El aspirante favorito para la
nominación cancela su aparición
en el último momento.
CRISTINA F. PEREDA/EL PAÍS
National Harbor
El gobernador de Ohio y candidato presidencial John Kasich (Izda.) SAUL LOEB AFP
La tormenta provocada por Donald
Trump domina este fin de semana la Conferencia de la Unión
Conservadora (CPAC), el cónclave que cada año reúne a miles de activistas
conservadores en un hotel cerca de Washington. Trump, un empresario sin pedigrí
conservador que en el pasado coqueteó con los demócratas, anunció que deja de
lado la conferencia y continuará con su campaña. En los pasillos y en el
escenario, la palabra “traición” domina las conversaciones. No precisamente por
la ausencia de Trump, sino por su lejanía de los valores republicanos.
Pero incluso esa discusión se ha visto distorsionado por la división que
arrastra Trump allí donde va —o dice que va a estar. Ted
Cruz, segundo en la carrera republicana hacia la Casa Blanca,
salió al escenario de la CPAC en medio de una gran ovación. Su primera mención
a Trump fue recibida con un abucheo. Pero no habían pasado cinco minutos y un
grupo de asistentes empezó a corear el nombre de Trump. Vuelta a los abucheos.
En un instante idéntico al debate de la noche anterior,
Cruz pidió a la audiencia llevar la conversación a los temas que preocupan a
los estadounidenses. La creación de empleo, la inmigración ilegal, el proceso
para sustituir al juez Antonin Scalia en el Supremo —Cruz comenzó su carrera
política como asistente legal de la Corte— o la promesa de revocar la reforma sanitaria
de principio a fin.
“Estamos a
un solo paso de que el Tribunal Supremo elimine la Segunda Enmienda de la
Constitución”, anunció Cruz entre aplausos por su referencia a la ley que
protege el derecho a portar armas. “Sólo un juez liberal nos separa de la
posibilidad de que el Supremo elimine los monumentos a nuestros veteranos si
contienen motivos religiosos”. El abanico de argumentos de la derecha más
conservadora que desplegó el senador de Texas —segundo en la carrera
republicana a la Casa Blanca— es el que el empresario neoyorquino ha hecho
descarrilar sin piedad en los últimos meses. Pero en la CPAC Cruz está en casa.
"Cualquiera menos Hillary", dice Connor Royse. C. F. PEREDA
Al Maurer fue el responsable de
organizar uno de los caucus de
Colorado hace dos semanas. Encoge los hombros al oír hablar de Trump. “No me
siento especialmente feliz”, dice. “Nadie se esperaba esto”. Su candidato es
Cruz y confía en que le dé la vuelta a la campaña antes de la convención. “Hay
muchos ciudadanos que están enfadados y piensan que [Trump] puede arreglar las
cosas porque tuvo éxito en los negocios, pero la política es algo distinto”,
asegura Ronald Fodor, exalcalde republicano de una localidad de Pensilvania.
Fodor asegura que el empresario republicano es “demasiado temerario” y que “no
piensa antes de hablar, pero cree que el partido le perdonará si es nominado.
“Hay un odio tremendo hacia [Hillary Clinton] por su pasado”.
"Cualquiera
menos Hillary"
Lo dicen
veteranos como este alcalde y jóvenes como Connor Royse. En noviembre votará
por primera vez en unas elecciones y forma parte de la nueva generación de
republicanos. “Para nosotros es cualquiera menos Hillary”, asegura. Ataviado
con una gorra de la NRA (Asociación Nacional del Rifle) y un puñado de
pegatinas que invitan a “pensar, porque todavía no es ilegal” y declaran su
“amor” al capitalismo, Royse cree que los votantes de Trump están actuando
motivados por la rabia y la frustración con la presidencia de Obama. “Él no
conecta con los verdaderos conservadores, y ellos son los que están reunidos
hoy aquí”.
El
presidente del Comité Nacional Republicano, Reince Priebus, también intentó en
la mañana separar la CPAC -y el partido- de la campaña de Trump. Priebus
aseguró qué no cree que el partido se vea empujado a celebrar una Convención
este verano sin un candidato definido. El aspirante mejor situado para obtener
los delegados necesarios es Trump. Pero cada vez más voces exploran la opción
de que la decisión final llegue durante la Convención Nacional. Priebus aseguró
que esa posibilidad es “muy pequeña”. Si el empresario vence en Florida como
predicen todos los sondeos, su distancia puede resultar insalvable para sus
rivales.
Trump ha
decidido no comparecer ante la CPAC —la organización ha mostrado su decepción—,
pero domina la conversación desde el escenario hasta los pasillos. “La campaña
es una locura”, dice Andrea Thornock. Asegura que acaba de dejar una carrera de
25 años para dedicarse a la organización política. “Tenemos que hacer algo por
este país”, dice Thornock. “Se supone que los candidatos deberían estar todos
en el mismo equipo, necesitamos a alguien con dignidad y que inspire respeto”.
Una de esas voces moderadas ha sido la de John Kasich, gobernador de
Ohio que aspira a mantener sus aspiraciones hasta que celebren la primarias en
su Estado. En la CPAC, como en todos los debates recientes, Kasich ha
contrastado drásticamente con el resto de candidatos. Este viernes tuvo duras
palabras contra el liderazgo republicano al que muchos asistentes culpan del
ascenso de Trump. Fuera de la conferencia, el joven Royse dice que el magnate
es el resultado directo de casi una década sin un liderazgo claro. En el
escenario Kasich dice que los líderes conservadores no le respaldan. “Tampoco
les gustaba Reagan, como no les gusto yo. El establishment necesita
cambiar”.
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