligrosos para llegar a conclusiones, sobre todo cuando las diferencias entre
los candidatos están claramente por debajo de los cinco puntos. A veces, en una
disputa tan apretada, esos indicadores se mueven a diario, y no es exagerado
decir que pueden llegar a variar entre la mañana y la noche. Los cuatro días
que quedan para la votación son, por tanto, una eternidad.
Pero algo puede
deducirse cuando los tres elementos de medición mencionados favorecen a un
candidato, como es actualmente el caso de Obama. Lo más importante en cuanto a
las encuestas es que éstas confirman que el ascenso de Romney durante gran
parte del mes pasado ha sido, finalmente, frenado, y que el presidente ha
estabilizado o mejorado su posición.
La media de encuestas
que realiza la cadena CNN da tres puntos de ventaja a Obama. La que hace la página web Real Clear
Politics, en la que Romney estaba por delante desde el 9 de octubre,
registraba ayer un empate. Ninguna de ellas recoge aún el efecto probable del
huracán. De los once sondeos de la última semana en el decisivo
estado de Ohio, el presidente gana 10, con una ventaja que oscila
entre los cinco puntos y uno. De los nueve estados en los que el resultado es
aún muy difícil de pronosticar, Romney solo está por delante en dos, en uno de
ellos, Florida, por una media de menos de un punto.
Las encuestas confirman que el ascenso de
Romney durante gran parte del mes pasado ha sido, finalmente, frenado, y que el
presidente ha estabilizado o mejorado su posición
La marcha de las
encuestas condiciona el discurso de los candidatos. Cuando Romney ascendía, se
pudo permitir ser conciliador. “Los demócratas también quieren lo mejor para
esta nación”, ha repetido varias veces en los últimos días. Un signo de que ya
no asciende es que se acabó esa generosidad. En su discurso de este jueves en
Virginia, advirtió que “si el presidente es reelegido, van ustedes a ver altos
niveles de desempleo y ningún crecimiento económico, exactamente lo mismo que
hemos visto estos cuatro años”.
Obama también ha estado
bastantes días en posición de ataque, precisamente cuando las cosas le iban
peor. Sus mítines de las últimas semanas han consistido, esencialmente, en la
denuncia de que su contrincante pretende dar marcha atrás en el reloj en cuanto
a política económica, beneficios sociales y derechos de las minorías. Ayer,
consciente de que las cosas le van algo mejor, sin abandonar del todo ese
camino, añadió un mensaje más integrador. “En última instancia”, dijo en Wisconsin.
“estamos en esto juntos, ascenderemos o caeremos como una sola nación, como un
solo pueblo”.
El huracán es el motivo que le ha permitido
al presidente recuperar parte de lo que fue la oratoria que le hizo famoso
El huracán es el motivo que le ha
permitido al presidente recuperar parte de lo que fue la oratoria que le hizo famoso. “Si los últimos
días nos han inspirado es porque todas las diferencias que nos consumen en el
día a día desaparecen de repente. No hay demócratas y republicanos durante un
huracán, solo hay compatriotas norteamericanos”.
La suma de encuestas y
mensaje ayuda a modificar el tercer indicador sobre la marcha de la campaña, el
estado de ánimo, que es también el más subjetivo y variable. Hasta hace muy
poco, los republicanos creían en su victoria, tanto como extender su campaña
hasta estados, como Pensilvania o Michigan, que siempre habían parecido del
lado demócrata. Ahora el pesimismo vuelve a hacerse presente. Los republicanos
empiezan a ver imposible revertir la situación en Ohio, más aún tras la torpeza
de un video de campaña en la que se acusaba falsamente a la industria del
automóvil de trasladar parte de su producción a China. El propio consejero
delegado de Chrysler tuvo que salir a desmentir al candidato republicano, al
que han criticado en Ohio incluso medios que habían pedido el voto por él.
El mismo pesimismo se
observa respecto al voto hispano
(crucial en, al menos, tres estados decisivos: Nevada, Colorado y Florida),
del que se anuncia una participación electoral sin precedentes, pese a los
esfuerzos de la campaña de Romney para desmotivarlos.
Las posibilidades de Obama son hoy mayores
que las que eran ayer, pero no hay garantía de lo que ocurra mañana, el día en
el que se conocerá la última cifra mensual de desempleo
Un elemento imprevisto
que, posiblemente, ha tenido bastante que ver con los cambios en el estado de
ánimo ha sido Chris
Christie, el gobernador de Nueva Jersey. Christie fue la principal
estrella invitada en la última Convención
Republicana. Fue quien predijo que Romney tendría un buen
comportamiento en los debates electorales y, por ello, un apreciado gurú para
el candidato conservador. Verle, de repente, elogiando sin reservas el
comportamiento de Obama durante el huracán y recorriendo junto a él las zonas
devastadas, ha tenido el mismo efecto devastador sobre la moral de la campaña
de Romney. Christie se ha convertido en innombrable, y es posible que sea el
gran ausente de la macroconcentración republicana que Romney ha convocado este
fin de semana en Ohio para respaldar su candidatura, en la que participará todo
aquel que signifique algo en ese partido, desde Marco Rubio a Condoleezza
Rice.
Las posibilidades de
Obama, en definitiva, son hoy mayores que las que eran ayer. Pero no hay
garantía de lo que ocurra mañana, el día en el que se conocerá la última cifra
mensual de desempleo antes del veredicto final de las urnas.
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