ECONOMÍA
POST MUNDIAL
A tres meses de las elecciones, crece el déficit de
las cuentas públicas, cae la industria y la inflación sigue firme.
Por ANNABELLA QUIROGA
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Preocupación. La economía condiciona la campaña electoral de Dilma.
La combinación 7 a 1 parece marcar
este año el destino de Brasil. Por un lado está el fatídico resultado del
partido contra Alemania, que le propinó a la torcida brasileña
la peor paliza de su historia. Por el otro lado, aparecen los datos que
definirán el recorrido de la política económica de 2014: inflación rozando el
7% y 1% de crecimiento del PBI. A tres meses de la elección presidencial que le
abriría a la coalición comandada por el Partido de los Trabajadores su cuarto
período consecutivo en el poder, la situación del país vecino está lejos de lo
que el gobierno de Dilma Rousseff esperaba para el año mundialista. No sólo no
hay hexacampeonato con el que levantar el ánimo de una población que viene
subiendo la apuesta en cada protesta social, sino que los números no acompañan.
Los cuatro años que Dilma lleva en el gobierno conforman un período de baja
expansión económica.
A diferencia de la Argentina, Brasil no está en recesión, aunque
enfrenta un proceso de desaceleración de la economía. En 2010, último año del
gobierno de Lula da Silva, el país creció 7,9%. Al año siguiente, el PBI se
expandió 3,4%, en 2012 bajó a 0,9%, repuntó a 3,5% el año pasado y se encamina
al 1% este año, lejos del 2,5% que preveía el gobierno.
Si bien sigue el país vecino siendo la sexta economía del mundo, su rol
se va desdibujando cuando se habla de industrialización. Un botón de muestra es
lo que está pasando con el sector automotor. En el primer semestre de este año,
México desplazó a Brasil y se convirtió en el mayor productor de autos de
América Latina. En lo que va del año, las automotrices brasileñas fabricaron
1,56 millones de vehículos, 7,6% menos que en el mismo período del año
anterior. El país azteca llegó a 1,59 millones de unidades, que implicaron un
crecimiento de 7,4% en el mismo lapso.
El retroceso de la producción brasileña
refleja la caída de su propio mercado interno y también la del nuestro, ya que
la Argentina es el principal destino de sus exportaciones automotrices.
Mientras que hace cuatro semanas los analistas preveían que la industria
crecería 0,96% este año, ahora esperan una retracción del sector de
0,67%. Según refleja un informe del Banco Central de Brasil, los
analistas del mercado financiero rebajaron por octava semana consecutiva la
previsión de expansión del PBI para este año hasta llevarla a 0,97%. Y
para 2015 prevén un alza de 1,5%. La estimación de inflación, en tanto, es
de 6,44%. Aunque visto con ojos argentinos el nivel de inflación parece
bajo, en la administración brasileña lo siguen con preocupación, a tal punto
que subieron la tasa de interés para intentar poner coto al alza de precios.
“Por el lado monetario, Brasil se quedó con escasos márgenes para frenar el
avance de los precios: la ronda de subidas de tasas desde abril de 2013 hasta abril
de este año llevó a la tasa de referencia desde 7,25% hasta 11%”, explica
Eliana Miranda, del IERAL.
Pero esta medida habría sido insuficiente para
anclar las expectativas inflacionarias, ya que el gobierno de Dilma sigue
promoviendo una política fiscal expansiva. “Ahora la tasa de interés ya está
muy alta y la economía está débil para aplicar nuevos incrementos de tasas”,
sostiene Miranda.
Los problemas de la política fiscal quedan en evidencia al evaluar el
déficit de cuenta corriente, que se duplicó en los últimos años. Cuando Lula
dejó el gobierno, el rojo se ubicaba en 1,5% del PBI, mientras que hoy alcanza
3,6%.
“Brasil seguirá creciendo débilmente como consecuencia de sus
inconsistencias fiscales”, sostiene Diego Giacomini, de Economía y Regiones.
Para el analista, el país vecino se argentinizó. “Brasil está aplicando una
política fiscal excesivamente expansiva que incumple su meta de superávit
fiscal primario, que sólo es alcanzada con maquillaje contable. El exceso de
gasto conduce a presiones inflacionarias que son sólo controladas con suba de
tasas de interés que castigan la inversión y el nivel de actividad, aunque
evitan una mayor depreciación”.
Al medir la eficacia del gasto público, las miradas apuntan a las
inversiones que se hicieron para la organización del Mundial. Sólo en la
construcción y remodelación de estadios se gastaron US$3.995 millones y para
toda la Copa, los desembolsos fueron de US$13.600 millones. Con el 18,6% de los
200 millones de brasileños viviendo en la pobreza, el cuestionamiento principal
de la población es que las mejoras prometidas en infraestructura quedaron a
medio camino. Aun así, el país desembolsará otros US$16.600 millones para que
Río de Janeiro esté en condiciones de albergar los Juegos Olímpicos de 2016.
Argentina en la mira Los vasos comunicantes entre los dos países hacen
que el enfriamiento de Brasil pegue de lleno en la Argentina. De hecho,
nuestras exportaciones hacia ese país cayeron 20,9% en el primer semestre.
“Este resultado agrava la situación argentina, que acumula doce meses
consecutivos de caídas interanuales de exportaciones”, apuntan desde la Cámara
Argentina de Comercio.
Giacomini prevé que “nuestras exportaciones seguirán teniendo muy poco
dinamismo y no podrán nutrir a la economía de los dólares que necesita”. Por la
recesión local, las importaciones desde Brasil bajaron 20% en el primer
semestre. Sin embargo, la relación bilateral sigue siendo deficitaria para la
Argentina: el rojo es de US$384 millones, 26% menos que en los primeros seis meses
de 2013.
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