Majestuoso testimonio de un poder agostado

Majestuoso testimonio de un poder agostado

lunes, 8 de octubre de 2012

El motor de EE UU remonta el vuelo


 

 

Detroit representa la recuperación de la economía en un Estado, Michigan, clave para los comicios de noviembre.

 

DAVID ALANDETE Detroit

El lema oficial de Detroit, speramus meliora; resurget cineribus(“esperamos mejoras; renacerá de sus cenizas”), por fin se cumple. Esta ciudad, que ha encarnado como ninguna el declive de la industria del automóvil de Estados Unidos, vive ahora el inicio de una primavera. Antes, había fondo. El paro real llegó al 50% en 2009. En los últimos 20 años perdió 310.000 habitantes, y se quedó con solo 700.000. Ahora, sin embargo, se ven nuevas vías de regreso a la ciudad, que algunos pioneros recorren para revitalizarla del mismo modo que se revitaliza la economía del país.
Detroit representa, de una forma extrema, la recuperación de la economía nacional. El Gobierno reveló el viernes que el desempleo ha descendido al 7,8%, el mismo nivel que en enero de 2009, cuando Barack Obama tomó posesión de su cargo. Pocos meses después, en septiembre de 2009, este Estado, Michigan, alcanzó un máximo histórico: el 14,2%. Ahora esa cifra se ha reducido notablemente, hasta el 9,4%. En eso mucho ha tenido que ver el plan de estímulo económico del presidente, y el rescate de las automotrices con sede en la ciudad, un plan que previsiblemente ayudará a Obama a cosechar votos en las elecciones del 6 de noviembre en este Estado que suele ser decisivo en el recuento electoral.
Finalmente, Detroit ha logrado convertir lo que parecía un último aliento en una bocanada de aire fresco. Hoy es una ciudad de pioneros y magnates. Los magnates se quedaron, para comprar los edificios que nadie quería, aguardando un renacimiento urbano. Los pioneros llegan ahora, jóvenes idealistas que hacen historia y traen consigo un nuevo e incipiente mercado de trabajo.
En 2010 el multimillonario Dan Gilbert trasladó a los 1.700 empleados de su compañía, la hipotecaria Quicken Loans, de las ciudades de las afueras al depauperado centro. Luego adquirió edificios, que renovó integralmente. Invirtió 12 millones de dólares en el teatro Madison, de 1917, que estuvo abandonado durante 17 años. Ahora está ocupado al 100% y aspira ser la sede de una revolución tecnológica.
“En los dos últimos años ha habido un movimiento laboral de otras localidades a Detroit”, explica Jake Cohen, de 30 años, vicepresidente de la empresa de inversiones en Internet Detroit Venture Partners, radicada en ese edificio. “La razón es muy simple. La gente joven quiere vivir en la ciudad. Y eso a esta generación le da la oportunidad de participar en la reconstrucción de Detroit. Todo, ahora mismo, en Detroit, se siente como un nuevo inicio, lleno de gente de espíritu emprendedor”.
Ese mismo espíritu ha llevado a algunas entidades sin ánimo de lucro a comprar edificios y remodelarlos para ofrecer vivienda asequible. La compañía Southwest Solutions ha rehecho 22 edificios y ha puesto en el mercado 400 viviendas con un alquiler medio de 450 dólares en el suroeste de la ciudad. Recientemente, ha convertido un antiguo cuartel de policía en un espacio para los artistas de un colectivo llamado 555.
“Como artista siempre me atrajo la descomposición, y cuando llegué a Detroit vi mucho de eso”, explica Jacobo Montelongo Martínez, de 49 años, uno de esos creadores. “Pero uno se queda por otros motivos, entre ellos lo barato que es el nivel de vida”. A Montelongo Martínez le vendieron su casa por un dólar, una familia que se marchó. Hubo un incendio en el sótano. La zona no era de las más seguras. Y se fueron.
El problema, la mancha en esta incipiente recuperación, es la inseguridad ciudadana. “Sin duda, la capacidad de recursos de las autoridades locales es el principal problema en la recuperación urbana de la ciudad”, explica Timothy Thorland, de 45 años y director ejecutivo de Southwest Solutions. “Es un problema de gestión municipal. La razón es que no hay suficientes recursos en la administración local para garantizar la seguridad de los ciudadanos”. Aun así, ha habido cambios, impulsados por los ciudadanos.
En el área hispana conocida como Mexicantown un barcelonés se ha encargado de cambiarle la cara a una esquina. “Y era probablemente la peor esquina del barrio”, explica Jordi Carbonell, de 36 años, en su establecimiento, Café con leche. Este local podría hallarse en cualquier calle neoyorquina. “Estamos revitalizando esta zona, y a través de ella, la ciudad. Se va recuperando casa a casa, edificio a edificio. Desde que abrimos aquí en 2008 he visto un gran cambio”, explica.
Un cambio, y grande, ha vivido también la zona conocida como Midtown, al norte del centro empresarial. Es un nuevo oasis. En 2009 el departamento de policía de la Universidad Estatal Wayne recibió permiso para operar más allá del perímetro estricto de su campus, lo que redujo notablemente la criminalidad. Hoy es la zona que lidera el regreso de residentes de las afueras a la ciudad.
“Hemos visto un incremento de tiendas y servicios que aumentan la oferta en la zona, con nuevas galerías de arte, tiendas de bicicletas, un hotel para perros, establecimientos de muebles, cafeterías y otros negocios”, explica Susan Mosey, presidenta de la organización sin ánimo de lucro Midtown Detroit, Inc. “Y no solo eso. A Midtown llegará dentro de poco un supermercado Whole Foods, una selecta cadena que ofrece productos orgánicos”. La apertura de un supermercado no parece una gran gesta. Pero lo es. Durante décadas no ha habido ni uno solo en los límites de una ciudad de 370 kilómetros cuadrados.
En esta ciudad empeñada en luchar se halla aún vacía la armazón de la Estación Central de Michigan, erigida en 1912. Ha sido durante muchos años el símbolo del Detroit decrépito, cubierta de pintadas, sus ventanas como tumbas, el trasfondo de una película de terror. Este mes se ha vuelto a iluminar. A su alrededor, los terrenos han sido remozados. Pronto se cambiará el techo. Falta mucho trabajo, pero el edificio, adquirido en 1996 por el magnate Manuel Moroun, ya tiene focos que funcionan. Son una tímida luz al fondo de un túnel de miseria.

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