El académico Sergio
Aguayo analiza México a través de la enigmática figura del presidente y los
poderes fácticos.
Sergio Aguayo, en El Colegio de México en 2013 / SAÚL RUIZ
El
académico Sergio Aguayo Quezada (Jalisco, 1947) se ha dado a la
tarea de analizar México a través de la figura de su presidente, Enrique Peña
Nieto, los poderes fácticos y la sociedad organizada. En su primer libro
digital, Remolino, se pregunta hacia dónde va México y para hallar
la respuesta considera imprescindible comprender antes un país "en
apariencia muy confuso". “Entenderlo es el primer paso para
transformarlo”, señala Aguayo sacando su vena activista.
"¿El PRI de Peña
Nieto es lo que necesita el país o los problemas del país van a aplastar al
presidente?", reflexiona Aguayo, investigador de El Colegio de México.
"No tengo una respuesta definitiva. Es el drama del que seremos testigos
usted y yo en los próximos años".
Aguayo charla sobre el futuro de su país desde la Universidad de
Harvard, donde imparte, como profesor invitado, un curso sobre la
violencia en la Cuenca del Caribe.
Pregunta. ¿Cuando hablamos de Peña Nieto, hablamos de un estadista?
Respuesta. Él quiere pasar a la historia como tal pero todavía no lo logra. Va bien
en algunos aspectos pero en otros no tanto. Es comoCarlos Salinas (presidente de México entre 1988 y 1994),
se parecen mucho. Tienen un claro impulso de cambio, tienen una visión de
futuro, pero al mismo tiempo tienen resistencias para llevar el cambio hasta
sus últimas consecuencias. La apertura al mundo de Salinas suponía reducir el
poder del Estado. Modernizaba, pero queriendo mantener el poder del PRI hasta
que perdió el control. Nunca asumió lo que significaba el cambio; cabalgar
sobre él requiere de un estadista que enfrente las fuerzas de la historia.
P. ¿Lo tenemos aquí?
R. En ese sentido, Peña
Nieto es todavía un misterio. Mientras que Salinas llegó de
hacer sus estudios en Harvard creyendo que tenía la fórmula, Peña Nieto llega
deseoso de aprender. De hecho uno de los aspectos que me parecen más notables
sobre su personalidad es su capacidad de aprender. Impresiona lo rápido que lo
hace. ¿Será capaz de aprender lo que necesita para convertirse en estadista? No
tengo respuesta.
P. Usted lo define como un político que boicotea en ocasiones su propio
proyecto. Por ejemplo, nombrando a gente poco capacitada en algunas áreas de su
Gobierno.
R. La evidencia da la razón. En seguridad tiene gente más capaz y obtiene
mejores resultados, por ejemplo en Michoacán, pero en otros temas enfrenta
problemas muy graves porque su equipo no está respondiendo. Aunque él sea muy
organizado y dé la impresión de que está en todos lados -de hecho está en todos
lados- el tiempo no le alcanza. Si corrige y empieza a mejorar su equipo y su
entorno lo logrará. Hasta ahora está recurriendo a su viejo grupo del Estado de México (donde nació y se formó
como político). He criticado la forma en la que llegó al cargo pero deseo que
le vaya bien porque necesitamos enfrentar los problemas de desigualdad,
corrupción e inseguridad que se están comiendo al país.
P. ¿Quién es entonces Peña Nieto?
R. Lo retratan como un títere de Televisa y Salinas. No lo es. Es un
personaje extraordinariamente complejo. Cuando fui al Estado de México en 2011
(era entonces gobernador de esa región) pensé que probablemente ganaría las
elecciones. Puede salir fatal su presidencia. Nuestro deber es estudiarla,
analizarla y contarle a la gente lo que está pasando con estos cambios tan
rápidos.
P. ¿Existe ese nuevo PRI del que tanto se habla?
R. Nunca ha existido un solo PRI. Siempre ha habido muchos. Ese fue su gran
éxito en los 70 años que estuvo en el poder. Era diverso y representaba a
muchos factores. No me creo que el PRI del Estado de México sea un nuevo PRI.
