Moscú trata de
recuperar la república autónoma y deshacer el regalo a Ucrania en tiempos de
Jruschov.
La policía detiene a un manifestante contrario a la presencia militar rusa en Crimea, durante una marcha en San Petesburgo. / DMITRY LOVETSKY (AP)
El Kremlin tiene las manos libres para intervenir militarmente en
cualquier momento en Ucrania, aunque, como ha subrayado tanto
su portavoz, Dmitri Peskov, como el representante ruso en la ONU, Vitali
Churkin, el presidente, Vladímir Putin, no ha tomado aún una decisión al
respecto.
El mismo Putin no ha abierto la boca, guarda silencio sobre los sucesos en Ucrania de lo
que realmente piensa al respecto se juzga solo por el documento enviado al
Senado para pedir autorización de utilizar las Fuerzas Armadas en el extranjero
e, indirectamente, por las declaraciones de su portavoz.
Hay quienes consideran que su silencio, las explicaciones de Peskov y el
que, aparentemente, el lunes viaje a Moscú Yulia Timoshenko para tratar la
crisis de Crimea son todos indicios de que Putin no ha decidido aún enviar las
tropas rusas a territorio ucranio. Además, piensan que Putin no quiere perder
la buena imagen que, estima, dejó del país gracias a las Olimpiadas de Invierno de Sochi y que si
se dirigió al Senado fue para tranquilizar a sus partidarios que lo
presionaban.
Sin embargo, la mayoría de los observadores no está de acuerdo con esta
interpretación y cree que todo está ya decidido. Alguno, como el analista
político Stanislav Belkvovski, concede que la autorización de usar el Ejército
puede ser un chantaje por parte del presidente, una amenaza para obligar a Kiev
a dar garantías a la población rusohablante de Ucrania. Pero para muchos otros,
a Putin se le ha presentado la oportunidad de recuperar un territorio que los
rusos siempre han considerado suyo y no está dispuesto a dejarla escapar.
Alexéi Venedíktov -el director de la radio Echo de Moscú, que refleja
principalmente las opiniones de demócratas y pro-occidentales aunque también da
tribuna a otras ideologías, incluidos los partidarios del actual Gobierno-
explica así los sentimientos del líder ruso:
"Putin considera que se ha cometido una injusticia histórica con
respecto a Crimea", que fue regalada a Ucrania en tiempos de Nikita Jruschov."Para
Putin y, a juzgar por las encuestas, para la mayoría de los ciudadanos rusos
Crimea es tierra rusa, y debo reconocer que comprendo esta posición".
Ahora, explica Venedíktov, Crimea se independizará de Ucrania y "se
convertirá en una especie de protectorado de Rusia" aunque quizá no se
integre a ella al igual que no lo han hecho Abjazia y Osetia del Sur, pero
significará "una devolución histórica". Putin pasará a la historia
como "el hombre que vuelve a reunir las tierras rusas. Y él cree en esto,
es sincero". El líder ruso "ha elegido la justicia histórica" a
pesar del costo político y económico que ello implica: "pelearse" con Europa, Estados Unidos y Kiev, lugares
todos donde Rusia tiene "enormes intereses" económicos, así como con
gran parte de la población ucrania porque "los ánimos antirrusos
aumentarán incluso en las regiones del sureste".
En cualquier caso, como dice la economista Natalia Zubarévich, "el
coste económico de una intervención militar será extremadamente alto, pues se
trata de una medida sumamente desestabilizadora". Habrá sanciones y las
inversiones caerán catastróficamente, según ella, que piensa que el precio a
pagar será mucho mayor que el de los Juegos de Invierno de Sochi, sobre todo
cuando la situación económica de Rusia no está en su mejor momento. El conocido
politólogo Dmitri Oreshkin, miembro del Consejo de Derechos Humanos adjunto al
presidente ruso, se mostró totalmente de acuerdo con Zubarévich y remató:
"No hay nada más caro que una guerra".
Mijail Korchomkin, director general de la firma consultora East European
Gas Analysis, advierte por su parte del peligro que corren los suministros de
gas a Europa. En Ucrania hay grupos que independientemente de lo que piensen
las autoridades de Kiev, querrán atacar los gaseoductos que pasan por
territorios de ese país, asegura Korchomkin, que pronostica pérdidas de
millones y millones de euros para Gazprom, ya que el gaseoducto South Stream
todavía no está terminado. "Hay que buscar urgentemente una solución
pacífica" a la crisis de Crimea, subraya.
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