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En octubre de 2009, Barack Obama ganó el Premio Nobel de la Paz. En 2010, EEUU firmó acuerdos de exportación de armas por valor de 21.400 millones de dólares (16.905 millones de euros). En 2011 el total superó el triple: 66.300 millones de dólares (52.616 millones de euros), según un informe (pdf) del Servicio de Investigación del Congreso, un organismo del parlamento de EEUU en el que participan tanto el Partido Demócrata como el republicano.
Si se toma la exportación de armas como un indicador de referencia para medir la aportación del presidente de EEUU a un mundo menos peligroso, Obama no es el príncipe de la paz. Acudirá a las elecciones con una cifra récord en la historia de su país en acuardos de exportación. El informe señala que son fundamentalmente tres países, Arabia Saudí, Omán y los Emiratos Árabes Unidos los que han engordado la factura. Los tres países son también aliados de Washington muy interesados en que Irán no sea capaz de fabricar una bomba nuclear.
Aunque no tienen frontera con Irán, las ventas a esos países del Golfo Pérsico responden al creciente temor ante ese país, según argumenta en conversación con El HuffPost Paul Holtom, director del Programa de Transferencia de Armas del SIPRI, el Instituto de Investigación Internacional sobre la Paz de Estocolmo. "Ése es un factor clave en el aumento", asegura. Pero no el único, recuerda. EEUU fue el causante de que a finales de julio naufragase la Conferencia de la ONU para el Tratado sobre el Comercio de Armas, ahora devuelto a un cajón al menos hasta que pasen las elecciones norteamericanas.
"Que EEUU es una potencia en cuanto al gasto, a la investigación militar o la exportación de armas no es nada nuevo y a Obama hay que reconocerle que apostó por los ámbitos de negociación multilateral, corrigiendo el extremismo de las últimas legislaturas republicanas. Pero no ha objetado, no ha cambiado el paradigma. Al final, ha acabado por asumirlo", argumenta Jordi Armadans, director de la Fundació per la Pau (Fundación por la Paz), con sede en Barcelona.
OBAMA, MÁS SOLVENTE EN POLÍTIA EXTERIOR
Obama, que será proclamado oficialmente este jueves como apuesta demócrata para la Casa Blanca es en realidad el candidato más duro y creíble en política exterior a ojos de los votantes. Duro porque ha sabido desempeñar un papel crucial en EEUU, el de comandante en jefe. Pese a su falta de experiencia militar, que le jugó malas pasadas en 2008, Obama intervino en Libia, se apuntó la muerte de Osama Bin Laden y no cerró la cárcel de Guantánamo, pese a que lo había prometido durante la campaña electoral.
Aunque las tesis de la administración demócrata sobre Siria o Irán generan más división, Obama convence en las encuestas sobre política exterior. Una de ellas, del Instituto Pew, muestra que aventaja a su rival en 12 puntos si la pregunta es quién puede defender mejor a EEUU de un ataque terrorista y en 8 sobre quién toma mejores decisiones en política exterior. Lo contrario que en 2008.
Pero la política exterior y de defensa no es, de momento, un catalizador de la intención de voto. Lo es la economía. Y si se combinan ambos, Mitt Romney no lo tiene muy claro por disensiones internas. Por eso sólo le dedicó tres minutos de los 39 de su discurso en la convención republicana que lo aupó como candidato, según recuerda el profesor Brian Katulis en un artículo reciente en el New York Times.
La vaguedad parece una estrategia en sí misma y hay una buena explicación: la confusión en su propio partido sobre la seguridad nacional [...] Los centristas y los neoconservadores están divididos no sólo en la estrategia de seguridad, sino en el gasto del Gobierno, incluido el presupuesto de Defensa.
NAUFRAGIO DE UN TRATADO INTERNACIONAL SOBRE ARMAS
Mientras tanto, Obama sigue combinando una imagen dialogante con la histórica firmeza EEUU en política exterior. Un buen ejemplo, según académicos y ONG, son las negociaciones sobre el Tratado internacional sobre el Comercio de Armas, que pretende controlar el comercio ilegal y restringirlo con países en conflicto o que lo utilicen contra su población.
En 2006, Bush rechazó en la ONU incluso debatir. Con Obama, la predisposición mejoró hasta que los más de 170 países participantes tocaron con los dedos el acuerdo. Tras cuatro semanas de negociación, cuando se presentó un borrador que regulaba los usos, condiciones de exportación y respeto por los derechos humanos, EEUU pidió una nueva ronda de consultas, secundada al minuto por Corea del Norte, Venezuela o Rusia. EEUU no podía aceptar, entre otros elementos, que se prohibiese vender armas a los considerados como "no Estados" o el alcance del tratado, que a ojos de Washington ataba demasiado las manos a su industria.
No sólo bajo mandatos demócratas aumenta la exportación de armas. También bajo el socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, según el último informe disponible, presentado en mayo con datos de 2011. Entre los años 2004 y 2011, la venta de armas se multiplicó por seis y sólo en 2011 subió un 115% con respecto a 2010. Las ONG, sin embargo, hacen un balance mixto. Zapatero puso en marcha en 2007 una ley puntera en cuanto al comercio de armas, que por primera vez obligó a la transparencia e información pública a través de dos informes (uno semestral y otro anual) remitidos al Congreso. También se incluyeron límites a la exportación a países en conflicto o que no respeten los derechos humanos.
La situación ahora ha cambiado por el riesgo de que no se respete esa ley, considerada por Francisco Yermo como "una de las más avanzadas de Europa en la materia". Según este responsable de Intermón Oxfam, de restringir la exportación de armas a Libia, una decisión tomada tras el estallido de las revueltas, el Gobierno ha pasado anegociar públicamente con Arabia Saudí la venta de más de 200 carros de combate y ha accedido a que el contrato se negocie de Gobierno a Gobierno, como hacen otros países líderes en exportación de armas. "El Gobierno tiene como objetivo potenciar el comercio de armas. Con la crisis, la venta de armas a socios de la OTAN se está reduciendo por las medidas de austeridad en esos países, por lo que existe el riesgo de que para seguir exportando se incumpla la ley, o al menos su espíritu, exportando a países con menos credenciales", alerta Yermo.
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