Sí hay sectores del PRI que se han renovado. Peña Nieto es de la primera
generación que creció lejos de Los Pinos (la residencia presidencial, dado que
su partido estuvo fuera de ella 12 años, de 2000 a 2012) y es más
flexible.
P. Hablando del Estado de México, el Gobierno ha lanzado un plan para
rescatar esa región de 15 millones de habitantes de manos de la delincuencia.
Allí gobernó Peña Nieto y a la vista está que los resultados no son muy buenos.
R. Lo que pasa en el Edomex es lógico. No estaba en el guión pero no es
extraño que suceda. Si dejó gente inepta como su sucesora, estas cosas pasan.
Hay gente muy inepta en ese Gobierno. Es lógico que se les meta el crimen
organizado. Dicho esto, la paradoja es que el éxito de Peña Nieto en Michoacán
es la erosión de la fortaleza mexiquense, a donde están yendo a parar muchos de
los delincuentes.
P. ¿Cuál es la situación del activismo en México?
¿Se mueve mucho en redes sociales pero después eso no se traduce en un apoyo en
la calle?
R. Depende de la región. Estamos en una etapa al alza de la movilización
social y no solo por las redes sociales. Vámonos a los maestros contra la
reforma educativa, las autodefensas, los vecinos que pelean el uso del suelo,
los periodistas organizándose. Estamos incrementando la calidad y la cantidad
de la protesta. Hay un conocimiento acumulado en el cuál los partidos están teniendo
problemas para entenderlo. Cada región tiene sus propias peculiaridades. En
Tamaulipas el activismo es digital porque la gente no puede salir a la calle
por miedo. Hay otras como el DF donde hay más capital social y hay una
movilización permanente. Lo que falta, y no creo que se vaya a dar pronto, son
organizaciones nacionales.
P. ¿El PRI tiene más fácil controlar el país porque no existen
organizaciones fuertes capaces de fiscalizarlo?
R. Lo tiene fácil porque es un organismo jerárquico, nacional, organizado
en torno a un presidente. Y tiene enfrente a oposiciones diversas, atomizadas,
mediocres, mezquinas. Con excepciones. Me refiero a los partidos. O corrompidas
como el partido Verde (aliado al PRI) o el Panal (ligado al magisterio) o el
Partido del Trabajo (de izquierda). Y las oposiciones ciudadanas no son
suficientes para imponer toda la agenda. Eso explica en buena medida los éxitos
que está teniendo el PRI de Peña Nieto. Ese es el gran mérito del presidente,
haber construido una base de poder propio que no depende de nadie más.
P. ¿Considera que la izquierda es incapaz de hacerle frente? En su libro
dice que le sorprende que pese al presupuesto que manejan los partidos
opositores no hayan podido demostrar que el presidente, incluso antes de ser
candidato, derrochara una cantidad extraordinaria de dinero en darse a conocer
en televisión. Cantidades que violan la ley electoral.
R. La izquierda es incapaz de articular un discurso. El PRI tiene muy
buenos equipos. Les sobra el dinero. Como votante de la izquierda es una
decepción observar la ineficiencia de la izquierda mexicana. Como institución,
igual. ¿Para qué quieren tanto dinero? Terminan compitiendo contra el PRI en el
terreno del PRI, que es la compra de votos. Nunca le van a ganar en eso. Jamás.
P. ¿La sociedad civil mexicana está preparada para liderar un cambio?
R. Algunos de los grandes cambios en México se deben a la sociedad
organizada, no a los partidos. Toman el liderazgo para desencadenar los
cambios, no para hacerlos. La sociedad está para impulsarlos. La sociedad no
está en el Congreso, pero sí puede imponer transformaciones como lo ha hecho en
derechos humanos, medioambiente, transparencia… todo viene de la sociedad.
Cuando oigo mensajes pesimistas no los comparto. La clase política se da cuenta
de que la crisis es grave, que no se va a corregir, necesitan de la sociedad, y
cuando esta lo tiene claro, hay que afinar la agenda y ser muy precisos en lo
que se quiere. Así sí habrá cambios. Por eso soy optimista.
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