El país
centroamericano resistió la presión estadounidense contra la oferta española.
Ahora se revuelve
ante la amenaza del consorcio de parar la ampliación del Canal.
JOSÉ
MELÉNDEZ San José (Costa Rica)
Obras en el Pacífico del Canal de Panamá. / CRISTÓBAL DEL VALLE
La ampliación del Canal de Panamá fue una cuestión de Estado, el
Gobierno centroamericano lo sometió a un referéndum el 22 de octubre de 2006 en
el que solo votaron unos 900.000 de los 2,1 millones de electores convocados,
pero en el que venció un rotundo “Sí”. Ese día comenzó a cambiar la historia de
la estratégica vía interoceánica construida de 1904 a 1914 por Estados Unidos
—el centenario de inauguración se festejará el próximo 15 de agosto— y también
de la lucha encarnizada por lograr un goloso contrato de construcción.
La española Sacyr lidera el consorcio que se llevó el gato al agua con
una oferta rompedora: el compromiso de acabar la obra en 2014 por un total de
3.118 millones de dólares (cerca de 2.300 milones de euros), con una diferencia
de 1.000 respecto a la siguiente propuesta. El grupo —en el que también
participaban la italiana Impregilo, la belga Jan de Nul y la panameña Constructora
Urbana— ha dejado la obra en el aire: asegura que los
costes se han disparado un 50% por imprevistos y no continuará con la obra
salvo que renegocie las condiciones.
En la licitación, aparte del vencedor, bautizado Grupo Unidos por el
Canal (GUPC), participaron otros dos conglomerados. Uno de ellos, denominado
Canal, contaba también con presencia española: lo integraban ACS, Acciona
Infraestructuras FCC, la firma mexicana Ingenieros Civiles Asociados, de
México, y la alemana Hochtief Construction AG. Presentó la oferta más cara:
5.280 millones de dólares.
El otro rival fue el consorcio liderado por la estadounidense Bechtel
International Incorporation, junto a Taisei Corporation y Mitsubishi
Corporation, de Japón, así como por el fabricante de compuertas Wuchang Shipyard,
de China. Su oferta sumó 4.200 millones de dólares y obtuvo el respaldo de la
embajada de EE UU en Panamá, que presionó por diversas vías para que las obras
fueran adjudicadas a esa corporación.
Los recelos de Bechtel pudieron observarse en los cables de la Embajada
de Estados Unidos en Panamá, que logró Wikileaks y EL PAÍS publicó en 2010, en
los que se recogía la visión de la empresa estadounidense, para la que, en su
opinión, la oferta de Sacyr no daba ni para “poner el hormigón”.
La puja por la licitación del trecho de mayor envergadura de la
ampliación fue calificada por Washington como estratégica. Puertos
estadounidenses, principalmente de la costa este de Estados Unidos, han
ejecutado inversiones millonarias para acoplarse al impacto de la ampliación
del Canal.
La presión para favorecer a Bechtel y a sus asociados también estuvo
motivada por un factor esencial: si Bechtel triunfaban, empresas
estadounidenses habrían recibido subcontratos por más de 1.200 millones de
dólares.
Pero tampoco Sacyr está sola en esta batalla, ya que la ministra de
Fomento, Ana Pastor, viajará hoy domingo a la capital panameña para intentar mediar ante el presidente del país, Ricardo
Martinelli. Este ya advirtió el viernes: “Yo voy hasta la Conchinchina a pelear
por los intereses de Panamá ya que esta obra se tiene que concluir porque es
uno de los proyectos marítimos más importantes y tanto los gobiernos de España
e Italia están dispuestos a ayudar a que se resuelvan estas anomalías”. El
conflicto, en fin, puede acabar derivando en lo diplomático.
En GUPC también han estado involucrados los diseñadores IV-Groep, de
Holanda, Montgomery Watson Harza/Líder y Tetra Tech, de Estados Unidos, así
como el fabricante holandés de compuertas Herema Fabrication Group.
El consorcio ganador emprendió su misión en agosto de 2009 y lo que
primero fue un secreto, emergió en agosto de 2012 como una noticia confirmada:
por una cadena de atrasos, la meta de 2014 no se lograría y la nueva fecha fue,
primero abril, y luego junio de 2015. Y lo que fueron atrasos ahora es una
amenaza de suspensión de obras: el pasado 30 de diciembre envió una carta a la
Autoridad del Canal para advertir de que, si no se le pagaba sobrecoste hasta
1.600 millones de dólares, a partir del 20 de enero paralizará la construcción
de las nuevas esclusas, que tendrán dos complejos de tres niveles cada uno con
tres tinas de reutilización de agua por nivel y están concluidas en un 65%.
La compañía sostiene que la ACP modificó los requisitos que aplica al
hormigón y que ha enfrentado costos adicionales por retrasos en concesión de
permisos, lentitud en aprobación de pruebas de concreto y exceso de lluvias.
Sin embargo, la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) asegura que ha sido
benevolente al otorgar moratorias de repago y otros beneficios, para evitar
afectar el flujo de caja de la firma multinacional. Pero la operación, según la
ACP, debe seguir ceñida al marco legal del contrato. “Y nunca salirnos de
allí”, recalcan.
¿Por qué los atrasos? GUPC atribuye el millonario aumento de costos a
errores en la información aportada por ACP para diseñar la expansión. La ACP
argumentó que el contratista demoró en lograr la fórmula ideal de la mezcla
correcta de hormigón para garantizar la vida útil de 100 años de las esclusas,
como lo establece el contrato, por lo que ha habido un retraso acumulado de
seis meses. El material con las especificaciones requeridas debió empezar a ser
colocado por el contratista en enero o febrero de 2011, pero comenzó en julio
de 2011, según la Autoridad.
En global, el coste de todo el proyecto alcanza 5.250 millones de
dólares. El programa no toca a la vieja ruta, que ha seguido operando con total
normalidad, y su objetivo es construir un juego aparte o paralelo de carriles o
esclusas en el Atlántico y en el Pacífico, con capacidad de permitir el
tránsito de buques de mayor eslora y ancho y con un cauce de navegación más
amplio.
Las dimensiones de las tres esclusas que operan desde 1914 —Gatún, en el
Atlántico, y Pedro Miguel y Miraflores, en el Pacífico— impiden el paso de
naves llamadas “Post Panamax”, embarcaciones que superan el máximo de 294,1
metros de largo, 32,3 de ancho, 12 de calado y 57,9 de calado aéreo de las
naves Panamax.
A partir del referéndum de 2006, Panamá inició un proceso de
licitaciones para la ampliación, en una carrera que le transformó en uno de los
imanes de atracción de inversionistas extranjeros, en especial americanos y
europeos, interesados en apostarle al proyecto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario