EL CONFLICTO SIRIO
El presidente sirio, en la primera
intervención televisada desde junio, defiende la actuación del régimen y se
declara dispuesto a que otras fuerzas políticas entren en el Gobierno
El presidente Bachar el Asad ha criticado esta mañana a la Liga Árabe por reclamar la
democratización de Siria, mientras acoge entre sus miembros más influyentes a
monarquías absolutas como la saudí, y ha prometido a sus ciudadanos que la
victoria contra las “fuerzas extranjeras” está “muy próxima”. El Asad asegura
que el régimen sirio está “adaptándose a las nuevas realidades a su propio
ritmo” y ha anunciado un referéndum para marzo con el fin de aprobar una
reforma constitucional en la que el Baaz, hasta ahora partido prácticamente único,
perdería su condición hegemónica.
Sus proyectos de
reforma, en los que la oposición no tiene ninguna fe, incluyen la formación de
un Gobierno de coalición “con representación de todas las fuerzas” y unas
elecciones parlamentarias antes del verano. Las elecciones municipales
celebradas en diciembre en un clima de gran violencia fueron un fiasco, con una
participación bajísima y candidatos designados a dedo desde Damasco.
El jefe del Estado sirio
ha pronunciado un discurso en la
Universidad de Damasco, retransmitido en directo por
televisión, en el que ha reiterado la tesis que mantiene desde que en marzo
empezó la revuelta: la oposición a su régimen, según él, se articula en torno a
bandas armadas financiadas por otros países de la región, en aparente
referencia a Arabia Saudí, supuestamente aliada de forma encubierta con Israel
y Estados Unidos.
Asad considera que los
demás países miembros de la Liga
Árabe (de la que Siria permanece temporalmente excluida), y en especial las
monarquías del Golfo, carecen de autoridad moral para reclamar la
liberalización de su régimen. “El primer Parlamento sirio se formó en 1917.
¿Dónde estaban ellos entonces?”, se ha preguntado. “Son como un doctor que fuma
y, con el cigarrillo en la boca, recomienda a su paciente que deje de fumar”.
La represión de las fuerzas de seguridad contra las manifestaciones de
protesta, las acciones de bandas armadas favorables y contrarias al régimen,
los atentados terroristas (tres en el último mes) y los asaltos protagonizados
por el llamado Ejército de la
Siria Libre , compuesto por desertores, han causado ya la
muerte de al menos 5.000 civiles, según la ONU , y de unos 2.000 soldados y policías, según
el Gobierno sirio. Asad ha admitido que la crisis está costando “un alto
precio” en vidas, pero ha insistido en que no son los ciudadanos sirios los que
intentan acabar con su régimen, sino “conspiradores extranjeros” cuyo objetivo
consiste en desestabilizar el país.
“Nadie ha ordenado a
nadie que dispare sobre los ciudadanos, no existe ninguna cobertura legal para
la violencia”, ha insistido, pese a los abundantes testimonios que demuestran
que las fuerzas de seguridad disparan frecuentemente contra las multitudes y
usan artillería pesada para someter zonas rebeldes. Asad considera que dispone
aún del “respaldo del pueblo sirio”, algo aparentemente confirmado por un
reciente sondeo del Instituto de Doha, según el cual el 55% de los sirios
apoyan a su presidente, frente al 85% que desea su dimisión entre las
poblaciones vecinas. “Cuando deje la presidencia lo haré por voluntad de mi
pueblo, no porque lo exijan otros”, ha dicho.
Bachar el Asad asegura
que fue él quien tuvo la idea de invitar aobservadores de la Liga Árabe, para que “comprobaran
la verdad”, y justifica tanto las restricciones a la entrada en el país de
periodistas extranjeros como las limitaciones impuestas sobre el trabajo de los
que reciben visado: “Al principio dimos libertad de movimientos a la prensa,
pero las invenciones que difundía nos convencieron de que lo apropiado era
establecer controles”, afirma.
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