Majestuoso testimonio de un poder agostado

Majestuoso testimonio de un poder agostado

sábado, 19 de noviembre de 2011

Un muerto y más de 600 heridos en el desalojo policial de la plaza Tahrir


Las autoridades egipcias desmantelan las casas de campaña de los protestantes en El Cairo.

NURIA TESÓN El Cairo

Una persona ha muerto y al menos 607, según cifras del Ministerio de sanidad egipcio, han resultado heridas en los disturbios entre manifestantes y fuerzas de seguridad registrados este sábado en la plaza Tahrir de El Cairo, según han informado fuentes de varios hospitales citadas por el diario egipcio Al Ahram. La cifra fue confirmada por el secretario de Sanidad egipcio, Hisham Shiha, a la agencia oficial Mena. La policía dispersó a los manifestantes con gases lacrimógenos, de los cuales un centenar habían acampado tras la masiva protesta de ayer, que congregó a más de 50.000 personas. La policía ha disparado esta tarde botes de gas lacrimógeno y se oyen disparos en las calles aledañas, aunque resulta imposible acercarse por el gas.
A última hora de la tarde, cientos de manifestantes contra la Junta Militar egipcia han retomado elcontrol de la plaza Tahrir en El Cairo, tras el repliegue de las fuerzas de seguridad, y han comenzado a cerrar los accesos al lugar, según constató Efe.
Las elecciones para elegir un nuevo Parlamento se celebrarán en menos de 10 días. Será el primer plebiscito democrático en casi 60 años de dictadura militar. Pocos son los que confían en que vayan a ser unos comicios limpios. Y tampoco tienen claro quiénes son los que concurren. Lo que muchos manifestantes opinan es que no quieren a los militares en el poder, aunque hay quienes consideran que son una mejor opción que los islamistas. Los juicios militares a civiles, la represión de cualquier acto reivindicativo y las detenciones de activistas no reflejan un panorama halagüeño para la democracia.
Durante la mañana ha habido por lo menos cinco detenidos, según explicó durante una rueda de prensa Bahey Eddin Hasan, director del Instituto de El Cairo para los Derechos Humanos. Los disturbios ocurrieron cuando los manifestantes intentaron tomar de nuevo la plaza después de una ofensiva de policías que habían desalojado el lugar. Las Fuerzas de Seguridad disparan balas de goma y gases lacrimógenos desde vehículos blindados. Frente a la calle Mohamed Mahmud, que transcurre paralela a la vía donde se encuentra el ministerio del Interior, en un lateral de Tahrir, arde un camión de policía. Junto a la sede de Interior, más de cuarenta camiones antidisturbios aguardan entran en batalla.
En la entrada de un café cercano, frente al televisor en el que Al Yazira muestra las imágenes de la plaza, que se confunden con el sonido directo de las sirenas, los disparos y los botes de gas, un hombre lamenta que los jóvenes ataquen a los policías. “Quieren acabar con el país, eso es lo que quieren”. En otro café se oye un programa de la televisión pública desde donde se defiende a las fuerzas de seguridad y responsabilizando a los manifestantes. Un asistente del ministro del Interior egipcio, en declaraciones a Al Yazira ha defendido lo que ocurrido hoy en Tahrir como “caos, no activismo”, y ha acusado a los manifestantes de intentar sembrar el caos.
En la calle Tahrir que desemboca en la plaza del mismo nombre mujeres, niños y adultos gritan contra los policías que les lanzan gases y corean: “El pueblo egipcio no quiere al mariscal”, en referencia al jefe de la Junta militar, Mohamed Hussein Tantaui, y “el pueblo quiere un Gobierno civil”.
Desde el comienzo del proceso democrático los egipcios han reclamado que la autoridad pasara cuanto antes a los civiles, sin éxito. Las denuncias de tortura a detenidos en manifestaciones, las detenciones arbitrarias y la mano dura para disolver las protestas se han excusado con alegatos por parte de la Junta Militar a favor de la unidad nacional y de la necesidad de no sucumbir a influencias extranjeras, a las que los militares culpan de sembrar la discordia.
Su último intento ha sido la de imponer unos principios supraconstitucionales que deberán ser aceptados por la comisión que redacte la Carta Magna tras la elección del Parlamento. Pero el Ejército ya no tiene credibilidad. No convencen ni los comunicados en su página de la red social Facebook (cada vez más infrecuentes) ni las palabras de grandes personajes, como el exvicepresidente (fugaz) y jefe de la inteligencia egipcia Omar Suleimán, que ha mantenido un perfil bajo desde la caída en desgracia del rais, pero que esta semana defendía que las Fuerzas Armadas son las defensoras del pueblo egipcio en un “momento crucial”. “La gente ha recuperado su dignidad. Se ha creado un diálogo incluso entre los menos instruidos y hasta los que confiaban ciegamente en el Ejército ahora tienen dudas. Y eso favorece el proceso democrático”, apuntaba Gamal Eid, director de la Red Árabe para la Información de Derechos Humanos.

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