El exgobernador estuvo a la ofensiva
durante los 90 minutos de debate mientras que Obama no fue capaz de tomar las
riendas de un debate que creyó ganado.
El primer debate
presidencial de las elecciones 2012 pertenecía a la órbita de la política
doméstica y se centró en su esencia en economía. A lo largo de 90 minutos, los
dos candidatos, el demócrata Barack Obama y el republicano Mitt Romney —a la ofensiva
durante la hora y media— se dedicaron, con mayor fortuna —Romney— o
menor —Obama—, a defender sus propuestas para reactivar la maltrecha economía
del país, con una cifra de paro del 8,1% a la espera de la que resulte del mes
de septiembre que se conocerá mañana viernes.
Obama fue
quien primero tuvo el turno de palabra —así lo decidió la suerte; Romney finalizaría
el debate, decidió una moneda lanzada al aire— y respondió a la pregunta del
moderador sobre en qué se diferenciaban sus planes para crear puestos de
trabajo. Pero antes quiso dirigirse a su esposa, Michelle, para agradecerle los
20 años de matrimonio que comparten y lo gran compañera de viaje que ha sido a
lo largo de todo este tiempo. Quizá fue ese de los pocos momentos en los que el
presidente estuvo acertado. Glosada Michelle, el presidente apostó por la
creación de empleo para mejorar el sistema educativo y “reducir los impuestos a
la clase media”. Y Obama empezó a entrar en barrena, con un candidato
republicano cada vez más crecido y al ataque. La figura del
moderador brilló por su ausencia.
Romney tomó el turno de
palabra para decir que no recortaría los impuestos a los ricos si ganaba las
elecciones y aprovechó para explicar los cinco puntos de su programa económico
y marcar diferencias con Obama. “América debe ser un buen lugar para crear empresas.
Estamos en un camino que no ha tenido éxito hasta ahora", dijo para
declarar a continuación que su intención como presidente era abrir nuevas vías
comerciales “sobre todo con Latinoamérica”. Lograr equilibrar el presupuesto y
sacar de la crisis a los pequeños empresarios fue otro de los anuncios de la
noche hechos por Romney.
El presidente tuvo su mejor —si no única— frase
de la noche al decir que quedaba “mucho trabajo por hacer” pero que no se
trataba tanto de hacia dónde se iba como “hacia dónde vamos”. “Nos va mejor a
todos cuando le va mejor a la clase media”, dijo el presidente en referencia a
su iniciativa de hace cuatro años de bajar los impuestos a ese sector de la
población.
"Estas son unas
elecciones importantes y estoy preocupado por América", le respondió
Romney. "No tengo duda de que si Obama sale reelegido seguiremos viendo el
mismo nivel de desempleo. Yo crearé 12 millones de puestos de trabajo y las
familias tendrán más ingresos. Con Obama verán que el coste sanitario es
superior. Yo lo reduciré".
Mientras que Obama se
refería a “la clase media”, Romney hablaba de “ingresos medios. En ningún
momento el presidente utilizó el ya
conocido como el vídeo del 47% para atacar a su oponente. La primera vez que el candidato
republicano hizo mención de ese segmento de la población fue para criticar al
presidente por haberles perjudicado las políticas de Obama más que a otros
ciudadanos. “Tenemos que reducir los impuestos tanto para las grandes empresas
como para las personas”, dijo el exgobernador de Massachusetts. Según Romney,
si en EE UU ha habido crecimiento en el sector privado ha sido “a pesar de las
políticas de Obama, no gracias a ellas”.
Fue entonces cuando
Romney acusó a Obama —que pareció acusar el golpe— de no haber hecho nada en
los últimos cuatro años. “Usted ha sido presidente”, le dijo retador Romney.
“Ya es demasiado tarde”, informó el obispo mormón a Obama sin entrar en
detalles sobre su estrategia para abordar el crecimiento desbocado de la deuda.
El aspirante republicano
calificó a continuación de “inmoral” el endeudamiento de EE UU mientras que
Obama se defendía —así estuvo toda la noche, a la zaga de un agresivo y seguro
de sí mismo Romney— criticando las ideas no expuestas de su rival para bajar
esa cifra. “No funcionará”, dijo Obama. “No funcionará sin gravar a las clases
medias”. Según el presidente, que a veces parecía más el profesor de Harvard
que el líder cautivador de los mítines, “las matemáticas y el sentido común”
dejaban claro que las tesis de
Romney no solo no
crearán empleo sino que forzarán “graves recortes en educación” y, de nuevo,
aumentar “las cargas” a la clase media.
Sin citar al anterior presidente
por su nombre, Obama dejó caer que la precaria situación de EE UU se debía a la
herencia funesta de “dos guerras” y “una grave crisis económica” no conocida
desde los años de la gran Depresión.
Romney aprovechó varias
ocasiones para recordar su época como gobernador de Massachusetts —que también
utilizó con suma ironía Obama para decir que el sistema de salud por él
aprobado funcionó en ese Estado, ya que el que instauró Romney es muy parecido
al conocido como Obamacare— y su trayectoria empresarial.
Cuando llegó el turno de
la reforma del sistema sanitario, Romney dijo lo que lleva diciendo durante
toda la campaña, que la revocará el primer día que se siente en la Casa Blanca. Ahí no
hubo ambigüedad. Para el candidato republicano, la ley de Obama es costosa y
calificó el coste sanitario de EE UU como “prohibitivo”. En este punto, el presidente
Obama defendió su ley y
dijo que había ampliado la cobertura médica universal y dado protección a todos
aquellos que hasta hace poco quedaban fuera del sistema.
Los 90 minutos parecieron
hacerse eternos para Obama, al que losmedios de comunicación daban
anoche como perdedor de
un debate que parecía tener en su haber. Aunque quien de verdad perdió fue Jim
Lehrer, el periodista de la cadena pública de televisión PBS que moderaba el
debate. Quizá Lehrer perdió los papeles cuando nada más comenzar el debate, un
crecido Romney, en un primer titular —el otro sería el que dio
sobre España—, comunicó al veterano periodista que de llegar a la Casa Blanca cancelaría
de inmediato la subvención de su cadena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario