Así como pronosticamos en esta columna a principios
del año pasado que los republicanos recibirían una paliza en las elecciones de
noviembre debido a su retórica antiinmigración, ahora todo parece indicar que
perderán las elecciones de 2016 por seguir actuando como el partido
"antihispano".
Veamos los hechos:
Después de aceptar a regañadientes debatir una
reforma migratoria tras perder las elecciones presidenciales del año pasado -en
las que Obama ganó un aplastante 71% del voto hispano-, los senadores
republicanos dijeron que apoyarían una vía hacia la ciudadanía para los
indocumentados a cambio de mayores controles en la frontera entre Estados
Unidos y México.
Así, el 27 de junio el Senado aprobó un proyecto de
ley migratoria con una enmienda exigida por los republicanos, por la cual se
aumentarán en 30.000 millones de dólares los fondos para el control fronterizo.
Los críticos dicen que es el mayor despilfarro gubernamental que han visto en
décadas. El dinero se empleará para duplicar el número de agentes de frontera,
añadir más de 1000 kilómetros al muro fronterizo y comprar nuevos aviones no
tripulados y radares. El problema es que esto se hará en momentos en el que el
flujo de indocumentados ha bajado casi a cero desde la crisis económica de
2008. Los cruces ilegales están en el nivel más bajo de los últimos 40 años,
según ha dicho Obama. Por otra parte, según estudios gubernamentales, alrededor
del 40% de los indocumentados entra al país por avión, con visas de turismo, y
luego se queda. En cuanto a la construcción de más muros, eso sólo impulsará a
los inmigrantes indocumentados a cruzar por áreas más remotas y desprotegidas,
dicen los críticos.
Ahora, tras la aprobación del proyecto de ley en el
Senado con el apoyo de apenas 14 senadores republicanos, los republicanos de la
Cámara de Representantes están planteando nuevas objeciones. Bob Goodlatte,
líder del Comité Judicial de la Cámara, dijo que no apoyará ninguna ley que
incluya una vía hacia la ciudadanía y que sólo respaldará una ley que dé a los
indocumentados un estatus legal permanente, sin acceso a la ciudadanía.
Uno de los motivos por los que los congresistas
republicanos están tan despreocupados por el voto hispano es que prácticamente
no tienen votantes latinos en sus distritos. Además, muchos republicanos creen que
su partido puede ganar en 2016 aumentando el voto de los blancos.
Brit Hume, analista político de Fox News, dijo esta
semana que las advertencias de que los republicanos perderán en 2016 sin el
voto latino son "tonterías". El motivo por el que los republicanos
perdieron en 2012 fue que muchos blancos no salieron a votar, aseguró.
Mi opinión: el Partido Republicano se está
suicidando políticamente al seguir defendiendo posturas antiinmigración para
congraciarse con su ala derecha. El aumento de 30.000 millones para la
protección fronteriza es un monumental malgasto de dinero y no otorgar una vía
a la ciudadanía para los indocumentados crearía una subclase social que tarde o
temprano demandará derechos políticos. Eso ya se ha hecho en Europa y el
resultado ha sido aumentar las tensiones sociales.
Si los republicanos siguen por ese camino, están
condenados a seguir perdiendo elecciones. Y no lo digo sólo yo -un columnista
al que la derecha antiinmigrante tilda de "izquierdista" y partidario
de una supuesta invasión de indocumentados-, sino el propio Karl Rove, el
principal asesor político del ex presidente George W. Bush, quien días atrás
escribió en The Wall Street Journal una columna titulada "Más votos
blancos no salvarán al Partido Republicano".
Detesto coincidir con usted, Karl, pero esta vez
tiene razón. Los hispanos somos ya la minoría más grande de Estados Unidos y
con 50.000 jóvenes hispanos que cumplen 18 años cada mes los congresistas
republicanos están poniendo un nuevo clavo en su ataúd al negarse a apoyar el
proyecto de ley aprobado en el Senado.
© LA NACION.
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