La publicación de una carta
del ex presidente cubano en Granma tras casi cuatro meses de ausencia no
despeja las dudas sobre su estado de salud.
La firma de Fidel Castro
ha aparecido de nuevo en la prensa cubana a propósito del mensaje de
felicitación que envió a un centro que él mismo inauguró hace cincuenta años y
que se publica tras días de rumores en redes sociales sobre un agravamiento de
su salud.
El "Mensaje de
Fidel" a los graduados del Instituto de Ciencias Básicas y Preclínicas
"Victoria de Girón" de La
Habana ha ocupado las portadas de Granma y se ha reproducido en la web oficial
Cuba debate.
Hace casi cuatro meses
que el ex presidente cubano, de 86 años y retirado del poder desde 2006 por una
grave enfermedad, no publica sus famosas "Reflexiones", los artículos
que comenzó a escribir durante su convalecencia.
Además, las últimas
imágenes de Fidel Castro que se han divulgado en la isla son de finales de
marzo cuando se reunió, acompañado de varios miembros de su familia, con el
papa Benedicto XVI en la Nunciatura Apostólica de La Habana con motivo de la
visita que el pontífice cursó a la isla.
Estas circunstancias y
el hecho de que no se conociera una felicitación expresa de Fidel Castro a su
aliado Hugo Chávez por su victoria en las elecciones presidenciales de
Venezuela han alimentado en pasados días las especulaciones sobre su estado de
salud.
La reaparición de las
cartas de Fidel se produce en coincidencia con la conmemoración del 50
aniversario de la Crisis
de los Misiles con EEUU, que puso al mundo al borde de una guerra nuclear.
El emplazamiento secreto
en Cuba de misiles nucleares soviéticos en octubre de 1962 y su posterior
descubrimiento tras vuelos de reconocimiento de aviones espías estadounidenses
sobre el territorio cubano, desencadenó una serie de acontecimientos en los 13
días más críticos de la
Guerra Fría.
Un bloqueo naval y el
riesgo de invasión a la isla llevó a que el entonces presidente estadounidense
John F. Kennedy y su homólogo soviético Nikita Khrushchev llegaran a un acuerdo
para detener el conflicto, al que también se conoce como Crisis del Caribe y
cuyo momento más crítico ha sido descrito como el instante en el que se detuvo
el mundo.
Muchos cubanos, como
Eligio Salazar, fueron acantonados desde ese 16 de octubre en un lugar cercano
a La Habana
sin uniformes y sin saber qué pasaba, pero listos para usar su arma, un obús de
122 milímetros .
Todo con un único sentimiento: defender a su patria.
"Nos fuimos
enterando poco a poco de la cosa y realmente yo llegué a saber junto con todos
los compañeros de que habíamos estado al borde de una guerra prácticamente
después de haberse acabado eso, a los días sucesivos", contó Salazar a la
agencia Reuters, de 70 años y en ese entonces de 20, quien aún se emociona al
hablar de esos "tensos días".
"La disposición era
defender la revolución y la independencia de Cuba, por lo tanto, como toda
guerra, si te tocaba morir, morías (...) sabíamos que la bronca era ya con los
americanos", agregó desde su casa en La Habana. Salazar
recuerda con orgullo que "no hubo nadie llorando, ni queriendo irse de
allí".
Desacuerdos entre
cubanos y soviéticos afloraron en los días de la crisis cuando, en un acuerdo
secreto, Khrushchev accedió a retirar los misiles de Cuba y Kennedy tomó la
misma decisión con sus misiles emplazados en Turquía que apuntaban a Moscú.
Cuba se quejó de ese acuerdo
y alegó que ambas potencias la dejaron fuera. El entonces presidente Fidel
Castro expuso cinco puntos con los que pretendió entrar en el acuerdo, entre
ellos exigía a su enemigo el levantamiento del bloqueo, el cierre de la base
naval de Guantánamo y el cese de actividades subversivas.
Muchos creen incluso que
la exclusión de Cuba del acuerdo ha hecho que el diferendo político de
Washington con La Habana ,
iniciado tras la revolución liderada por Castro en 1959, se extienda hasta hoy,
cuando la isla aún reclama en foros internacionales el cese del embargo
comercial que impone Estados Unidos.
"Otro gallo hubiera
cantado, pero los soviéticos decidieron ignorar el punto de vista del
Comandante (Fidel Castro), por eso hemos tenido que vivir estos años apretados,
siempre amenazados", dijo Víctor Jiménez, otro veterano que pasó días en
trincheras bajo tierra, aguardando "una invasión".
Y hasta ahora existe en
Cuba la controversia de si fue correcta la decisión de los soviéticos de
acceder a retirar los cohetes de la isla.
Orlando Iglesias, un
veterano de 86 años que estuvo movilizado durante la crisis, dijo que sintió
una alegría "tremenda" por el acuerdo. "En mi casa hasta lo
celebramos porque fue como quitarnos un peso de encima (...) No hay mal que por
bien no venga", agregó sonriente a Reuters mientras sirve de guía en una
antigua trinchera que es parte de las atracciones turísticas que ofrece todo el
año el legendario Hotel Nacional de Cuba.
No obstante, Salazar es
de los que no aprueba esta versión. "No puedo calificarlo como un éxito
(...) creo que tampoco fue en balde", dijo. "Los únicos que
obtuvieron alguna ganancia con eso, para ponerle un nombre, fueron los
soviéticos que querían que les quitaran los cohetes de Turquía", agregó.
Cubanos recuerdan especialmente
el derribo por parte de militares soviéticos de un U-2 estadounidense el 27 de
octubre, cuando sobrevolaba el espacio aéreo cubano para fotografiar las
posiciones de los cohetes a todo lo largo de la isla.
"Fue un momento
crítico, estábamos contentos porque golpeamos a los americanos, pero era muy
grave la situación, ahora que puedo ver todo claramente es que entiendo la
gravedad del asunto", dijo Bertha Hernández, una jubilada que residía a
unos 12 kilómetros
de San Cristóbal, en la provincia de Pinar del Río, donde estaban ubicados
parte de los misiles.
En 2002, protagonistas
rusos, cubanos y estadounidenses de la crisis se encontraron en La Habana por tres días en una
conferencia que pasó revista al episodio más dramático de la Guerra Fría. Robert
McNamara, ex secretario de Defensa del entonces presidente Kennedy que
participó en las charlas, sentenció esa vez: "Evitamos una guerra nuclear
por un margen muy estrecho".
Pero Iglesias, el
veterano que sonríe mientras narra a los turistas que hace medio siglo el mundo
estuvo al borde de una hecatombe nuclear, dijo que ofrece cada detalle que
recuerda "para que no se repita". "Seguimos contando la historia
porque hay que enseñarle al mundo entero lo que nosotros pasamos, no
quisiéramos que vuelva aquel tiempo, fueron terribles aquellos 13 días",
dijo con emoción mientras muestra fotografías y recortes de periódico de la
época.
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