Cuatro
crisis convergen en el universo editorial: la económica, los recortes que no
cesan, el cambio de paradigma digital y la irrupción en el mercado de nuevos
actores globales como Amazon.
El ecosistema del mundo
del libro y la lectura está en riesgo. El panorama de recortes es un problema
nuevo y determinante que se suma a otros tres al irrumpir en el cambio de paradigma:
la crisis económica global por lo que tiene que ver directamente con el
bolsillo del lector-comprador y los reajustes empresariales en editoriales o
librerías; la reinvención apresurada del sector hacia la convivencia de un
mundo dual, analógico y digital, que conlleva en sí mismo muchas
transformaciones y traumas; y el duelo competitivo al que se enfrentan las
editoriales en España con las empresas globales que han desembarcado aquí. Son
aspectos que han alterado la cadena de valor del libro, jubilado un modelo de
negocio centenario, amenazado con empobrecer la producción académica y
científica y, sobre todo, puesto en peligro la continuación del hábito lector y
su retroceso en un país con cifras bajas (apenas un 45% dice leer semanal o
mensualmente, en contradicción con la alta cifra de publicaciones: 80.000
títulos al año).
La inquietud sobre esta
crisis en el mundo del libro, más allá de cualquier efecto inmediato como del
10% menos en las ventas, tiene que ver con su proyección a mediano y largo
plazo. Porque si bien es cierto que la industria editorial es en su gran
mayoría privada, las ayudas y subvenciones están dirigidas, especialmente, a
renglones que buscan el fomento, la divulgación y la promoción de la lectura,
es decir, de creación de nuevos lectores, de personas que con su lectura
compren libros y por tanto dinamicen el sector. Y, ahora mismo, lo que estaría
más en riesgo con los recortes son las bibliotecas, las campañas de lectura y
los diferentes encuentros, ferias y citas literarias. A todo ello se suma la
piratería digital, la unificación del IVA al del papel, que es del 4% mientras
el digital es del 16%, y los riesgos de posiciones monopolísticas.
El sector del libro es
el punto por donde cruzan los actuales caminos peligrosos o llenos de
incertidumbres o poblados de miedos agazapados que han surgido en los últimos
tiempos.
Y aunque el libro es una
de las industrias culturales mejor engrasadas ha sido de las primeras en
empezar a chirriar con la llegada del siglo XXI. A partir de ahí, su historia
ha comenzado a escribirse en capítulos breves y sombríos. El penúltimo de ellos
lo abrió el gobierno de Mariano Rajoy cuando anunció la desaparición de la Dirección General del Libro,
Archivos y Bibliotecas. Entonces, hace un par de meses, la incertidumbre aumentó. Ahora, esas
funciones, dentro del plan de austeridad, han sido asumidas por la Dirección General
de Políticas e Industrias Culturales y del Libro, a cargo de María Teresa Lizaranzu, quien a su vez ejerce
la presidencia de la sociedad estatal Acción Cultural Española y de la Comisión de Propiedad
Intelectual.
Aunque no hay cifras concretas
sobre ayudas públicas, Antonio María Ávila, director ejecutivo de la Federación
de Gremio de Editores de España, se remite al Anuario de Estadísticas
de 2011 publicado por el antiguo Ministerio de Cultura. Allí, "el total de
la financiación y gasto público en Cultura (refiriéndose estas estadísticas al
2009) fue de 1.135 millones de euros por la Administración General
del Estado, 2.046 millones de euros por la Administración Autonómica
y 3.874 millones por la
Administración Local , lo que supone en términos de PIB (base
2000) el 0,11%, 0,19% y 0,35% del gasto público respectivamente".
Ante las inquietudes por
el posible retroceso en programas de fomento de la lectura, fuentes del
Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, recalcan tres aspectos: del
recorte general que tendría Cultura (calculado en un 12%, según algunas
estimaciones) lo destinado al fomento y promoción del libro será aún menor,
recuerdan que las bibliotecas dependen de los ayuntamientos y comunidades y que
España ha pedido a Bruselas la equiparación del impuesto del IVA al libro en
papel y digital, del 4%, por lo cual "hay que legislar con un ojo en
Bruselas".
Bibliotecas solitarias
Las bibliotecas son un asomo al futuro. Se están
empezando a cerrar, hay reducción de horarios, cancelación de fines de semana y
destitución del personal. Y eso que se trata de los centros culturales más
visitados de España, incluso más que los museos, recuerda Antonio María Ávila.
Lo que ocurre, explica, es que "no ha habido algo que se le pudiera
denominar red de bibliotecas públicas, que ha sido creada precisamente en los
últimos 15 años, siendo la mayor parte de titularidad municipal o regional.
Lo que sucede en Cataluña
es un ejemplo, dice Margarita Taladriz, gerente de Fesabid (Federación
Española de Sociedades y Archivística, Biblioteconomía, Documentación y
Museística): “En esa comunidad los recortes presupuestarios afectan a diferentes
inversiones en las bibliotecas públicas, desde la cancelación del presupuesto
para adquisición y renovación del fondo documental (de momento, se aplica un
40% de reducción en la adquisición de Diputación y más de un 75% a la
adquisición municipal); la paralización de obras en ejecución de nuevos
equipamientos; la cancelación de la dotación presupuestaria para la renovación
de mobiliario y equipamiento tecnológico y audiovisual. La desactualización de
las colecciones, impresas y digitales dada la reducción presupuestaria de los
últimos tres años. Por lo que respecta a los Servicios, que las bibliotecas
vienen prestando: se ha reducido el número y la calidad de la programación de
actividades de fomento de la lectura a la ciudadanía; en Asturias se ha
planteado reducir el número de libros, que una persona puede solicitar en
préstamo interbibliotecario; en el Centro Koldo Mitxelena (San Sebastián) han
reducido el horario de visitas de los usuarios a sólo cuatro horas en la
tarde…”.
