SUSANA
MALCORRA | CANCILLER DE ARGENTINA
La canciller
argentina confirma el inicio de una nueva etapa en las relaciones con Londres,
aunque sin abandonar el reclamo por Malvinas.
Buenos
Aires 13 AGO 2016 -
La canciller de Argentina, Susana Malcorra, dialoga con medios internacionales. RICARDO CEPPI
El giro político que supuso la llegada al poder de Mauricio Macri se
trasladó también a la Cancillería. Apenas llegó a la Casa Rosada, el presidente
tomó distancia de Venezuela, un aliado del kirchnerismo, decidió participar del
Foro de Davos y miró hacia la Alianza del Pacífico, el bloque que integran
Colombia, Chile, Perú y México. La visita que el presidente de Estados Unidos,
Barack Obama, realizó a Buenos Aires en marzo pasado fue el corolario de esa
nueva alineación estratégica. La visión que rige ese movimiento ha sido que,
durante los últimos 12 años, Argentina eligió a sus aliados por afinidades
ideológicas y vació a la diplomacia de pragmatismo. Macri ha elegido para
conducir el cambio a Susana Malcorra (Rosario, 1954), una diplomática de
carrera que hasta diciembre pasado fue jefa de Gabinete del secretario general
de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, a quien aspira a suceder en el cargo. En un
amplio salón vidriado con vista al Río de la Plata, donde funcionan las
oficinas de la cancillería argentina, Malcorra desgranó ante seis medios
internacionales, entre los que estuvo EL PAÍS, cuáles son las nuevas
estrategias para “reintegrar Argentina al mundo”.
Malcorra se proclama una defensora del soft power (poder
suave) en política exterior y considera que, muchas veces, una “conversación de
pasillo o en un café” pueden resolver muchos nudos de la alta política. Esa es
la lógica que promete llevar a la secretaria general de las Naciones Unidas en
caso de ganar su postulación. Y es también la que ha decidido aplicar para
“restablecer una relación más amplia y más madura” con Reino Unido, congelada
durante el kirchnerismo por la cuestión Malvinas. Uno de los primeros viajes al
exterior de Macri fue en enero pasado a Davos, en Suiza, un foro que los
expresidentes Néstor y Cristina Kirchner prefirieron evitar. Macri se reunió
allí con el ex primer ministro de Reino Unido, David Cameron, y ambos sentaron
las bases de lo que hoy es un incipiente acercamiento bilateral. Malcorra dice
que Argentina se ha decidido por una estrategia opuesta a la del kircherismo,
marcada por el reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas y “muy
confrontativa”. “Este Gobierno cree que el diferendo de Malvinas es
objetivamente un tema que nos separa y nos divide, pero que hay muchos otros
temas en los que, por el contrario, tenemos intereses comunes” dice Malcorra.
La idea es no abandonar el reclamo por Malvinas, pero “con una madurez
suficiente como para decir que tenemos dos segmentos divididos”.
A principios de agosto llegó a Buenos Aires una carta con la firma de la
primera ministra británica Theresa May. En ella, la dirigente conservadora
aboga por una negociación que permita ampliar los vuelos hacia las Islas
Malvinas y, principalmente, por un levantamiento de las restricciones para
realizar prospecciones de petróleo en la zona de disputa. Malcorra reconoció
que esas negociaciones están en marcha pero prefirió callar “para no poner en
riesgo el diálogo”. Sí confirmó que el tema estará presente durante la
conversación que Macri espera mantener en septiembre con May, durante la cumbre
del G20 que se realizará en la ciudad china de Hangzhou.
Otro frente para Argentina ha sido el Mercosur, el bloque económico que
integra junto a Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela. La decisión de Uruguay
de dar por cumplida su presidencia pro tempore y traspasar sin el consenso de
los socios el mando a Venezuela, país al que le corresponde la sucesión por
orden alfabético, ha sumido al Mercosur en una situación de acefalía que no
tiene precedentes. Brasil y Paraguay se han negado a reconocer el mandato
venezolano por cuestiones formales, sin ocultar que el problema de fondo es la
cuestionada calidad democrática que atribuyen al gobierno de Nicolás Maduro. Malcorra
opina que es necesario resolver la crisis dentro del marco institucional del
Mercosur, sin interferencias ideológicas. “No soy inocente de no creer que no
haya influencias de las ideologías. Lo que intento hacer es objetivar los
procesos, porque cuando todo el mundo se pone en posiciones políticas en
distintas esquinas, el problema es insoluble. Tenemos procedimientos
establecidos dentro de la carta de formación del Mercosur, respetémoslos,
revisémoslos, hagamos las cosas que nosotros mismos nos impusimos hacer”, pidió
Malcorra.
Entra las causas del problema, Malcorra puso la decisión de Uruguay de
forzar el traspaso en forma “unilateral”. “Lo mejor hubiese sido intentar
acordar un formato de salida. Pero Uruguay llegó a punto donde sintió que no podía
sostener más la presidencia, dijo ‘hasta acá llegué’ y eso generó un problema
serio de gobernabilidad que ahora tenemos que resolver”, dice Malcorra. Ahora,
explica la canciller, “parte de la solución de este limbo es evaluar si
Venezuela está o no en condiciones o no de asumir la presidencia pro tempore. Y
eso es parte del trabajo que se está haciendo”. Una fecha clave será el 23 de
agosto, cuando los coordinadores de cada país terminarán de evaluar si
Venezuela se adecuó o no las reglas del bloque que aceptó seguir en 2012,
cuando ingresó como miembro pleno del bloque.
Argentina ha avanzado en varios frentes simultáneos desde la llegada de
Malcorra a la cancillería. Incluso anunció que recibiría a 3.000 refugiados
sirios, un gesto que la ministra considera “una obligación hacia nuestros
ancestros” inmigrantes: “Que la gente asocie refugiado a terrorista muestra el
nivel de polarización que tiene el mundo. Los refugiados son gente que ha
escapado de una situación de guerra, de persecución, y que está desesperado
tratando de encontrar un lugar para su familia, eso es un refugiado”. Para la
canciller, la estrategia de apertura ya ha dado frutos, al menos en la
consideración que percibe de Argentina en el exterior. “Estamos recibiendo es
un mensaje positivo respecto de una integración de Argentina, no solamente en
el ámbito bilateral, sino también en el multilateral. También veo que hay un
gran interés por Argentina como país donde se puede invertir”, dice. El próximo
reto del gobierno argentino será traducir esa nueva imagen internacional
positiva en inversiones concretas.
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