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EL
PAIS › DEUDA, CAIDA DE LA ACCION Y SIN DIVIDENDOS
Las acciones de YPF se desmoronaron ayer 28,7 por
ciento en la Bolsa
de Buenos Aires y 32,7 por ciento en la de Nueva York. Eskenazi tiene una
elevada deuda por la compra de acciones.
Las acciones de YPF sufrieron ayer el
peor derrumbe de precios desde 2009, al ubicarse en los mismos valores mínimos
de ese año. Los papeles de la petrolera cedieron 28,7 por ciento en la Bolsa porteña, mientras que
en Wall Street –tras un día y medio de estar suspendida su cotización–
perdieron el 32,7 por ciento. Como resultado, la capitalización bursátil de la
empresa, que ahora se ubica en torno de los 5160 millones de dólares, se
encuentra en una tercera parte de los 16.000 millones que representaba a
principio de año.
Este
derrumbe deja en una situación financiera cada vez más frágil al Grupo
Petersen, que detenta el 25 por ciento del paquete accionario. La decisión
oficial de hacerse cargo de la petrolera y de suspender la distribución de
dividendos para comenzar obras de inversión complica la disponibilidad de
flujos para que el grupo que conduce la familia Eskenazi pueda afrontar un pasivo
de 2900 millones de dólares, que utilizó para la compra de su parte en YPF.
La
operación de Eskenazi para hacerse del 25 por ciento de YPF se realizó en dos
tramos. El primero, por 2235 millones de dólares, para adquirir el 14,9 por
ciento de la filial argentina. En este caso, el Grupo Petersen aportó sólo 100
millones de dólares. El resto correspondió a un préstamo de Repsol, por 1015
millones, y de un pool de bancos, por 1018 millones. Ese grupo de entidades
estaba conformado por el Crédit Suisse, Goldman Sachs, BNP Paribas y Banco Itaú
Europa. El segundo tramo fue el año pasado, por un 10 por ciento adicional del
paquete, a partir de un crédito de 1400 millones de dólares a cinco años, que
aportaron nuevamente Repsol (730 millones de dólares) y los bancos Itaú,
Standard Bank, Crédit Suisse, Santander y Citi (670 millones).
El
acuerdo era que Eskenazi pagaría la deuda con los dividendos que fuese a
obtener por su participación en YPF. Aprovechando la agresiva política de
distribución de dividendos que llevó a cabo Repsol, Eskenazi logró saldar casi
600 millones de dólares con los bancos. No obstante, le restan 1170 millones de
dólares del crédito bancario, más los 1745 millones que le facilitó Repsol.
Con
la distribución de utilidades frenada, por lo menos, en los próximos dos años,
según adelantó el viceministro de Economía, Axel Kicillof, Eskenazi se queda
sin su principal fuente de ingreso. Otra posibilidad es que venda la totalidad
de sus acciones. Sin embargo, la pérdida que sufrió la capitalización de YPF no
le resulta atractivo. A los valores actuales de unos 5000 millones de dólares,
el 25 por ciento (1250 millones) no alcanzarían para cumplir con todos sus
acreedores. En este caso, Repsol es la más perjudicada, porque los bancos
tienen prioridad de cobro. El Grupo Petersen resaltó ayer que “los créditos
(sus condiciones) aún están vigentes” y que la compañía se encuentra
“analizando distintas alternativas financieras, junto con el pool de bancos que
los respaldan”.
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