Librerías amenazadas
Las librerías es otro
sector sensible. Aunque el equilibrio numérico se mantiene porque mientras unas
se cierras surgen otras especializadas o como librerías-café. Debido a la
ausencia de presupuestos generales del Estado, hay un desfase de unos tres meses
con el calendario de años anteriores en lo que a solicitud y concesión de
subvención se refiere, asegura Fernando Valverde presidente de CEGAL(Confederación Española de Gremios y
Asociaciones de Libreros). Una situación, agrega Valverde que supone un retraso
en la puesta en marcha de los Proyectos a los que CEGAL destina el importe de
la subvención: actividades de fomento de la lectura (Club Kirico), de extensión
cultural (Librería Cultural), Estudios dentro de el marco del Observatorio de
la librería, desarrollos tecnológicos (Cegal en red y todostuslibros.com),
los cursos de formación, etcétera. “Los recortes y retrasos están trastornando
el trabajo diario y complicando la organización de dichas actividades en los
tiempos habitualmente exigidos por la Administración , es decir a lo largo del año
natural en curso. A fecha de hoy ignoramos cual va a ser el recorte que se
aplicará a la subvención del pasado año ni cuando se abonará. Aventurarse a
realizar actividades en estas condiciones sería por lo tanto muy arriesgado”.
Editoriales reducidas
No sólo el sector más
comercial del libro se verá afectado. También las editoriales universitarias
tanto en lo que se refiere a la demanda como a la oferta de nuevos títulos,
explica Francisco Fernández Beltrán, presidente de UNE (Unión
de Editoriales Universitarias Españolas). Asegura que, mientras por un lado, el
consumo se ha retraído, con una reducción generalizada de las ventas que se
puede situar en torno al 10%, "lo más grave y preocupante ha sido que,
debido a la reducción de los presupuestos destinados a las universidades, estas
han reducido también las partidas destinadas a la publicación de material de
apoyo a la docencia y difusión de la investigación. Esto, unido a una reducción
de la oferta de originales debido al impacto de la reducción presupuestaria en
las actividades investigadoras, supone un empobrecimiento de la producción
académica y científica. Lo más preocupante es que esta doble reducción se va a
prolongar y acentuar todavía más durante este año y el próximo, como mínimo.
Frente a ello, las editoriales universitarias están apostando de manera decidida
por la edición digital, que permite abaratar sensiblemente los costes y ofrecer
productos de calidad a menor precio. Pero ello no es suficiente para compensar
la caída de originales, una situación que hará que en los próximos años España
pierda posiciones en el ránking de la producción científica y académica.
Escritores desprotegidos
De las incertidumbres e
inquietudes de todo lo que rodea a la cultura no escapan los autores. “La idea
de la cultura como lujo sobrante conduce a la pérdida de la dignidad del ser
humano”, sentencia Antonio Gómez Rufo, vicepresidente de la ACE (Asociación
Colegial de Escritores de España). Una premisa que para el autor de libros como El
secreto del rey, sirve para entender lo que está pasando. “Si
bastante grave es la integración de la Cultura en un ministerio multidisciplinar, aún
más es la desaparición de la Dirección General del Libro y su inclusión en
Industrias Culturales, que parece privilegiar al sector industrial (a las
grandes editoriales) y seguramente suprimir las ayudas a la traducción y a la
difusión exterior de la obra de los autores españoles. Además, la supresión
anunciada de fondos para Bibliotecas y Archivos, con la promesa de dedicar esos
fondos a la cinematografía, desatiende la necesidad ciudadana de lectura, pone
fin a las campañas de Fomento de la
Lectura y abandona la recuperación y conservación del
patrimonio archivístico español, con la excusa de que ese dinero irá al apoyo
público al cine desde la
Administración , que finalmente tampoco es cierto”
A todo ello, añade Gómez
Rufo, hay que sumar el cambio de modelo de negocio editorial inminente con la
digitalización de obras, la ofensiva de los e-books, los precios de venta de
descargas digitales a precios excesivos y la crisis global, “el futuro del
libro no es optimista. La industria podrá sortear la crisis, tal vez, pero los
creadores quedan otra vez, desprotegidos. Justo en el momento en que el índice
de lectores en España sobrepasa el 60%, los que al menos leen una vez año, es
decir, cuando el esfuerzo por la difusión de la lectura había empezado a dar
sus frutos”.
Todos comprenden la
delicada situación de la economía, a la que la cultura es muy permeable, y los
ajustes que se deban hacer, pero invitan a al Gobierno y a las instituciones
que suelen apoyar la cultura a que, como dice Manuel Ortuño de la Asociación de Revistas Culturales(ARCE),
reflexionen sobre la idea de un país en penurias económicas y a su vez desolado
creativamente, sin impulsar sus manifestaciones artísticas, que aunque parecen
cuestiones menores, comparados con la salud o la educación, no lo son tanto
porque dicha presencia y motivación mantienen vivo el interés por el propio
país y psicológicamente ayuda a sobrellevar mejor los malos momentos. “Si hoy
las prioridades absolutas pasan y deben pasar por políticas activas el empleo,
la sanidad y la educación, las políticas públicas en I+D y cultura son
imprescindibles a corto y medio plazo, especialmente en un país de las
características del nuestro, donde la cultura tiene un papel predominante en
todos los órdenes. Desde el punto de vista público y privado, la cultura es un
elemento fundamental de cohesión social, política y territorial”.
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