Mirada global
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Jorge Castro
La economía norteamericana creció 4,2% anual en el segundo trimestre de
2014, con un producto industrial en que el índice de la actividad trepó a 59,6
(más de 50 es crecimiento), el mayor nivel en tres años, que equivale a una
tasa de expansión anualizada de 6%.
Estos datos llevarían el crecimiento de EE.UU. a un nivel de 3,3% anual
en 2014, que podría aumentar si los
índices del tercer trimestre corroboran una tasa de 3,8% o quizás 4% anual. Lo
sorprendente de la situación estadounidense es que estos datos
excepcionales están encabezados por un aumento de la tasa de inversión de 8,4%
anual, la mayor alza desde la crisis de 2008.
Los últimos 6 años han sido los de mayor rentabilidad de las compañías
estadounidenses desde la década del ’30, como consecuencia del salto de
productividad y de la constante reorganización empresaria, que ha implicado
una reducción de la fuerza de trabajo de casi 30%.
Sólo entre 2007 y 2013, la tasa de ganancia de las firmas
norteamericanas aumentó 23%; y el capital líquido inmediatamente disponible
(cash flow) se elevó a U$S 2,1 billones en EE.UU., y a otros U$S 1,7 billones
en el exterior.
Si los datos iniciales se confirman, la economía de EE.UU. crecería a
partir de ahora a través del auge de la inversión en plantas y equipos, todos
de alta tecnología, con el consiguiente aumento de la productividad. Lo propio
de una expansión basada en el auge de la inversión y el alza de la
productividad es que tenga como correlato una suba de la
disparidad en los ingresos, de la desigualdad.
Entre 1989 y 2014, el porcentaje del ingreso del 3% de arriba de la
población norteamericana ha aumentado 10 puntos (era 44,8% del total, y ahora
es 54,4%), mientras que el 90% de abajo ha sufrido también una caída en sus
ingresos de 10 puntos (33,2% vs. 24,7%); y esta tendencia doblemente
divergente se ha profundizado en los últimos 6 años.
Lo notable de la expansión norteamericana es que la tasa de crecimiento
potencial de largo plazo es ahora 1,6% anual, lo que implica una diferencia de
1,5/2,5 puntos con respecto a la tasa de crecimiento actual (4,2% anual); y
esto sucede cuando la correlación entre el aumento del producto por hora
trabajada (productividad) y el alza del PBI ha sido 0,78 en los últimos 50
años.
Caben dos posibilidades: o el alza potencial es mayor a la pautada, o la
productividad real es muy superior a la registrada. En el segundo caso, habría
en marcha un nuevo ciclo productivo, fundado en una nueva revolución
tecnológica e industrial.
La regla en los mercados es que se adelantan a las tendencias que
prevén. El Standard & Poor’s 500 superó la semana pasada su récord
histórico de 2.000 puntos y Morgan Stanley estima que dejará atrás los 3.000 en
los próximos cinco años.
El Nasdaq (índice de las empresas de alta tecnología) se apresta a
superar los 5.000 puntos, un nivel mayor que el récord de la burbuja
tecnológica de 2000, cuando alcanzó a 5.048,62, para luego caer en un foso de
1.114,11 puntos en octubre de 2002, tras su estallido.
Alibaba, la principal empresa de alta tecnología de China, cierra
anticipadamente esta semana su oferta inicial de acciones (IPO) en Wall Street, porque ha recibido cuatro veces más capitales que los U$S 163.000
millones que ha puesto en juego.
Apple, la compañía fundada por Steve Jobs, acaba de lanzar hace 10 días
el Iphone 6, y ha recibido ya 66 millones de compras anticipadas, la mitad en
China.
A la cabeza del Nasdaq se encuentran Apple y Google, seguidos de Amazon
y Facebook, con la continua presencia de Microsoft, Intel, Cisco, y Tesla
(autos eléctricos), todas firmas norteamericanas.
El primer elemento de objetividad
para comprender la economía estadounidense, y en general a EE.UU., consiste en
guiarse por un alto nivel de admiración.
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