Nuevo presidente
Peña Nieto asumió el mando en medio de protestas y choques con la policía
CIUDAD DE MÉXICO.- "Mi primer eje es lograr un México en paz", afirmó ayer Enrique Peña Nieto , durante su asunción como nuevo presidente del país y sucesor de Felipe Calderón. Pero la jornada, que marcó el regreso del poderoso Partido Revolucionario Institucional (PRI) al poder, fue todo menos pacífica.
Unos 3000 manifestantes del movimiento #YoSoy132, los "indignados" mexicanos, que fueron el mayor dolor de cabeza de la campaña presidencial de Peña Nieto, se enfrentaron con piedras y bombas molotov a la policía frente al Parlamento, durante el traspaso de mando.
El nuevo presidente recibe un México con dos desafíos: la pobreza y la sangrienta guerra contra los narcos.
Los incidentes tuvieron su correlato incluso dentro del Palacio Legislativo; los diputados de la izquierda convirtieron el recinto de sesiones en una popular con barras bravas tras llenarlo de pancartas contra Peña Nieto y el presidente saliente, Calderón.
El diputado de izquierda Ricardo Monreal anunció que un joven había muerto, y lo consideró "la primera víctima de la violencia política" del nuevo gobierno. La Secretaría de Seguridad Pública desmintió esa muerte, pero sí dio cuenta de dos docenas de heridos.
Los choques entre manifestantes y policías se reprodujeron en otros sitios emblemáticos de la ciudad, como el Ángel de la Independencia y el Palacio de Bellas Artes. Entidades bancarias, hoteles y comercios fueron también atacados. Del vandalismo no se libró ni el recién restaurado Hemiciclo a Benito Juárez.
Andrés López Obrador, el candidato de la izquierda en las elecciones del 1° de julio, exigió la destitución del flamante secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y del subsecretario de Seguridad Pública, Manuel Mondragón, por "usar la fuerza bruta contra estudiantes".
"¡México sin PRI!", gritaban en las calles los seguidores de López Obrador, quienes acusan a Peña Nieto de haber "comprado" cinco millones de votos para alcanzar la presidencia.
En el interior del recinto legislativo había una gran manta colocada a un costado, en la que se leía: "Imposición consumada, México de luto".
"Una palabra resume lo que hoy se inicia en el país: la restauración, la vuelta al pasado", dijo en el mismo sentido el diputado Monreal.
El PRI gobernó durante 71 años consecutivos con una mezcla de dádivas populistas, sobornos y elecciones manipuladas. Pero Peña Nieto asegura que su partido cambió y que él conducirá México de manera democrática, transparente y sobre todo pacífica.
"El Estado ha cedido importantes espacios, la inseguridad y la violencia robaron la paz y libertad de diversas comunidades -dijo el flamante presidente-. El primer eje de mi gobierno es lograr un México en paz."
En su discurso de asunción, anunció, además, una docena de acciones concretas que ya ordenó a su gabinete. Respecto de la seguridad, que será el vector principal de su gobierno, señaló que los delitos no se pueden combatir únicamente con la fuerza.
Con esa premisa instruyó a las carteras de Hacienda, Desarrollo Social, Educación y Salud para activar un programa transversal de prevención del delito, lucha contra la drogadicción, rescate de espacios públicos y activación de programas productivos. Así pretende rectificar la estrategia contra el crimen de Calderón, que arrojó 70.000 muertos en seis años. Peña Nieto anunció, con ese mismo objetivo, la creación de una Gendarmería Nacional y la unificación del Código Penal, en vez de los 33 que rigen en el territorio nacional.
El jefe de Estado anunció, en suma, una "real y eficaz coordinación entre las autoridades para combatir la impunidad y hacer que prevalezca la justicia y la paz" y dijo que "las ciudades deben volver a ser espacios de tranquilidad, donde no haya temor de perder la libertad o la vida".
Dijo también que se pondrá en marcha una "cruzada nacional contra el hambre" en dos meses al considerar "indignante e inaceptable" que su país sea una nación "donde pocos lo tienen todo y la mayoría carece de condiciones para el goce efectivo de sus derechos".
En materia económica, planteó acelerar los programas de infraestructura para realizar más carreteras, obras ferroviarias -que incluyen la recuperación de los trenes de pasajeros- y trabajos portuarios.
Para afianzar la estabilidad macroeconómica, el presupuesto público de 2013 no contemplará ningún déficit. Y se emitirá un decreto de medidas de austeridad y disciplina en los gastos del Ejecutivo.
Peña Nieto deberá afrontar en el próximo sexenio dos reformas postergadas. La fiscal, para sacar a México del fondo de los países de la OCDE en cuanto a recaudación -apenas el 20% del PBI-. Y la energética, que permitiría la apertura de la estatal Pemex a la inversión privada.
También deberá apuntalar el crecimiento económico del país, que desde la presidencia de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) no ha hecho sino desacelerarse hasta llegar al magro 1,9% con que Calderón deja su mandato..
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