Majestuoso testimonio de un poder agostado

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jueves, 6 de diciembre de 2012

La alternativa del nuevo progresismo



Contrapuntos
A diferencia del populismo, que entrampa a las sociedades en el corto plazo, el progresismo moderno sabe que el desarrollo económico y social no será posible mientras se apueste al eterno presente y al relato como sustituto de la realidad
Por Daniel Gustavo Montamat  | Para LA NACION
H ay una nueva divisoria de aguas para analizar los problemas de la realidad social y plantear soluciones. De un lado, la plataforma ideológica y valorativa representada por el pensamiento populista posmoderno; como alternativa, la plataforma ideológica y valorativa que nutre el pensamiento de un nuevo progresismo moderno. Está en juego la valoración del futuro en el presente, la realidad o el relato como verdad y la capacidad de establecer transacciones entre las urgencias de la hora actual y las necesidades de un mañana posible. El populismo posmoderno entrampa a las sociedades en el corto plazo y las precipita a un futuro incierto. Las políticas alternativas reivindican el largo plazo y la previsibilidad del rumbo a seguir.
Hay cambios en la estructura del poder mundial y hay desafíos de envergadura en la agenda mundial que aguardan respuestas inmediatas: problemas demográficos, migratorios, de recursos agotables, de recursos comunes, de seguridad, medioambientales, de gobernanza global, etcétera. Las decisiones se postergan y el mundo global aparece varado en el presente. Por citar un ejemplo, las Naciones Unidas acaban de informar que los gases de efecto invernadero siguen creciendo con prisa y sin pausa, pero el liderazgo mundial parece resignado a aceptar que las consecuencias manifiestas del cambio climático impongan su propia hoja de ruta.
La agenda política, económica y social de la Argentina también parece entrampada en un eterno presente, lejos de los desafíos, las metas y los planes que impone un futuro posible.
El culto al presente, en el mundo global y en nuestra Argentina, no es casual, y tampoco es irreversible. Puede que sea un signo de época y que incluso tenga su razón de ser. Sus raíces se nutren en la confluencia de las ideas populistas y los valores promovidos por la filosofía posmoderna. En el ADN de ambos está el corto plazo, lo efímero y el relato como estructura de la realidad cotidiana.
La reacción posmoderna a los excesos, fanatismos y desvíos autoritarios del proyecto moderno despertó adhesiones y simpatías por doquier. La "deconstrucción" de dogmas religiosos y racionalistas liberó "el ser" de amarras con el mundo y con la historia, pero obligó a navegar la nada. Para encontrar sentido en el devenir hubo que acudir a un caleidoscopio de experiencias y sensaciones que subordina todo al tiempo presente. Gilles Lipovetsky popularizó la expresión "imperio de lo efímero". Puede que a muchos posmodernos les disguste aceptar las derivaciones prácticas de sus planteos en el mundo de las ideas, pero es innegable que los valores de la "cultura líquida" (expresión de Zygmunt Bauman) fueron funcionales a la gratificación exacerbada del aquí y el ahora, a la construcción de la realidad a partir del relato y a la desvalorización del futuro en el presente.
El populismo moderno, por su parte, era analizado como una especie de fascismo en versión latinoamericana. Nació en la derecha, abrevó en reivindicaciones de izquierda y terminó sedimentando como "izquierda nacional". El populismo posmoderno, en cambio, es una marca de alcance global. Por supuesto que tiene retoños con rasgos autóctonos en la región, pero la simbiosis de las ideas populistas con los valores posmodernos ha cosechado adhesiones y votos por derecha y por izquierda, tanto en países emergentes como en potencias desarrolladas. ¿O acaso las políticas de "hipotecas para todos" de dos conservadores como Bush hijo y Greenspan que precipitaron la crisis de 2008 no abrevan en estas fuentes?
Culto al presente y relato del devenir por un lado, cortoplacismo por el otro. El populismo moderno se estigmatizaba como "pan para hoy, hambre para mañana". El populismo posmoderno es pan para hoy, no existe el mañana. La genética cortoplacista es autodestructiva: devora stocks, apropia rentas y usa financiamiento externo o inflacionario. Todo en un eterno presente de sensaciones y experiencias, con enemigos de ocasión y consumo efímero, como parte de un relato que pretende erigirse en realidad. En aquellas sociedades donde los reaseguros institucionales son más débiles, el proceso deriva en reformas constitucionales para consagrar formas de "democracia delegativa".
