Las acusaciones a Obama por la inacción en Oriente Medio son de un
simplismo enorme y peligroso.
Voluntarios chiíes participan en un desfile en Bagdad. / K. K. (AP)
MOISÉS NAÍM/EL PAÍS
“Los líderes del Partido Republicano están frustrados por el fracaso del
presidente Obama en encontrar una solución al conflicto entre suníes y chiíes…
Lo único que le pedimos al presidente en la reunión en la Casa Blanca fue que
acabara con esta reyerta religiosa que comenzó en el año 632. ¿Y que nos
ofreció el presidente? Nada”, afirmó molesto el senador Mitch McConnell. “Este
conflicto lleva más de 1.500 años”, añadió John Boehner, jefe de los
republicanos en la Cámara de Representantes. “Esto quiere decir que el
presidente Obama ha tenido tiempo suficiente para resolverlo”.
La cita anterior es una broma inventada por el humorista Andy Borowitz.
Esta, en cambio, fue planteada muy seriamente por Dick Cheney en un artículo
que publicó con su hija Liz: “Pocas veces ha estado un presidente de Estados
Unidos tan equivocado sobre tantas cosas a expensas de tanta gente… Las
acciones de Obama, antes y después de los recientes avances de los yihadistas
del Estado Islámico en Irak y el Levante (EIIL) en Irak, han agravado la
amenaza a la seguridad de EE UU… El presidente Obama parece estar decidido a
dejar el cargo habiendo degradado a América… Va camino de asegurar que su
legado sea el de un hombre que traicionó nuestro pasado y dilapidó nuestra
libertad”.
La ironía de que el acusador sea uno de los responsables de la
catastrófica invasión de Irak es solo superada por su desfachatez. El artículo
ha provocado un alud de reacciones, recordando los muchos y trágicos errores de
Cheney: “No hay duda de que Sadam tiene armas de destrucción masiva”. “Seremos
recibidos como libertadores”. “No necesitaremos dejar muchos soldados en Irak
después de la invasión”. “Suníes, chiíes y kurdos vivirán armónicamente en
democracia”. “Los extremistas en la región se verán obligados a repensar su
estrategia de yihad”. Estos, entre otros. Es obvio que el artículo va más
dirigido a influir en la política interna de Estados Unidos que en la política
en Oriente Próximo. Cheney se dirige a quienes “ya saben” que Obama es un
pésimo presidente cuyas decisiones suelen ser erradas. Y así, Cheney y su hija
se unen a la larga lista de quienes ofrecen soluciones a la situación en Siria
e Irak, soluciones que, según los críticos, al presidente y a su equipo no se
le ocurren, no entienden, no saben ejecutar o, como dice Cheney, Obama rechaza
porque está empeñado en degradar la influencia de su país.
Lo interesante de las recomendaciones para resolver la complicadísima
situación es que no solamente vienen de los republicanos, sino también de
miembros de su partido. Una de las críticas más comunes es que Obama no ha
armado a la oposición siria que lucha contra Bachar el Asad. “Armar a los
moderados” es el mantra de quienes acusan a Obama de haber
abandonado Siria. También lo acusan de haber abandonado Irak: los críticos
insisten en que Obama no debió retirar todas sus tropas y que, por el
contrario, debió dejar un contingente para hacer frente a emergencias militares.
¿Y qué recomiendan hacer ahora en Irak? Atacar con drones al EIIL que, desde
Siria, invade Irak. También proponen deponer al primer ministro chií Nuri al
Maliki, reemplazándolo por un líder menos sectario que provenga del consenso
entre los grupos suníes, chiíes y kurdos.
El problema con estas recomendaciones es que son de un simplismo enorme,
y peligroso. Y todas suponen que Obama y Estados Unidos tienen más poder,
capacidades y conocimientos de lo que la experiencia reciente ha demostrado
reiteradamente.
“Armar a los moderados en Siria” supone que EE UU sabe quiénes son y
puede garantizar que las armas que va a suministrar no caerán en manos
enemigas. Esto a pesar de que algunos efectivos del EIIL ya han sido vistos
portando equipos que Washington había enviado a los supuestos moderados. Dejar
tropas americanas en Irak se hizo imposible una vez que el Gobierno de Al
Maliki, bajo presión de Irán, se negó a permitirlo. “Drones contra fanáticos”
es otra idea que dista mucho de ser una solución mágica a problemas políticos
que no se resuelven con robots. Quizás habrá que usarlos para detener al EIIL
pero, como se ha visto en Afganistán, no resuelven el problema y crean otros.
Lo mismo vale para la propuesta de sacar a Al Maliki del poder. Es inevitable,
pero con su salida no desaparece la endemoniada política entre las sectas y
tribus iraquíes. Según el humorista Borowitz, el único consenso que hay entre
estos grupos es que Cheney se calle.
Y no es mala idea que también sean más parcos quienes tienen soluciones
“obvias” que suponen que el Gobierno de Estados Unidos todo lo sabe y todo lo
puede. Actuar a partir de esa suposición es lo que ha debilitado a la
superpotencia.
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