Claves americanas
Por Andrés Oppenheimer | LA NACION
MIAMI.- Mientras los titulares sobre la Asamblea General de las Naciones Unidas se han centrado en la disputa palestino-israelí, hay otro conflicto que pasa casi inadvertido pese al hecho de que causa muchas más muertes: la guerra del narcotráfico en México, América Central y el norte de América del Sur.
Para mi sorpresa, en su discurso inaugural de la Asamblea General , el presidente estadounidense, Barack Obama, habló extensamente sobre Palestina, Irak, Afganistán, Libia, Túnez, Egipto, Siria, Yemen, Costa de Marfil y varios otros conflictos mundiales, excepto el que está al lado de Estados Unidos.
El discurso de Obama sobre todas estas crisis tuvo varios aciertos, incluyendo su recordatorio al mundo de que Israel tiene legítimas preocupaciones de seguridad tras haber sido invadido varias veces por sus vecinos. Pero resultó raro que Obama no mencionara siquiera una vez las palabras "drogas", "carteles", "crimen organizado" o "México", ignorando una guerra que ha costado casi 40.000 muertes sólo en México en los últimos cinco años -muchas más que en las recientes rebeliones del Medio Oriente- y que se está convirtiendo en uno de los mayores obstáculos para el crecimiento económico de la región.
Según el Programa de Desarrollo de Naciones Unidas (PNUD), América latina es una de las regiones más violentas del mundo, con un promedio anual de 25 asesinatos por cada 100.000 habitantes. El año pasado, 18.000 personas fueron asesinadas en América Central, obligando a los gobiernos a gastar 4000 millones de dólares en seguridad, un aumento del 60% con respecto a lo que habían gastado hace cuatro años, según cifras del PNUD.
Como era previsible, uno de los pocos presidentes que planteó el problema fue Felipe Calderón, de México. Después de que Obama hablara sobre los tiranos que reprimen a sus poblaciones en Irán, Libia, Siria y otros países, Calderón dijo: "Debemos tener conciencia, amigas y amigos, de que el crimen organizado hoy en día está matando más gente que todos los regímenes dictatoriales juntos. Decenas de miles de personas, particularmente entre México y Los Andes, están muriendo".
Añadió que los carteles de narcotráfico se están volviendo más poderosos que muchos gobiernos de la región gracias a sus enormes ganancias, y porque tienen fácil acceso a las armas de alto poder que vienen de Estados Unidos.
¿La solución? Estados Unidos y otros países productores de armas de alto poder deben establecer controles más severos para impedir que estas armas terminen en manos de los carteles, dijo Calderón. Además, los países consumidores deben hacer más para reducir la demanda.
Colocándose más cerca que nunca de quienes proponen la legalización de las drogas, Calderón dijo que si Estados Unidos y Europa no logran reducir el consumo de drogas, deberían explorar "otras opciones, incluyendo alternativas de mercado que eviten que el narcotráfico siga siendo el origen de la violencia y de la muerte en America latina y el Caribe".
Rafael Fernández de Castro, profesor de la universidad ITAM de México, quien hasta hace poco fue asesor de Calderón y que está conduciendo un estudio del PNUD sobre la violencia en América latina, me dijo que pese a la admisión pública del gobierno de Obama en 2009 de que Estados Unidos tiene una corresponsabilidad en la violencia del narcotráfico en México, desde entonces no ha cambiado gran cosa.
"La estrategia de Estados Unidos no ha cambiado mucho: sigue basada en la interdicción de drogas en México y América Central. O sea, siguen librando la guerra al sur de su frontera", me dijo. "Si no hacemos algo rápido, este cáncer terminará destruyendo nuestras democracias".
Mi opinión: no hay duda de que Obama tiene buenas razones para concentrarse en la disputa palestino-israelí, en Irak y Afganistán, pero cometió un gran error al no hablar de la guerra del narcotráfico en sus países vecinos. Es un conflicto sangriento que, además de dejar una enorme cantidad de muertos y socavar las instituciones, se está convirtiendo en el mayor obstáculo para el crecimiento económico de la región. No solo drena recursos que deberían destinarse a educación y salud, sino que está ahuyentando las inversiones y matando el turismo.
Hay muchas cosas que Washington podría hacer, incluyendo controlar más las ventas de armas semiautomáticas, iniciar un debate serio sobre si la legalización de la marihuana permitiría destinar más recursos a la lucha contra el consumo de drogas más pesadas, y -tal como lo sugiere un artículo de Mark Kleiman en la revista Foreign Affairs - centrar la lucha antidrogas en el combate contra los narcotraficantes violentos, en lugar de perseguir indiscriminadamente a todos.
En lugar de omitir el problema, Obama debería ponerlo junto con los conflictos del Medio Oriente en el centro de la agenda política mundial, y hacer mucho más por resolverlo conjuntamente de una forma más efectiva.
© La Nacion
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