Rajoy supera la marca de Aznar con 186 escaños por el hundimiento del PSOE (110).
Rubalcaba se queda por debajo del registro más pobre de los socialistas desde 1977.
IU quintuplica sus escaños y Amaiur tendrá grupo, con más diputados que el PNV.
España ya no tiene miedo al PP. Tan poco le teme que anoche le entregó el mayor poder que ha tenido un partido desde 1982. Incluso superior. Un control absoluto para hacer frente a la crisis económica con las manos libres. Y para asumir solo el coste. Entre el temor a los recortes del PP, que alentó el PSOE, y el castigo a los socialistas por la crisis económica, ha podido mucho más este último: el PSOE se desploma (pierde 4,4 millones de votos) mientras el PP solo sube 550.000. Los populares cabalgan así sobre el hundimiento socialista.
Subido en la ola de una crisis que se ha llevado por delante a la mayoría de los Gobiernos europeos, Mariano Rajoy, un líder cuestionado interna y externamente que ha superado una larga travesía del desierto de casi ocho años, ha conducido a su partido a las mayores cotas de dominio imaginables. Su estrategia de perfil bajo ha triunfado frente a todo. Incluso pudo gozar de la última venganza íntima que tanto ansiaban los suyos: superó finalmente el récord de 183 escaños de José María Aznar. Alcanzó los 186.
Su mentor, que le desdeñó muchas veces y llegó a decir que quería heredar en vez de ganar las elecciones —aunque sin citarlo—, rindió pleitesía a su sucesor anoche con un gesto: acudió a su despacho en la calle Génova después de ocho años de ausencias.
El PP de Rajoy gobierna en 11 de las 17 autonomías, es clave en otras dos, y casi seguramente dominará en unos meses también en Andalucía. Además, controla casi todas las capitales de provincia y con esta mayoría absoluta tendrá el control de todos los órganos que se renueven a partir de ahora, Tribunal Constitucional y Poder Judicial incluidos.
Un poder sin sombra, con un PSOE que baja a su peor resultado histórico. Se quedó en 110, por debajo de los 118 de 1977; los 121 de 1979 y los 125 de 2000, que provocaron una total renovación. La oposición socialista baja a cifras similares a la Alianza Popular de Fraga en los ochenta, cuando el llamado rodillo socialista controlaba todos los resortes del poder, como lo hará el PP de Rajoy.
Tan absoluto es su dominio, tan profunda la crisis y el temor a los recortes sociales que el líder de los populares se empeñó ayer una y otra vez en lanzar un mensaje de concordia. Rajoy sabe que la crisis puede achicharrarle también a él cuando empiece a tomar las medidas impopulares que no ha anunciado, y quiere entrar con el mejor pie posible: “Seré el presidente de todos. Nadie tiene que tener inquietud alguna. No habrá sectarismo, ni rencillas pequeñas ni divisiones artificiales. Haremos un esfuerzo común pero sobre todo un esfuerzo que será solidario. Convocaré a todas las autonomías. No va a haber milagros, no los hemos prometido”.
Después, mientras en la calle había pancartas que pedían la abolición del aborto, gritaban “socialista el que no bote” y “Rubalcaba, el chollo se te acaba”, él insistía en tratar de lanzar ese mensaje de unidad que sus militantes no querían escuchar.
Los dirigentes populares también buscaban rebajar la euforia que llevaban dentro. Todos insistían en pasillos: ahora toca mojarse, contarle a los españoles las medidas que el PP tiene pensadas y aclarar el Gobierno de Rajoy. Los ciudadanos, insistían, no le van a dar al PP ni esa media hora que pedía su líder el pasado viernes. Le van a exigir que desvele ya sus cartas. Y no van a aceptar excusas sobre la herencia recibida, insistían diversos miembros de la cúpula. Querrán resultados inmediatos, o se frustrarán.
Y mientras, en el lado opuesto, Alfredo Pérez Rubalcaba, que heredó una situación de casi imposible gestión, afrontaba con un breve discurso y una imagen de soledad, sin José Luis Rodríguez Zapatero, aún secretario general, a su lado, el peor resultado de la historia del PSOE en toda la democracia.
Un desplome espectacular, incluso mayor de lo esperado. Lo que ha perdido en votos no está lejos de esos fatídicos cinco millones de parados que significó una losa imposible de remontar para su candidato. El hundimiento del PSOE alcanza dimensiones catastróficas. Ha caído 13 puntos en apoyo electoral (del 43% ha pasado a menos del 30%), lo que impulsó la mayoría absoluta del PP (43%, tres puntos más que en 2008 y 400.000 votos más).
El candidato del PSOE anunció que había hablado con Zapatero para que los socialistas convoquen en breve un congreso ordinario. Y también apuntó por dónde irá la oposición, aun sin aclarar si él se presentará al congreso para liderarla: “Los socialistas defenderemos los servicios sociales básicos”.
El máximo gurú de Rajoy, el sociólogo Pedro Arriola, que también estaba ayer en la planta séptima de la calle Génova, insiste siempre en la idea de que las elecciones las pierden los Gobiernos, no las gana la oposición. Y así ha sido en parte. Pero esta vez hay más. Mucho más. El PP se convierte en lo más parecido a un partido único, como ironizan algunos dirigentes, que ha vivido la democracia española.
El colapso del PSOE no tiene paliativos. Y el buen resultado de IU, que llega hasta los 11 escaños desde los dos que tenía, o de UPyD, que se va hasta cinco, demuestra que el voto se les ha ido por todas partes. También, y mucho, a la abstención.
La mancha azul del PP se extiende por toda España, y es especialmente espectacular el vuelco en Andalucía, de hasta 19 escaños con respecto a 2008. Sin embargo, la excepción vasca y catalana aún pervive. Rajoy estaba obsesionado desde 2008 con sus resultados en estas dos comunidades, las únicas que se le resisten. Cambió por completo las dos direcciones del PP, se volcó y ha logrado mejorar, pero no tanto como esperaba.
En el País Vasco el resultado tendrá muchas consecuencias políticas. El PSE, que está en el Gobierno con apoyo del PP, lejos de rentabilizar el final de ETA pierde casi la mitad de sus votos. El PP se estanca y no se suma a la ola de crecimiento en toda España, un dato muy significativo.El PNV gana las elecciones en número de votos y Amaiur en número de escaños. La mayoría nacionalista es tan clara que avanza un resultado en las autonómicas de 2013 —el PNV ya ha reclamado su adelanto—que podría dar un vuelco y llevar al poder a Amaiur, una cuestión que tendrá que gestionar, y no será fácil, Mariano Rajoy desde La Moncloa.
Y en Cataluña, pese al hundimiento del PSC, los populares también se quedan por debajo de las expectativas. Siguen siendo el tercer partido, lejos del segundo, que por primera vez en unas generales es el PSC. La principal rival interna de Rubalcaba, Carme Chacón, podrá decir que en Barcelona es la única cabeza de lista, con Alfonso Guerra en Sevilla, que ha ganado las elecciones, pero a costa de tener el peor resultado de la historia del PSC. Nadie sale reforzado en el PSOE tras la debacle de ayer.
PNV y CiU son así las formaciones más votadas en sus comunidades, con lo que Rajoy se verá obligado a lidiar con un fuerte poder nacionalista. La resistencia de CiU demuestra además que los recortes, que tanta polémica han generado en esta comunidad, no desgastan tanto como se pensaba. Un mensaje muy claro para lo que el PP tiene previsto hacer a partir de ahora.
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