Las políticas del populismo posmoderno han generado en el mundo una crisis de final abierto, con indignados por doquier y liderazgos oportunistas renuentes a establecer transacciones entre las urgencias del presente y las facturas que empieza a pasar el futuro. En la Argentina es peor, porque el populismo viene reciclando crisis por derecha y por izquierda mientras el país pierde posiciones relativas en el concierto de las naciones y se vuelve nostálgico de lo que pudo ser y no fue. El proyecto pendiente de desarrollo económico y social no tendrá posibilidades mientras nos resignemos al corto plazo y al relato como sustituto de la realidad. Hay que revalorizar el futuro en el presente y plantear metas, políticas y planes que traduzcan los consensos básicos de las políticas de Estado a partir de los fundamentos históricos del constitucionalismo moderno, del Estado de Derecho, de la educación igualadora de oportunidades y de la justicia social con su dimensión intergeneracional.
Los problemas relevantes del aquí y ahora argentino requieren respuestas alternativas que, a partir de la prueba y error del pasado, encaucen la energía social del presente hacia un futuro que nos devuelva previsibilidad institucional y nos catapulte al desarrollo económico y social.
Algunos de los principales contrapuntos de las políticas vigentes con las respuestas alternativas son:
  • El populismo posmoderno promueve una reforma constitucional que implica una regresión al poder sin límites. El nuevo progresismo, en cambio, reivindica el constitucionalismo moderno, creado para fijar límites al poder, con textos que consagran principios fundacionales que se nutren en los valores de la democracia plural y en el equilibrio de los poderes de la república.
  • El populismo posmoderno gestiona las relaciones internacionales por afinidades ideológicas y ajusta la agenda de prioridades en función de las necesidades del relato interno. El progresismo moderno plantea, en cambio, la reinserción estratégica de la Argentina en la estructura de poder mundial a partir de la consolidación de un proyecto de integración regional que sirva como plataforma de interacción en el mercado mundial.
  • El populismo posmoderno privilegia la inmediatez de la sensación redistributiva promoviendo experiencias de consumo efímero. El nuevo progresismo moderno reivindica la justicia social generacional e intergeneracional.
  • El populismo posmoderno transforma el tipo de cambio en rehén del corto plazo, con el objeto de frenar la inflación que generan los excesos monetarios, fiscales o de endeudamiento de sus políticas cortoplacistas. El progresismo moderno promueve la estabilidad macroeconómica partiendo de un tipo de cambio competitivo sostenible sobre el fundamento de superávits gemelos y la conformación de un fondo soberano contracíclico (los pesos excedentes del superávit fiscal compran dólares del superávit comercial). El tipo de cambio se aprecia gradualmente por ganancias de productividad global.
  • El populismo posmoderno no fija metas de calidad educativa explícitas y oculta la información que permite a la sociedad evaluar los niveles de calidad. El progresismo moderno fija metas de calidad educativa sobre la base de estándares comparados de la región y el mundo y transparenta la información para medir la calidad.
  • El populismo posmoderno apropia rentas y depreda stocks acumulados de capital fijo. El nuevo progresismo moderno redistribuye rentas y asegura marcos normativos e institucionales previsibles a la inversión.
  • La gestión económica del populismo posmoderno inhibe el circuito virtuoso del crecimiento sostenido (información- incentivos-inversión-innovación). La gestión económica del nuevo progresismo moderno está comprometida con la rehabilitación de ese circuito.
  • El populismo posmoderno promueve nichos rentísticos y oportunidades de negocio que favorecen la concentración económica y la corrupción. El progresismo moderno promueve la competencia y la transparencia, para eliminar privilegios y desconcentrar el poder económico.
  • El populismo posmoderno es refractario a los consensos y a las políticas de Estado. El progresismo moderno promueve los consensos y las políticas de Estado.

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