En estos momentos se está viviendo
una crisis del capitalismo europeo, americano y japonés. Podríamos decir, una
crisis del capitalismo geriátrico, en especial el europeo, rico pero
anquilosado y con un Estado que allí debe ocuparse de la felicidad de todos:
sólo trabajar 35 horas por semana, jubilarse antes de los 60 años y vivir de
los demás hasta los 85 o 100 años. Inicialmente, altos impuestos para que el
Estado después les de a cada uno lo mismo que les sacó, pero redistribuyéndolo
hacia los que no lo produjeron. Para evitar quejas, en otra etapa, gran
incremento del gasto público, primero cubierto con altos impuestos y después,
cuando éstos llegan a un límite intolerable, recurriendo al incremento de la
deuda pública, traspasando los límites de lo razonable ya sea colocando bonos
soberanos o tomando crédito de los bancos.
Los bancos han colaborado con este
sistema actuando como agentes de los gobiernos para vender su deuda al público
o, con su falta de separación entre banca de inversión y banca comercial,
colocando dinero del público en papeles de riesgoso recupero, pero papeles bien
calificados por las agencias de rating, que luego éstas mismas degradarán
cuando ya no sea posible salir del bono y cualquier profano note que esa
inversión no será recuperable.
Todos aquellos que han comprado
bonos de algunos países europeos se sienten como cuando uno llega al aeropuerto
y allí se entera de que se ha sobrevendido el avión y muchos tendrán que
quedarse esperando. La indignación puede ser grande, pero la situación no tiene
remedio. Hay que esperar y perder. La cantidad de depósitos bancarios y bonos
privados y públicos más los demás instrumentos financieros son muchísimo más
grandes que la cantidad de los bienes reales disponibles. El sistema está
sobrevendido, incluso mucho más de lo que las normas de Basilea II o III
permiten, que es alrededor de 10 veces el capital de una entidad de crédito.
Los que administran los sistemas financieros los dejan hacer esto, que es rifar
las entidades financieras, bajo el supuesto de que todo el mundo que ahorra va
seguir ahorrando en el futuro.
El intento de seguir como "aquí no pasó nada" que intentan los
bancos, fondos, hedged funds y demás no es viable, pero lo están intentando,
quieren seguir con el juego de suma cero.
¿Qué pasa cuando todo el mundo duda de que le puedan
devolver su ahorro con la misma capacidad de comprar cosas reales (no
contabilidad) que tenía al inicio más algo adicional por esperar para realizar
su consumo o su inversión real? Es lo que está pasando ahora con el capitalismo
financiero que tendrá que remodelarse para seguir siendo creíble. El intento de
seguir como "aquí no pasó nada" que intentan los bancos, fondos,
hedged funds y demás no es viable, pero lo están intentando, quieren seguir con
el juego de suma cero. Lo que pasa es que aún no se sabe cuál será el plan de
negocios futuro de un banco o entidad financiera grande, así que intentan lo
mismo, pero no funciona. Ellos mismos no pueden cambiar si no es con una
crisis, que sería evitable si se pudiera razonar a tiempo de otra manera.
¿Donde está la fuente o razón
ultima de este funcionamiento? Hay más de una razón, pero la principal está en
que no es viable el capitalismo estatista de la Economía del Bienestar,
principalmente europea, (aunque últimamente también impulsada por amplios
sectores de la política americana).
Las entidades financieras prefieren prestarle al Estado o actuar como
agentes colocadores de bonos del Estado del Bienestar, bien calificados por las
agencias de rating
El exceso de gasto público va burocratizando el sistema
productivo que se vuelve anquilosado y no competitivo, no responde al no tener
incentivos adecuados. En una situación así, las entidades financieras prefieren
prestarle al Estado o actuar como agentes colocadores de bonos del Estado del
Bienestar, bien calificados por las agencias de rating (la calificación de las
empresas privadas o bancos siempre es menor que la de la deuda soberana del
país en el que actúan). Pero llega un momento en que el Estado de Bienestar no
puede devolver el dinero o pagar los bonos, y es degradado ahora, tarde, por
las agencias de rating, con lo que el mecanismo llega a su fin de una manera
caótica. Esto ocurre porque el sistema financiero no tiene límites bien
establecidos de antemano que le impidan prestar antes de llegar a la cesación
de pagos del Estado Benefactor financiado con deudas.
Esta no es, entonces, una crisis
final del capitalismo como algunos autores la han titulado, sino de algunos
excesos de ese sistema en países principalmente desarrollados. Crisis en lo que
menos tiene el sistema de capitalista ya que es por un exceso de estatismo, por
exceso del Estado del Bienestar.
Puede ser que no nos guste el capitalismo, pero es el único sistema que
obtiene resultados económicos espectaculares allí donde se aplica.
La crisis final del capitalismo fue profetizada muchas
veces por diversos autores, entre los que se destaca Karl Marx, según el cual
la crisis se generaría por la revolución de la masa de desocupados que para él
era creciente en este sistema, pero que nunca se produjo. También,
posteriormente, profetizó lo mismo Lenin, en "El Imperialismo, etapa
superior del Capitalismo", que al ver que no ocurrían las predicciones
"del profeta de la justicia sin ternura", lo corrigió poniendo el
énfasis en la plusvalía financiera, que al no poder aplicarse a ninguna
producción, generaría en algún momento una crisis total del sistema. La única
crisis final en los últimos 200 años fue la del sistema ideado por el
marxismo-leninismo, con base en Rusia, la Unión de Republicas Socialistas Soviéticas, el
comunismo, que colapsó en 1989. En cambio los chinos, que son "comunistas
políticamente" pero pragmáticos, adoptaron el capitalismo como sistema
económico y están creciendo a "tasas chinas" del 9-10% anual en los
últimos 35 años. Los actuales seguidores del marxismo-leninismo o sus variantes
ideológicas, que son muchas, ven o desean ver una crisis final del capitalismo
en las dificultades del sistema que ocurren con cierta regularidad. Esta crisis
final no solo no ocurre, sino que esas fluctuaciones mejoran el funcionamiento
práctico del capitalismo.
Desde que hay estudios
sistemáticos de las crisis del capitalismo, desde 1620 hasta ahora, se
registran 40 crisis, según Charles Kindledberger. Esto significa una crisis, de
mayor a menor magnitud, cada 10 años. Ese es el periodo en que el sistema se
depura de los excesos de los agentes económicos o financieros, excesos
generalmente originados en fallas de los Estados, o por gastos públicos
insostenibles financiados con deudas, o por falta de control de una regulación
adecuada cumplible.
Puede ser que no nos guste el
capitalismo, pero es el único sistema que obtiene resultados económicos
espectaculares allí donde se aplica. Tiene mala prensa, especialmente entre los
intelectuales, los que ponen el acento en sus problemas más que en sus logros.
Pero es el sistema que te permite, por ejemplo, iniciar tus proyectos en un
modesto garage y llegar a cambiar el mundo al cabo de pocos años, como fue el
caso de Bill Gates. En el sistema opuesto, eso lo tendría que haber hecho el
Estado y no cualquiera de nosotros que tuviera una idea e intentara
desarrollarla, bien, regular o mal. Nosotros los argentinos no creemos
mayormente en la libertad del capitalismo y preferimos el estatismo (que
permite negocios para los amigos), a pesar de los resultados de largo plazo que
están a la vista. Tenemos que ver mejor lo que más nos conviene.
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